"La fiesta se tornó gris en juego inaugural de Cañeros de Los Mochis"
LOS MOCHIS._ La fiesta inaugural de la Liga Mexicana del Pacífico en el inconcluso Estadio Emilio Ibarra Almada arrancó con una colorida lluvia pirotécnica, pero sobre el final se tornó gris, y hubo fortuna de que no resultara trágica.
A las 18:00 horas abrieron las puertas del inmueble, que está a medio construir debido a un retraso considerable en la obra, pero aún así se cobró la entrada ante Yaquis de Ciudad Obregón como si se tratara de un estadio en forma: los boletos iban de los 75 a los 450 pesos. 'No tiene finta de estadio eso', comentaban algunos aficionados.
El primer inconveniente que reclamaron muchos fue la falta del estacionamiento, que fue utilizado para 'embodegar' la maquinaria y el material de obra, por lo que, quienes llegaron más tarde, tuvieron que dejar sus vehículos a varias calles de distancia. 'Lo bueno es que vienes a caminar, te ejercitas, y luego ya te sientas a ver el beis y echarte tus chelas con unas papas', expresó una joven que sufría el camino con zapatillas. Pero todo se olvidaba al llegar al recinto beisbolero, pues las penas se iban sacudiendo al ritmo de Los Reyes de Sinaloa.
Esa falta de estacionamiento fue aprovechada por el Centro Escolar del Noroeste, que abrió el suyo al público por la módica cantidad de 20 pesos.
El protocolo inaugural se desarrolló con sonrisas en los rostros y aplausos en las gradas. La primera bola fue lanzada por Francisco Puello Herrera, de la Confederación de Beisbol del Caribe, y un representante de Grandes Ligas en México; batearon Omar Canizales y Chema Leal; y los cátcheres fueron Joaquín Vega y Ramón Orantes. El Alcalde de Ahome, Manuel Urquijo, sólo observó y aplaudió desde su home plate categoría VIP.
El play ball se cantó en punto de las 20:00 horas, con casi nueve mil aficionados en las butacas y el zurdo dominicano Luis Manuel Pérez en la loma, a quien le atizaron en la cuarta entrada y le produjeron cuatro carreras.
Los verdes habían hecho la de la quiniela en la ronda anterior, con elevado al central de Jay González. Y fue el único festejo para los mochitenses.
Desde el inicio del partido, un grupo de trabajadores de la obra fue observado en el tercer nivel del estadio, sobre el lateral derecho, aún en construcción, ingiriendo bebidas embriagantes, bailando y echando relajo, y los aficionados les festejaron sus gracias. Varias veces se les pidió que se bajaran, pero no obedecieron.
Se cerraba la fatídica séptima entrada cuando uno de los trabajadores se resbaló y se precipitó hasta el suelo, en la caída golpeó de costado el techo de la planta baja, y cayó en una zanja.
El lesionado fue atendido por elementos de Bomberos, Protección Civil y paramédicos de una empresa privada contratada por el club; fue trasladado a una clínica del Seguro Social. Minutos después fue identificado como Édgar 'M', de 37 años, originario de Guadalajara, quien llegó a la obra como parte de la cuadrilla de electricistas de una empresa subcontratada.
El paramédico que lo atendió reportó posibles fracturas en húmero izquierdo y en tibia y peroné de la pierna izquierda, comentó que el hombre perdió el conocimiento de forma momentánea y reaccionó durante el trayecto al hospital. El presidente de Cañeros, aunque consideró que no recae alguna responsabilidad al club por tratarse de una imprudencia del propio trabajador, sí se comprometió a otorgar todo el apoyo para su recuperación.
El out 27 cayó, decretando la primera derrota para Cañeros de Los Mochis en su 'nueva era'.
En algún momento del partido, alguien en el área de prensa dijo: si Cañeros gana, a la gente no le va a importar si las condiciones del estadio no son óptimas, si no sirvió la pantalla o si su seguridad está en riesgo, todo se va a olvidar y en el próximo juego estará lleno. Pero perdieron.