Desde Nayarit, ‘Doña Chepi’ llega a Escuinapa con su tejuino para sacar adelante a sus siete hijos
ESCUINAPA._ Un día, doña Josefa García Barraza, ‘Doña Chepi’, salió de su pueblo en Nayarit para llegar hasta este municipio y pasar unos días en un baldío acompañada de sus siete hijos.
No imaginaba entonces como una bebida de maíz fermentado se iba a convertir en el sustento de su hogar y ahora en el de más de 10 familias a los que enseño a hacer tejuino.
Doña Chepi pica el hielo con fuerza para despachar un tejuino, mientras su relato evoca a ese muchacho que, en la cocina de una fonda, le decía que estaba cansado para hacer tejuino, no le alcanzaba el tiempo, por lo que ella decía “yo te ayudo”.
Ella continuaba trabajando en las fondas y ayudando al muchacho, ya había pasado por ir al campo al corte de chile, de hortalizas, era un trabajo cansado, pero siete pequeños que eran su equipo esperaban en casa.
“Nunca vi el tejuino como una opción de trabajo, pensaba ‘esto no me da para comer’ y cuando me quedé sin trabajo en las cocinas, empecé a vender y miré de eso me mantuve y se mantienen mis hijos”, expresa.
Ella no fue de las pioneras en vender tejuino, indica, pues llegó hace 42 años cuando el popular ‘cocochas’ ya estaba en el mercado municipal, ella solo decidió aprender y con eso alcanzó para mantener a sus siete hijos y que por lo menos cinco de ellos emprendieron su negocio junto con sus esposos, por lo que la red de venta se extendió, en un hecho que no imaginó nunca.
“Todos mis hijos aprendieron a hacer tejuino, pero cinco sí se dedican a eso, sus esposos, en el caso de una hija, ya su ex esposo, cada quien le pone su estilo, su forma para vender”, explica.
Algunos optan por echar más hielo, más limón o sal en la preparación, ese sí es el estilo que cada uno está dando, pero hoy ve cómo esta bebida es el sustento de varias familias, una bebida que pensaba que no tenía ‘chiste’ ofrecerla.
Ella ya realiza esta labor para salir de casa, llega a su punto en la calle Miguel Hidalgo y Francisco I Madero para poder tener contacto con la gente, para poder seguir con esa vida de actividad que tiene desde hace 42 años, de venirse empujando la carreta desde su casa, la que ya tiene desde hace años.
Le gusta vender tejuino, aunque en ese punto en el que está es porque hace por lo menos 37 años que su nieto la seguía gateando hasta el parque Miguel Hidalgo, por lo que decidió establecerse cerca de la casa de su hijo para que su nieto no fuera tan lejos.
“El punto de venta nunca me ha preocupado, mis clientes me siguen, ya lo vi en Culiacán cuando vendía porque mi mamá estaba enferma y necesitábamos medicamentos, en Mazatlán cuando me puse por el Libramiento 2, y en Concordia cuando emprendí la venta junto con un compañero, si les gusta, la gente va y te busca”, expresa mientras se ríe y recuerda que su nieto ya no gatea a su puesto.
El tejuino le ha dado mucho en todos los aspectos y le agradece, así como a la gente del municipio que le dio la mano cuando llegó desde Sayula hasta este lugar.
“La gente de Escuinapa es buena, me ayudó mucho, me daban comida, me ayudaron, aquí crecieron mis hijos, aquí me quedaré, porque mis hijos son mi pueblo, mi colonia, todo, donde ellos estén, estoy bien”, dice.
Con 70 años agradece lo que se le ha dado, agradece haber salido de su pueblo con la decisión de no volver pues era víctima de violencia por parte de su familia, agradece que su ex esposo se haya ido, aunque la responsabilidad de criar a siete hijos sola no fue fácil pero aquí sigue, ofreciendo la bebida a la que no le apostaba y que terminó dándole todo.