Marcela Prieto, una caída rompió con su sueño olímpico
Su cuerpo muestra los estragos de la caída. El costado derecho está casi cubierto por gasas de color blanco. Su brazo con un ligero hematoma, su muslo rasgado, su rodilla casi reventada y los ojos cristalizados, muestran a Marcela Prieto como una guerrera que acaba de librar su batalla sobre el asfalto de París.
“Con un trago amargo. Creo que no esperaba esto. Me sentía muy bien. Y no terminar, pues, es triste”, dijo apenas llegó a la zona llamada “box” en donde arriban las ciclistas al final de los 158.5 kilómetros sobre las calles de la capital francesa. Justo a los pies de la emblemática Torre Eiffel.
Marcela había dispuesto una carrera complicada, la presencia de las mejores del mundo como la medallista mundial, la neerlandesa Marianne Vos, la estadounidense Kristien Faulkner, quien estaba dispuesta a escribir su historia en esta competencia, eran las principales rivales, aunque ella llegó de último momento a su selección.
Desde la salida en Trocadero, tuvo el presentimiento de que algo bueno estaba por suceder. Había confianza porque el trabajo realizado en varias competencias en América y más reciente en España, le daban seguridad para pensar de esa manera.
En la línea de salida y, luego que la ex estrella del ciclismo francés, Jeannie Longo, diera el toque de partida, y el presidente de la UCI, David Lappartient, soltara la justa, Marcela presionó su pedal para encaminarse al recorrido, confió en ella misma y acompañada del destino se perdió entre el pelotón multicolor.
Los primeros kilómetros fueron controlados, es decir, nadie intentó una fuga. Hacerlo temprano era arriesgarse con menoscabo. Marcela se mantuvo a rueda en espera del primer jalón. La eslovaca Nora Jensucova intentó el primero, y se sumaron la vietnamita Thi That Nguyen y israelí Totem Gafinovitz, pero fueron copadas de inmediato.
Marcela se mantuvo expectante y siguió viva en el pelotón. Pasado el tramo más difícil, se adentraron a un breve descenso en donde Marcela perdió el control y cayó. Sintió cómo su cuerpo voló y sufrió algunos raspones.
“Me sentía muy bien. Iba en el grupo principal. Tras una caída que tuve, no vi una banqueta. Una banqueta que todas lograron salirse y yo me fui al piso”, comentó.
Fue auxiliada y como pudo trató de sobreponerse, pero el cuerpo no respondió. Estaba adolorido por el fuerte impacto. En ese momento fue un mar de confusiones. No podía creer cómo su sueño olímpico había terminado en el kilómetro 80.
“Sentí impotencia. Porque había trabajado duro para estar aquí. No fue de un año, sino de muchos. Fueron varios años atrás los que estuve trabajando. De llegar a Europa y prepararnos en competencias importantes y meternos en podio. Pues aquí no queda. Creo que voy a seguir intentándolo”, afirmó.
Sin embargo, pudo agradecer que no pasó más allá de una serie de raspones porque “vi cómo volé, di como dos vueltas, me levanté, seguí con la cadena floja, pero ya no pude y así me fui hasta el kilómetro 115 cuando ya no me dejaron.
“Trabajé duro y para mí no terminó aquí. Voy a otras competencias y me gustaría demostrar lo que tenemos en México y demostrar de la mejor manera en competencias. Ahora tengo frustración e impotencia. Pero estar aquí me hace sentir contenta, feliz de estar en el arranque con todas ellas. Y de estar entre las mejores del mundo. Creo que es un gran orgullo”.
Al final, Marcela sólo pudo saber cómo la estadounidense Kristen Faulkner (3:59:23 horas) daba a su país el oro y terminaba con un compás de espera de 40 años para que otra estadounidense subiera al podio olímpico, luego de Connie Carpenter en Los Ángeles 84.
Desafió el asfalto parisino para vencer a la favorita, la neerlandesa Marianne Vos, quien a sus 37 años de edad se conformó con la plata con 4:00:21 y el bronce para la belga Lotte Kopecky con el mismo tiempo en un sprint de alarido en la meta de Trocadero.