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Historia

Mario Omar mantiene el negocio de venta de libros que inició un amigo

El comerciante comenzó lavando carros y estacionándolos, hasta que conoció a Sergio, quien vendía libros y llegó a convertirse en un gran amigo, quién después falleció

CULIACÁN._ Con tablas y cubetas está formado el negocio de la venta de libros de Mario Omar Castillo, que se sitúa en la plazuela que está a un costado del polideportivo Juan S. Millán.

Desde hace tres años, de lunes a sábado, entre las 8:00 a las 17:00 horas, está atendiendo en su punto, en su lugar de trabajo. Contó que hace 28 años, empezó lavando carros y estacionándolos por algunas monedas. Viviendo del diario.

“Yo tengo 28 años aquí. Yo te lavaba carros primero y estacionaba. Luego quitaron la mitad del estacionamiento, el dueño de la cuadra pintó amarillo aquel lado”, comentó Mario Omar.

Con los años, los comerciantes y las autoridades hicieron construcciones y actividades que le dificultaron el seguir viviendo de eso, pues menos gente llegaba con sus carros.

“Antes lavaba 20 o 15 carros diarios. Todo eso se fue acabando”, afirmó.

Luego conoció a Sergio Parra, un vendedor de libros de toda la vida, que tenía una discapacidad, por lo que todos los días le ayudaba a acomodar la mercancía.

“Llegó un señor aquí, se llama Sergio Parra, ya falleció, yo le ayudaba a él a acomodar los libros porque era discapacitado. Cuando ya lo corrieron de ahí, se quedó sin trabajo, ni para la medicina, ni para comer, ni nada. Él vivía solo en un cuarto de renta”, comentó Castillo.

“Entonces yo le dije que tenía un poquito de libros y pedimos entre él y yo unos libros fiados. Fuimos en mi camioneta a comprar libros y empezamos así”, contó.

Mario Omar mencionó que en ese tiempo, Sergio Parra se fue a vivir con él porque ya no podía atenderse solo.

“Después yo me la llevaba, como él vivía solo ahí, yo me lo llevé a vivir a mi casa una temporada. Yo le abrochaba la camisa, los zapatos, le hacía comida, le calentaba agua para que se bañara en tiempo de frío y andábamos juntos para todos lados”, recordó.

Indicó que su amigo se encargaba del puesto y que él lavaba los carros, que eran un equipo.

“Antes de fallecer, ya no podía trabajar. Ya, ya no podía. Entonces me dijo que lo trajera acá a su casa, al cuartito donde vivía, y lo traje, ahí lo deje. Yo lo que ganaba iba y le dejaba ganancia. Hasta que falleció él”, informó Mario Omar.

Así fue como se quedó con el puesto de los libros, honrando a su amigo y viviendo del patrimonio que armaron juntos y que después le dejó.

“Él fue vendedor de libros. El mejor vendedor de libros de todo Culiacán, de Sinaloa de hecho, y él fue el que me enseñó a mí a trabajar en libros. Todavía sigo aprendiendo”, dijo.

Señaló que sigue con el puesto porque le gusta pensar que puede contribuir a la sociedad a través de la venta de libros, aunque ya no le compren como antes.

“El invitar a la persona a que venga a comprar libros, es para que aprenda, para que se haga más sabia la persona, adquiera conocimiento. Le cambia la forma de hablar, la forma de actuar, hay un tema relevante de qué platicar”, opinó.

“Yo no tengo mesas. Yo tengo tablas y cubetas, pero con ganas de vivir, de que siga prevaleciendo la lectura”, manifestó Mario Omar.