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Devoción

Llegan a La Lomita para agradecer a la Virgen de Guadalupe

La conmemoración a la Virgen la hacen desde los feligreses y devotos hasta los vendedores instalados alrededor del templo más popular de Culiacán

CULIACÁN._ Subir las escaleras de La Lomita el 12 de diciembre es una batalla, pero siendo medio día y subir de rodillas, es de integridad.

A los pies de la iglesia estaba el calor, el aroma a veladoras y la multitud de personas que con esperanza, alzaron sus ojos hacia la iglesia.

Así, varios devotos subieron para rendir homenaje a la Virgen de Guadalupe, en su aniversario número 492 desde su última aparición.

Abajo están los vendedores, que aprovechan sus creencias y las de otros para ganar un poco más de dinero, pero lo hacen por amor a su Madre.

María Elvira Pérez, vendedora de veladoras, se sitúa debajo de la iglesia más conmemorada de Culiacán en cada aniversario de la Virgen desde hace 23 años, dijo que es una tradición familiar.

“Por tradición, mi mamá empezó con este negocio y la hija y los nietos seguimos con él”, contó María Elvira.

Isabel Magania se dedica a la venta de artesanías de la Virgen de Guadalupe y San Judas Tadeo. Viene desde Michoacán para probar suerte en la capital sinaloense, ya que, su tierra de origen no le puede brindar más.

“Aquí sacamos un poco más de dinero, allá en Michoacán se dan muy barato. Pero en la tradición es más bonito, es diferente. Nos acostumbramos a vestirnos de la Virgen el 12 de diciembre, yo diría que allá es más bonita”, comentó Isabel.

En la puerta y al inicio de las escaleras, está la imagen de la Madre de los devotos, que con muchas veladoras a sus pies, pareciera que recibe a los que entran, cuando dan los primeros pasos hacia arriba. En el camino, los creyentes le llevaban regalos a “la morenita”, en especial, los adornos florales.

Ana María Riveros, trabajadora de una cocina económica, subió escalón por escalón para llegar a la iglesia. Sostenía en sus brazos a un niño que cuida desde que él tenía tres meses, lo llevaba a presentar a la Virgencita.

“A mi me hizo un milagro. Cuando a mi hijo de 13 años se le reventó el apéndice, y duró dos meses en coma, me daban muy pocas esperanzas, la verdad. No podía vivir y pues por el milagro de la virgen, me dio una oportunidad. Salió del coma y ahí está mi hijo”, recordó Ana María.

Arriba, abrazaron el calor, el sudor y el peso del cuerpo, devotos y no devotos. Varios subieron de rodillas, que con mucho esfuerzo y hasta lágrimas en los ojos, cumplieron sus mandas. El padre invitó a pasar a los hijos de Dios para la misa y la gente se abultaba en la entrada.

Dentro, estaba tan lleno, que los que no alcanzaron lugar, se quedaron en las orillas e incluso en los pasillos de los lados. Todos atentos a lo que se escucha. Todos con la mirada al retrato de La Virgen de Guadalupe.