"Novak Djokovic es pentacampeón en Roma"
ROMA._ El serbio Novak Djokovic, número 1 del ránking ATP, conquistó este lunes el Masters 1.000 número 36 de su carrera, al doblegar por 7-5 y 6-3 al argentino Diego Schwartzman en la final del torneo de Roma, del que ya es pentacampeón.
Djokovic, que solo perdió un partido este año, por descalificación en los octavos de final del Abierto de Estados Unidos por su involuntario pelotazo a una jueza de línea, se hizo con el título número 81 de su carrera.
Schwartzman se rindió en una hora y 53 minutos, después de vivir un torneo excelente en el que consiguió eliminar al español Rafa Nadal, ganador de las últimas dos ediciones, en los cuartos de final.
Fue igualmente una semana inolvidable para Schwartzman, que tras vivir unas tempraneras eliminaciones en el Abierto de Estados Unidos, cuando perdió ante el británico Cameron Norrie, y en Kitzbuhel, logró eliminar a Nadal, nueve veces campeón en Roma, y al canadiense Denis Shapovalov en las semifinales, tras una batalla de tres horas.
Unas hazañas con las que Schwartzman se ganó hasta las felicitaciones de su ídolo Diego Maradona: “Felicidades Peque Schwartzman!!! Vos jugás con una red de volley y, así y todo, estás en la final. Para mí, ya sos campeón”, escribió el exjugador argentino en Facebook.
Y de hecho Schwartzman es, con sus 170 centímetros, el jugador más bajo capaz de alcanzar la final en un torneo Masters 1.000.
En la pista, por otro lado, el desafío era enorme. Se medía con un Djokovic que disputaba su décima final en Roma y que peleaba por el título número 81 de su carrera, el 36 en un Masters 1.000, y que acaba de superar a su ídolo estadounidense Pete Sampras con 287 semanas al frente del ránking ATP.
Y el partido no pudo empezar mejor para Schwartzman, que quitó el saque a Djokovic dos veces consecutivas y que se escapó rápidamente hasta el 3-0, al tiempo que un poco de lluvia empezó a caer en la capital italiana.
El serbio, que había dado ya muchas señales de nerviosismo en las últimas semanas, volvió a mostrar su malestar. Tras ser descalificado en el Abierto de Estados Unidos por dar un involuntario pelotazo a una jueza de línea, romper una raqueta en los cuartos de final en Roma y tener unas duras discusiones con el juez en las semifinales, esta vez se mostró fastidiado por tener que seguir jugando mientras aumentaba la intensidad de la lluvia.
“¿Está lloviendo? ¿En serio? No me había dado cuenta”, dijo en inglés a su entrenador, el eslovaco Marian Vajda, al irse a sentar con un 3-0 adverso, con clara intención de que el juez le escuchara.
Pero el serbio sabe gestionar la presión y tras liberar su rabia cambió de “chip”. Recuperó las dos roturas y encadenó cuatro juegos consecutivos para ponerse por delante.
Schwartzman interrumpió su sequía y anuló una bola de set con 4-5 en el marcador, pero entregó el saque con 5-6, con una doble falta incluida, y perdió el primer parcial 7-5 en una hora y once minutos de partido.
Con la fe y el compromiso que marcaron todo su torneo, el argentino logró una rotura para abrir el segundo set, pero Djokovic se la devolvió de forma inmediata y anuló otras dos oportunidades de quiebre con el 2-2 en el marcador.
Fue la última opción que Schwartzman consiguió para intentar cambiar el destino del encuentro. Djokovic aumentó el nivel de sus golpes de manera vertical cuando veía acercarse la meta y quitó el saque a cero con 4-3 para abrirse el camino para el definitivo 6-3.
Quinta corona en Roma para Djokovic, que no ganaba en esta tierra batida desde 2015, y que llegará al Roland Garros con una racha de 31 victorias y una sola derrota este curso, decidido a conquistar su decimoctavo título en los “Grand Slams”.