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Historia

José María recorre la playa El Tambor para vender mangos, como lo ha hecho desde niño

Para José María Figueroa, es una tradición vender mangos en la playa, de niño acompañaba a su padre cada Semana Santa y desde entonces han sido 25 años consecutivos

Bajo la sombra de un paraguas de un carrito que empuja para recorrer toda la orilla de la playa, José María Figueroa va vendiendo mangos preparados con chamoy y chile, como lo ha hecho desde niño.

Es una tradición que ha tratado de seguir, pues acompañaba a su padre a la playa El Tambor, en Navolato, cada Semana Santa y desde entonces han sido 25 años consecutivos.

“Pues a mí me trajo mi papá, él fue el que me traía también y vengo con él todavía, aún vive por eso vengo con él. Enfermo, pero vino”, comentó Figueroa.

Ahora que está mayor se dedica a este negocio principalmente para sacar adelante a sus siete hijos y esposa que lo ayudan a vender los mangos, cuyos precios oscilan desde los 30 a los 50 pesos.

Llegó a la playa el viernes, preparado con todo lo necesario para acampar el fin de semana, entre ellos los alimentos que consumiría, tienda de acampar y las 20 cajas de mango que esperaban vender.

José María indicó que este año la gente ha estado ausente, que las playas han estado algo solas y que por eso la venta de este año no se ha podido realizar, pues aún le queda bastante mercancía en las cajas.

Asimismo, aseguró que el negocio aún no tiene un nombre porque considera que sus hijos se pueden dedicar a una mejor profesión en la que pueden tener una mejor calidad de vida y que respeta cualquier decisión que tomen.

“No tiene nombre, solo son mangos y ya”, mencionó.

“Ya depende de cada quien, no creo que sea algo tan importante, pues hay trabajos mejores, me imagino yo. Yo respeto sus decisiones”, expresó el comerciante.

Con una sonrisa saluda a sus clientes que se acercan a comprar y el mango que elijan, los llena de chamoy para el disfrute de ellos, porque a pesar que tiene tiempo en el negocio, no escatima en cantidades.