La pandemia del Covid-19 ha mostrado la necesidad de construir sistemas alimentarios no solo sustentables, sino también inclusivos y resilientes, es por ello que la unidad de inteligencia de “The Economist” en colaboración con el Centro de Alimentos y Nutrición Barilla elaboraron el índice de sustentabilidad alimentaria que examina a los países del G20 en dichos rubros para mostrar los retos que enfrentan y sus áreas de oportunidad.
Para ello se evalúan los sistemas alimentarios de las naciones que conforman el G20, que representa el 60 por ciento de la población, 75 por ciento de la emisión de gases de efecto invernadero y el 80 por ciento de la producción mundial y 60 por ciento de la tierra agrícola, a través de tres pilares fundamentales: la pérdida y desperdicio de alimentos, agricultura sustentable y desafíos nutricionales. Al final el índice inspecciona 38 indicadores y 95 subindicadores.
A nivel mundial los resultados muestran que aún existen muchas oportunidades para mejorar los sistemas alimentarios, ya que en promedio se tiene una calificación de 63, siendo el rubro de los retos nutricionales el que muestra un mejor puntaje con 65, seguido por una agricultura sustentable con 62 y finalmente el área más rezagada es el de pérdida y desperdicio de alimentos con 61.8.
De acuerdo al documento, la producción presente de alimentos alcanza para alimentar a 10 mil millones de personas, sin embargo de los 7.8 mil millones de personas en el mundo, 690 millones sufren de hambre, 49.2 millones de niños tienen retraso en el crecimiento, y 45.4 millones de infantes padecen emaciación; y se estima que el Covid-19 agregará 2.6 millones de personas más con malnutrición para 2022.
Una de las principales razones del desajuste entre la cantidad de alimentos que se producen y el número de personas que pasan hambre, es el volumen de alimentos que se pierden o desperdician, que de acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) es de alrededor de un tercio de todo lo que se produce.
En este sentido los países mejores evaluados fueron Canadá, Italia, Alemania, Japón y Estados Unidos (del 1 al 5 en ese orden). Aunque los niveles de pérdida y desperdicio de alimentos medidos varían, los cinco países demuestran, en general, una fuerte respuesta política a este problema, en especial por que cuentan con legislaciones nacionales enfocados a reducir esta situación, contrario a países como Indonesia y México que lograron malos resultados, ya que alcanzan altos grados de pérdida y desperdicio, y aunque abordan la problemática en cierta medida, hay pocas pruebas de que existan políticas para enfrentar esta cuestión.
En el tema de agricultura sustentable el ranking está encabezado por Corea del Sur, Australia, Alemania y Japón, quienes obtienen buenas calificaciones por el uso del agua y la tierra, disponen políticas que fomentan la gestión sostenible del agua, leyes para proteger a los productores pequeños y protección al acceso financiero para los usuarios de la tierra.
Finalmente Japón, Francia, Reino Unido, Australia y Canadá, lideran el rubro de los retos nutricionales.
México se ubica en la posición 16 de los 20, muy por debajo del promedio del G20 con una calificación de 55.1, tan solo por encima de India, Indonesia y Arabia saudita y por debajo de Rusia y Brasil.
Al igual que en la mayoría de los países, el principal punto de oportunidad se encuentra en la pérdida y desperdicio de alimentos, donde ocupa la posición 18, con un promedio de 43.6, tan solo por debajo de Arabia Saudita.
En esta categoría destaca la cantidad de alimentos desperdiciados por los usuarios finales, ya que se estima que en México se pierden 138 kilos de alimentos por persona al año, de los cuales 94 kilos (68% del total) se desperdicia en casa, 28 kilos (20%) a través de los servicios de alimentos como los restaurantes y 16 kilos (11.5%) en los comerciante minoristas.
Para contrarrestar esto la publicación recomienda, desarrollar una legislación para comprometerse con los objetivos de pérdida y el desperdicio de alimentos, siguiendo las mejores prácticas y las lecciones aprendidas de otros países del G20; explorar asociaciones con las principales empresas o restaurantes para crear iniciativas; animar a los hogares a reciclar los alimentos desperdiciados; invertir en campañas educativas para informar al público sobre el volumen de desperdicio en los hogares, en los servicios alimentarios y el comercio minorista, entre otros.
El pilar en el cual el país tuvo un mejor desempeño fue el de la agricultura sustentable con una evaluación de 62.2, apenas por encima del promedio de 62.1, y ocupa la posición número 7. En este rubro que analiza el uso adecuado del agua, la tierra y el aire, el punto más desatendido en México fue el de la tierra, que considera el uso, la biodiversidad y el capital humano.
Finalmente en la categoría de retos nutricionales, que evalúa los patrones dietéticos, la calidad y expectativa de vida, apenas alcanza una valoración de 59.4, también por debajo del promedio de 65.2, en la posición 15 del ranking.
El área con más oportunidades es el de expectativa de vida, donde se observa una alta tendencia al prevalecimiento de la sobrealimentación y la insuficiente actividad física. En este sentido se recomienda, hacer del acceso a dietas saludables y sostenibles una prioridad política, garantizar que las dietas recomendadas sean sostenibles para el planeta y culturalmente aceptables, e invertir en planes para aumentar la concienciación y el conocimiento, entre otros.
Fuente: The Economist
Redacción: Miguel Ángel Delgado, Analista Económico de la AARC.