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Historia

Annyta dejó lista su maleta para emprender un viaje lleno de luz

Anny Beatriz partió físicamente hace 4 días, duró dos años esperando un trasplante de hígado que finalmente no se pudo realizar

ESCUINAPA._ Una adolescente sonriente de mirada brillante se muestra en una fotografía adornada con flores, cerca de ella la luz de una veladora la ilumina su casa que esta llena de flores, Annyta sigue presente.

Anny Beatriz Troncosa Ramírez partió físicamente hace 4 días, este lunes recibió un homenaje, este 14 de octubre que se celebra el día mundial de trasplante de órganos y tejidos.

Annyta como le gustaba que le llamaran, dejó en casa decenas de libros, un labial que encargó y llegó por paquetería, legos, libros con sopas de letras, también una maleta lista para un llamado que esperó durante dos años para un trasplante de hígado.

Está su expediente con el número de folio de espera, el expediente que en mayo parecía que había llegado a su fin cuando les llamaron de que había un hígado listo para ella, pero que finalmente no se pudo donar debido a que dio positivo a hepatitis A, relata su mamá Raquel Ramírez Simental.

“Ese fue un golpe muy duro, cuando nos llamaron en mayo nos fuimos rápidamente al aeropuerto, al llegar allá ya nos esperaba una ambulancia, pero no se pudo donar el hígado”, expresa.

La ‘patroncita’ como era llamada en el Hospital al llegar de tres meses de edad por una artesia biliar, no se le pudo hacer el procedimiento médico pero su comunidad no dejaba de orar para que este órgano llegara.

El hígado no llegó, pero Annyta trascendió dejando un gran legado como maestra de vida, señala su madre Raquel y lo observa en casa, en la familia, en sus amigos, en los médicos, en todo aquellos a las que su hija tocó con su luz.

La adolescente, que celebró este año su segundo día del estudiante, no hablaba de la muerte, no porque fuera imposible, sino porque cada día era un regalo de vida, al que después de su cirugía paliativa a su problema de vías biliares a los 3 meses, su pronóstico de vida era de 3 años y pasaron 10 más.

“Anny era una niña vivaz, transmitía luz, tenía actitud ante la vida, jamás se dejó vencer, veía los problemas como retos, era empática, amable, gentil, era una chispita, muy alegre”, señala su mamá.

Su problema de salud no era común, son escasos los niños que lo padecen, la atresia biliar es la falta de formación de los ductos biliares, el campo médico lo estudia, pero aún se siguen buscando alternativas, pues no hay una solución más que el trasplante.

Ella era consciente de su enfermedad, por ello tenía una disciplina muy marcada con sus medicamentos, un control sobre sus alimentos, pero también tenía definido como quería vivir y lo hacía al extremo.

Le gustaba viajar y coleccionar imanes, también escuchar a los grupos de K-pop coreanos, hace unos meses emocionada fueron a un concierto de Blackpink un grupo musical de chicas, fue un esfuerzo económico importante pero la felicidad que ella tuvo hizo que todo valiera la pena, explica Raquel.

Además de su gusto por la música o armar legos, Annyta gustaba de la belleza, de cuidar su piel, de hacer skin care, de estar siempre impecable y aunque su cabello era rizado, le gustaba plancharse el pelo, expresa su mamá mientras sonríe mientras la describe.

Annyta a quien le gustaban las emociones fuertes, como subirse a la tirolesa, tuvo una recaída de su salud que no esperaban, pero como siempre estuvo acompañada de su mamá, juntas, como lo hicieron desde los 3 meses de edad, desafiando al mundo y a las expectativas médicas.

“Tuvo dos infartos y pasé a verla, le dije ‘eres una niña hermosa, gentil, amorosa, guerrera, todo lo has hecho muy bien, eres una cabrona’, porque sí lo era, ella sabia vivir”, dice Raquel.

Un nuevo infarto provocó que Annyta no volviera, ahora era libre y, aunque la intención era donar sus órganos para que sirviera a algún niño o niña en lista de espera, esto no se pudo realizar, no fue médicamente posible.

“Sí donar sangre es difícil, no hay esa cultura, donar órganos lo es mucho más en México, creo que ese es el legado que nos deja, empezar a hacer conciencia, con nuestros amigos, con nuestra familia, la importancia de una donación da posibilidades de vida a niños, niñas que esperan por un órgano”, expresa.

Raquel aún tiene a su hija en casa, ha decidido esperar para llevar sus cenizas a un lugar especial, mientras desea tenerla en casa, porque sí algo extraña es la luz que Annyta irradiaba.