"Reynalda marcha para encontrar a Neto, un joven de 16 años que la Policía de Culiacán se llevó y no aparece"

"En un principio, Reynalda aseguró que no estaba segura de marchar, como era el plan, de La Lomita hasta el Palacio Municipal, a donde exigiría verse, por tercera ocasión, con el Presidente Municipal de Culiacán, Jesús Estrada Ferreiro"

La última vez que Reynalda miró a su hijo Neto, de 16 años, ella estaba esperando el urbano en una de las calles de la Colonia Adolfo López Mateos: él iba en una motocicleta de renta, por la que pagaba 600 pesos a la semana para hacer mandados y trabajar como ayudante de albañil, a una tortillería.

Luego ya no supo de él. Hoy asegura que tiene testigos, que sabe que mientras él hacía cola en la tortillería una patrulla de la Policía Municipal de Culiacán, marcada con el número 0138, llegó al lugar, sus agentes bajaron y se lo llevaron.

Le hicieron preguntas sobre la motocicleta, revisaron el número de serie y “Neto”, como le dicen a Javier Ernesto Vélez Pulido, desapareció después de que se lo llevaron los policías, el 8 de diciembre de 2020.

“El niño se ríe, pero no se ríe por maldad, se ríe de nervios. Por eso a mí no me van a venir a decir que 'el Neto asaltaba', que 'el Neto era puntero', que 'el Neto era esto', porque yo lo conozco, es mi hijo”, dice.

Son después de las nueve de la mañana al pie de las escalinatas del templo de Nuestra Señora de Guadalupe, La Lomita, en el extremo sur de Culiacán y Reynalda se funde en un abrazo con media docena de jóvenes de entre 15 y 16 años que son amigas del 'Neto', sus más fieles acompañantes, además de su pareja y Axel, su hijo más pequeño.

En un principio, Reynalda aseguró que no estaba segura de marchar, como era el plan, de La Lomita hasta el Palacio Municipal, a donde exigiría verse, por tercera ocasión, con el Presidente Municipal de Culiacán, Jesús Estrada Ferreiro.

Luego de hablar con algunos reporteros, siempre sí, emprende la marcha; no son ni la decena de manifestantes, pero sí están equipadas con lonas impresas con la ficha de búsqueda de Neto, mantas claras con mensajes manuscritos con chinola negra y una cartulina blanca.

Circulan por el carril de extrema izquierda de norte a sur, pero vienen en sentido contrario, apoyado por una patrulla de Tránsito y un par de motocicletas.

La marcha avanza y tomar fuerza. Reynalda y las chicas gritan con más ganas, aún y con la indiferencia de muchos conductores y transeúntes.

“¡Queremos a Ernesto¡, ¡todos somos Neto!”, repiten.

Cuando la marcha llega a su fin, Reynalda está por estallar.

“No me voy a mover de aquí hasta que me atienda (el Presidente Municipal)”, dice casi para sí, y luego grita para que la escuchen todos, en especial los agentes preventivos de la propia Policía Municipal que están en la entrada del Palacio Municipal.

“No ha querido atenderme, me ha cerrado las puertas, dígame dónde está la patrulla, la patrulla que se llevó a mi hijo de tan sólo 16 años. ¡Quiero a mi hijo!”, descarga.

“Si fuera puntero o asaltante ya supiera dónde está y no lo buscara; quiero a mi hijo, señor, usted dígame dónde está su patrulla”.

Luego recordó que la han buscado a través de las redes sociales y con mensajes a su celular, en el que personas desconocidas le piden 15 mil pesos para regresarle a Ernesto.

“No tengo dinero”, asegura.

Y recuerda que la casa en la que vive la invadió cuando estaba sola y lo hizo para meter ahí a sus tres hijos. Hasta hace poco, Reynalda era empleada de una gasolinera en la colonia Buenos Aires.

También asegura que no hay avances de la Fiscalía General del Estado en las investigaciones, que la mayoría de los datos sobre la desaparición han sido aportados por ella misma, pero hay preguntas de las que necesita respuesta.

Como catarsis, Reynalda las grita con coraje, como para no ponerse a llorar.

“¿Cómo sé yo que la patrulla no existe? Y si no existiera, ¿por qué permite, que exactamente, según ellos, patrullas clonadas se lleven a criaturas inocentes que no han hecho nada?, porque mi hijo era inocente, o es, no sé. Mi hijo es inocente de cualquier porquería que hagan aquí en Culiacán, cosa que no me interesa que hagan, quiero a mi hijo nada más, no busco a culpables, no busco a nadie, solo yo sé eso de la patrulla porque me lo dijeron, porque tengo testigos, por eso, ni siquiera les han hablado a los testigos para que vayan a declarar, ni siquiera eso”, reclamó.

Javier Ernesto, su madre y sus hermanos, llegaron a la colonia Adolfo López Mateos hace cinco años.

Sufrió un accidente por atropellamiento el año pasado y dejó de estudiar cuando estaba en segundo grado de la Secundaria.

“Pero yo hice que sacara la secundaria abierta, ahorita ya iba a entrar a la escuela (prepa), pero ya ves que salió lo del Covid, cerró el DIF de El Vallado, donde el sacó (la secundaria), no le sacaron su certificado, de hecho yo ya iba a ponerlo a estudiar y haz dice cuenta que pues él, prácticamente tenia otros... él quería que yo le pusiera un taller de motos”, recuerda entre sollozos.

“De hecho, te... desarmaba una moto y te la volvía a armar, te la arreglaba, y él quería que yo lo apoyara, pero no tuve dinero para apoyarle en ese aspecto, de poner un taller de motos”.

Por momentos, Reynalda asegura que ya no puede más.

“Yo ¿cómo me voy a resignar a encontrar a mi hijo muerto?”, se cuestiona por la sugerencia que le han hecho algunos grupos de búsqueda de personas desaparecidas.

“Yo lo único que quiero saber es que me digan dónde está la patrulla que se llevó a mi hijo, yo no puedo buscar por ningún lado, ellos (policías) dicen que lo entregaron a la maña (mafia), y la maña dice que lo tienen ellos, ¿por qué (lo sé)?, porque ya pregunté... arriesgándome, arriesgándome que el día de mañana yo aparezca muerta, ¿por qué?, porque esto no es... ¿cuántos niños no habrán levantado?, y ¿qué hacen?, nada. Dicen que los entregan por 10 mil pesos, me los hubieran pedido a mi, pero te lo juro que yo no tengo dinero”, expresa dolida.

“Yo no sé a dónde ir, yo no sé dónde buscarlo; ya no puedo, prácticamente estoy muerta en vida... tengo que acarrerar (abraza a Axel), tengo que cargar con todo”.

Después de la marcha, las amigas de Neto seguían acompañando a Reynalda por los pasillos del Ayuntamiento de Culiacán, porque hoy es su cumpleaños número 36.