Novak Djokovic gana, pero se asoma al precipicio en Wimbledon
LONDRES._ Novak Djokovic pasó uno de sus peores tragos en Wimbledon en mil 819 días. No estuvo a un punto de perder, como ante Roger Federer en la final de 2019, pero tuvo que remontar, por séptima vez en su carrera, dos sets ante Jannik Sinner (5-7, 2-6, 6-3, 6-2 y 6-2) para meterse en semifinales de Wimbledon por undécima vez en su carrera.
El serbio levantó dos sets en contra en la Catedral por tercera vez en su vida y por primera vez en los últimos siete años. Sin perder desde el 12 de julio de 2017 en estas pistas, Djokovic puso en juego un récord de 25-0 desde que cayó con Tomas Berdych hace cinco años. 1.819 días sin conocer la derrota en el All England Club y en su poder la tercera mejor racha en hierba de la historia, por detrás del 41-0 de Bjorn Borg entre 1976 y 1981 y el 65-0 de Roger Federer entre 2003 y 2008.
Ya son mil 820 días los que acumula sin derrumbarse el serbio, que hizo su peor partido del torneo contra un Sinner crecido, pero que supo recuperarse a tiempo para seguir en la búsqueda de su vigésimo primer título del Grand Slam, el que le dejaría a uno del récord de 22 en poder de Rafael Nadal.
Fue el peor Djokovic de este Wimbledon. Amagó con despachar rápido a Sinner, verdugo de Carlos Alcaraz en octavos, pero el 4-1 del que dispuso en el primer parcial se le cayó demasiado pronto.
Sinner, con mucha más rabia y carácter que el día de Alcaraz, tuteó a Djokovic, obnubilado por uno de esos días en los que pierde la cara de chacal y muestra la de desesperación.
El 4-1 se le escurrió entre las manos y Sinner se impuso en un abrir y cerrar de ojos por 5-7. Un aviso serio para Djokovic, que empezó a fallar como un poseso. El segundo set debe figurar entre los peores que ha jugado en este recinto en los últimos años. No generó ni un punto de rotura, perdió en dos ocasiones su servicio, solo ganó cuatro puntos al resto y apenas colocó cinco golpes ganadores.
El italiano, como un avión, se colocó con dos sets de ventaja, una situación en la que Djokovic solo ha emergido en seis ocasiones en la historia, la última de ellas en la final de Roland Garros en 2021 contra Stefanos Tsitsipas. Wimbledon le ha visto levantar esa desventaja en dos ocasiones, en los octavos de final de 2015 contra Kevin Anderson (ganó el torneo) y en 2005 contra Guillermo García López (perdió en tercera ronda).
Y a Sinner, con la primera gran victoria de su carrera en la mano, se le apagó la magia. Su casi 1,90 se diluyó en un escenario idílico para el serbio; el mental. A sus 20 años, Sinner es inexperto en estas batallas, no tiene las tablas de derrotar a un miembro del ‘Big Three’ ni de jugar unas semifinales de Grand Slam. De hecho estos eran sus primeros cuartos de final en Wimbledon, terceros en el general de los ‘majors’.
Estuvo cerca de mandarlo todo al traste en el ocaso del cuarto set, cuando se fue al suelo intentando devolver una dejada de Djokovic. Terminó dolorido de un tobillo y ayudado por el serbio. Tras unos segundo de incertidumbre, pudo seguir jugando.
No terminó en retirada su encuentro, pero para cuando se cayó ya estaba muy fuera. En cuanto el partido pasó al aspecto psicológico, Djokovic se encerró en su raqueta y dejó de fallar. Levantó un muro, cometiendo solo tres errores en el tercer parcial, ocho en el cuarto y tres en el quinto. Le sometió con un parcial de juegos de 17-6.
La remontada, sellada en tres horas y 35 minutos, no rezumó épica ni visos de leyenda. Fue una levantada casi rutinaria y esperada desde que abrochó el ‘break’ en el tercer parcial.
Djokovic vivirá este jueves sus undécimas semifinales en Wimbledon, con la opción de disputar su octava final. Su rival saldrá del duelo entre el belga David Goffin y el británico Cameron Norrie.