"Una enfermedad extraña empeora la pobreza de Virginia"
Virginia desea estar de pie, caminar y correr por cada rincón de Villa Juárez, sin embargo, no puede: una enfermedad la mantiene en cama desde hace más de 20 años.
Su vida ha estado en un mismo sitio, pero en dos puntos diferentes. En la noche encerrada en un cuarto y, cuando sale el sol, en el patio, debajo de un árbol, postrada en un viejo y sucio colchón.
No puede valerse por sí misma y no es dueña del control de sus movimientos corporales. A cada instante se dobla y avienta sus extremidades sin saber dónde pegarán.
Ponerse boca abajo es un viacrucis y mantenerse en esa posición, igual. Para controlar el movimiento de uno de sus brazos, Virginia coloca una bandeja sobre él, y arriba, botes con tierra.
El peso de los botes de tierra por encima de la bandeja triangular, ayudan a que un brazo deje de moverse y descansar un poco.
Su cintura reciente los movimientos involuntarios de todo su cuerpo, hay cansancio, dolor, desea que alguien le ayude.
"Me duele la cintura de tanto tiempo de estar doblada", manifestó.
'Todos los días hago oraciones’
Cuando el sol se oculta y cae la noche en esa sindicatura de Navolato, una de sus hermanas la jala del viejo colchón, la coge de la cintura y la traslada hacia un cuarto donde en el suelo hay un colchón.
Virginia cree en Dios y, antes de dormir, ora por la seguridad de su familia, porque la comida no falte y porque su cuerpo sane.
"Pido a Dios me ayude a aguantar, a no sufrir, y sé, Dios me va a ayudar a sanar mi cuerpo, todos los días hago oraciones".
A pesar de su problema físico, escucha y responde con rapidez cada pregunta que se le hace y hasta bromea, y ríe. Habla español y triqui.
Ella dice que tiene 24 años, pero su padre menciona que tiene 34. Sin embargo, ninguno sabe qué enfermedad tiene.
Virginia recuerda que años atrás escuchó que alguien le dijo no tenía cura. El mensaje la entristeció y la hizo llorar.
El origen
Pedro, su padre, recuerda que su hija fue normal en los primeros años de vida, pero después todo cambió. No sabe si una caída fue la responsable de su estado.
Virginia es indígena, originaria de Oaxaca, estado que sus padres tuvieron que abandonar en busca de una oportunidad laboral.
Ella, sus padres y hermanos llegaron a Villa Juárez donde siempre han trabajado en los campos agrícolas. De los cortes de hortalizas han salido adelante.
Mientras su papá y mamá trabajan, espera en cama ubicada debajo de un árbol, donde unos hules negros sirven de techo para protegerla de los rayos del sol.
Sus pies están protegidos con calceta doble, con la finalidad de no lastimarse cuando sus extremidades inferiores involuntariamente se mueven.
"Quisiera salir caminando, pero no puedo, tengo que estar echada en la cama, tampoco me puede sentar", mencionó Virginia Celestino Sánchez.
Hace años unas personas de la religión Testigos de Jehová la llevaron a recibir terapias, pero sólo la pudieron llevar a tres sesiones. Sus padres tampoco pudieron continuar con ese proceso. No hay cómo trasladarla.
Un tiempo tomó medicamentos que la ayudaron a controlar un poquito sus movimientos involuntarios.
Le gustaría tener un diagnóstico médico y ver si todavía se puede hacer algo, pero no puede por falta de dinero.
Las peticiones de Virginia
Para enfrentar su situación, Virginia quisiera un colchón en mejores condiciones, así como otro abanico, porque el que tiene, no es suficiente para tanto calor.
Pedir un colchón a sus padres, es demasiado, el sueldo que ganan como jornaleros agrícolas es insuficiente. Apenas alcanza para comer. El caldo de pollo, es su comida favorita.
Virginia confía en que Dios la habrá de ayudar y su cuerpo algún día sanará. La fe nunca la perderá, externó.
¿Cómo ayudar?
Virginia necesita un colchón en buen estado, así como un abanico. Si gusta ayudar, puede llamar a las oficinas de Noroeste al 7-59-81-00.