Doña Ofelia, una mujer libre e independiente en Escuinapa
ESCUINAPA. _ Ofelia Gómez nació en una época difícil, con el mundo en caos por la Segunda Guerra Mundial, pero con una herencia innata para hacer negocios.
Era la herencia, tal vez, de ese padre que la dejó de ver cuando tenía 6 meses de nacida, pues fue deportado a China, dejando una gran tienda de ropa en Nayarit y del que no volvió a saber nunca.
“Mi apellido real es Cuan, Ofelia Cuan, pero me puse Crespo; cuando me casé [me puse] Gómez y así me conocen como Ofelia Gómez, la gente sabe quién soy porque tenía negocios”, explica.
Doña Ofelia hila recuerdos y habla de su padre, de lo que su mamá le contaba, pareciera en la plática que hay reproche hacia él, pero también existe admiración y una gran foto en la sala de casa del hombre de ojos rasgados, elegante, con traje y zapatos, que ya no pudo regresar a México.
Acepta que tal vez esa vena de negocios, de comercios, la llevó a incursionar en esta aventura cuando tenía 18 años, recién casada con Rafael Gómez, en un tiempo donde no existían para las mujeres las palabras empoderamiento, emprendimiento o empresarias.
“Tenía un gran esposo, Rafael: no tomaba, no fumaba, nada, cuando me casé tenía 18 años, él 29, pero yo no quería dedicarme a la casa, empecé a vender joyas, después puse mi negocio, él (Rafael) me apoyaba en todo”, relata.
Su esposo solía acompañarla a surtirse para el negocio, la entendía bien pues había sido criado también por mujeres de lucha, quienes hicieron el primer hotel del municipio ‘Hotel Gómez’.
De las joyerías que se ubicaban en el mercado municipal, en el sitio donde están hoy las pescaderías, entró a otro ramo, decidió poner el restaurante familiar Bruno’s.
Y así empezó a buscar en los negocios ese acercamiento con la gente, generaba empleos, pero también educaba a una familia de siete hijos, a los que enseñaba lo que sabía.
Precisa que cuando nació en marzo de 1931, no imaginó que la vida la llevaría por caminos de negocios o de generar empleos para su ciudad, esto era algo que le gustaba y decidió incursionar.
Pero hacerlo, reconoce, en esa época en que las mujeres no tenían muchas opciones para crecer y desarrollar sus talentos, fue gracias a que tenía un esposo que entendía la importancia de que tuviera esa libertad, de dejarla ser.
Con él viajó a diversos lugares, incluido China, a ese reencuentro con sus raíces y aunque enviudó hace quizá 20 años, sigue presente en los negocios que mantiene.
“Ya cerraron los negocios, pero estoy pendiente de todo, de la familia”, señala.
Doña Ofelia tiene 92 años y solo un problema de salud en la columna es lo que le ha impedido irse de viaje cada vez que lo desea, pero tampoco la detiene, pues acaba de regresar de Estados Unidos, donde estuvo con sus hijos.
Ella continúa disfrutando de haber sido una mujer libre, independiente, acompañada por un hombre que le permitió ser y que le ayudó a crear negocios, respetando sus ideas, indica.
Doña Ofelia no sabe porque en ese tiempo no existían los términos ‘emprender’ pero está segura, que, teniendo las herramientas adecuadas, todas las mujeres pueden crecer y hacer más grande este municipio, pues muchas son jefas de familia.