|
Pareja

Belén y Enrique, un amor que se fortalece en la adversidad

La pareja de Rosario ha logrado sobrellevar la enfermedad y las dificultades económicas a favor de su relación
14/02/2025 09:34

ROSARIO._ Con una alegría que no opaca la noticia de un tumor y las dificultades económicas que los aqueja, Belén Acuña Cervantes y Enrique Luis Castañeda Plazola comparten que el amor que una vez los unió ha sido la fortaleza en la adversidad.

Belén, aunque tímida, es firme en el amor que siente por él, y Enrique, a pesar de que su padecimiento prácticamente lo ata a una silla de ruedas, desborda alegría que cuando se refiere a su esposa lo hace extender una sonrisa.

El tiene 54 años y ella 39, pero para Belén no significa nada los 15 años de diferencia, pues es más grande el amor, comprensión y alegrías que le da.

“Él es mi fortaleza, y le digo que cuando se vaya yo digo me voy a ir también”, sostiene Belén, sin dejar espacio a titubeos.

$!Belén y Enrique, un amor que se fortalece en la adversidad

Fue hace alrededor de 14 años cuando decidieron en primer lugar se novios mientras ella vendía escamochas en el que fuera su barrio, “La Cruz”, y refiere que Enrique trabajaba en un depósito donde primero fue su cliente y después buenos amigo.

“Yo vendía escamochas, y siempre hemos sido amigos; siempre llegaba y le vendía, así nos fuimos conociendo bien y así nos enamoramos nosotros”, expuso Belén.

Pese a las dificultades de Enrique para hablar, enfatiza, que desde la primera vez que le compró una escamocha se enamoró de ella.

Su problema de lenguaje expuso que es de nacimiento, por lo que le cuesta expresarse, al tiempo que sostuvo; “cuando nací mi madre hizo un coraje”.

Las dificultades motrices llegaron de la mano de un tumor en la espalda baja, mismo que le fue diagnosticado hace poco más de dos años, tiempo desde el cual se mantiene a la espera de que en IMSS le den la cita para que lo operen.

“Caminaba bien él, andaba en bicicleta, para todos lados andaba. Tiene como dos años malito él”, señala Belén, quien amorosamente interpreta las palabras de su esposo.

Refirieron que después de tres meses de novios decidieron vivir juntos y para un 3 de mayo, cumpleaños de Enrique, casarse por el civil.

Tiempo en el cual se mudaron a una pequeña casa que habitan actualmente en la colonia Calderón para convertirla en su hogar.

Enrique confiesa que él desea casarse por la iglesia con su amada esposa, pero ella le da largas por vergüenza.

“¡Ay no! Ya tenemos mucho tiempo así... ¿Qué nos va a decir la gente?, le digo”.

Para sostenerse, indicaron que debido a su padecimiento el trabaja apuntando en un billar de la ciudad, donde también aprovecha para vender dulces, y ella recorre las calles o se coloca en establecimientos vendiendo palomitas, pipitorias y mazapanes.

Sobre tener hijos, reconoce ella que no se ha cuidado pero no ha podido concebir, aunque sostiene que así está bien pues sería complicado ya que en ocasiones no tienen ni para comer.

No obstante a cada interrogante se sostienen la mirada toda vez que ella reitera que lo más importante es que se tienen el uno para el otro y eso es suficiente.