Ignacio vende paletas para salir adelante tras perder una pierna
CULIACÁN._ Don Ignacio luce una camisa a cuadros y un pantalón de vestir doblado, que deja al descubierto una prótesis.
Con una alcancía en una mano y una bolsa de paletas en la otra, ofrece su producto en una banca de la Avenida General Juan Carrasco, de lunes a domingo, en busca de unos pesos para comer.
Nueve años atrás, Ignacio Ayala Acedo sufrió un accidente automovilístico que dio como resultado la amputación de una de sus piernas, dificultando sus posibilidades de trabajar.
“Tuve un accidente vehicular, me volteé, iba a en la parte de atrás y me aplastó el pie, por eso lo perdí y ha pasado el tiempo, ya cumplí los 60 años y no consigo trabajo en ningún lado sin el pie”, explicó.
Desde siempre, don Ignacio ha sido un hombre trabajador, pues antes del accidente que cambiaría su vida, era propietario de un taxi y dueño de taquerías, pero el siniestro no solo se llevó una parte de él, sino también el éxito de sus negocios.
“Ya no podía trabajar igual y fracasé en los negocios, me acabé los ahorros, vino la pandemia y no tenía trabajo, pues está difícil sin un peso en la bolsa y me vine a vender paletas aquí al Centro”, recordó.
Por su edad y condición, don Ignacio ha batallado para encontrar trabajo y se mantiene del apoyo que le proporciona la pensión para personas discapacitadas, así como la venta diaria de paletas diaria, desde las 10:00 hasta las 17:00 horas.
“Ya con la prótesis es muy difícil hallar trabajo, la edad y la prótesis se me juntaron, pero de aquí vendo paletitas y de aquí sale para comer, es peor no hacer nada, te imaginas si me quedo en la casa viendo el techo nomás, le busco”, exclamó don Ignacio.
Como parte de su proceso de adaptación al nuevo estilo de vida, don Ignacio llegó a caer en depresión, pero afirma que la clave es querer, pues cuando alguien no quiere hacer algo no habrá fuerza o persona que lo haga por él.
A los seis meses de recibir su prótesis, empezó a sentirse capaz de hacer lo que se propusiera, y gracias a la ayuda que le proporcionó el Centro de Rehabilitación y Educación Especial pudo iniciar a ajustarse poco a poco.
“Me fui adaptando y ahora ya camino, ando en camiones y para todos lados, es cuestión de querer, el que no quiere no puede, porque una discapacidad es fuerte pero pues hay que estar preparado”, agregó.
“Yo me lavo ropa, limpio mi recámara, vivo en la planta de arriba, subo escaleras, hago todo lo de una persona normal, claro, más lento, pero lo hago”.
Don Ignacio recalcó la importancia de la perseverancia y la lucha, ya que comenta que hay que luchar siempre y no dejarse caer, pues a pesar de los giros que ha dado su vida, se levanta todos los días para salir adelante y seguir viviendo.
“Sabemos que nacimos para vivir y morir, entonces con un pie o sin un pie hay que vivir y hay que salir adelante, la discapacidad no impide hacer vida, yo hago una vida normal sin un pie”, concluyó.