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Adicciones

Fentanilo en Sinaloa: sin programas contra avance de la droga

Aunque se han incrementado las muertes por consumo de la droga conocida como M-30, los centros de rehabilitación no tienen un censo de cuántas personas llegan por uso de esta sustancia

Esta investigación fue realizada gracias al apoyo del Consorcio para Apoyar el Periodismo Regional en América Latina (CAPIR) liderado por el Institute for War and Peace Reporting (IWPR).

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A pesar del avance e impacto que ha tenido el consumo de fentanilo en el País y en Sinaloa, no existen programas integrales o protocolos para evitar muertes por este químico, ni para tratar a quienes ya usan otras drogas.

En el estado ya se han confirmado 10 personas fallecidas por fentanilo y mientras el Gobierno federal está enfocado en que niñas, niños y adolescentes no consuman drogas, y comparte la responsabilidad con docentes y padres de familia para que los informen, a través de la campaña “Si te drogas, te dañas”, que es impulsada por la Secretaría de Educación, en la que no participa directamente la Secretaría de Salud, sino que buscan colaborar de manera interinstitucional, plan que se ha replicado en Sinaloa.

Pero que padres de familia y maestros intervengan, no es lo más adecuado, advirtió Emilio Urrecha López, director general del centro de rehabilitación Comunidad Sinaí.

“Si lo dejas al padre, el padre lo puede confundir más porque no sabes cómo abordar”.

Señaló que lo que han detectado por el centro es que el 80 por ciento de los jóvenes que atienden es que los padres de familia son los que no supieron cómo abordar el problema en un momento determinado, y en ocasiones, lo agravaron.

En el caso de los maestros, dijo que son muy indiferentes al tema, situación que ha visto cuando han trabajado con docentes.

“Dicen ‘si es dentro de mi horario, pues a todo dar’, pero algo así, ‘yo me limito a lo que me pagan y lo que hago’, no son todos pero sí se está hablando de un 90 por ciento”.

La campaña debería ser llevada por el personal médico, como psicólogos, consejeros en adicciones, y personas que hayan superado las adicciones.

En 2020 el centro de rehabilitación Comunidad Sinaí empezó a recibir pacientes para atenderse por consumo de fentanilo, principalmente de Estados Unidos, personas con familiares en Sinaloa, explicó Emilio Urrecha López, director general de la organización.

Durante tres años los pacientes que recibió el centro eran originarios de otros países, los cuales por lo menos probaron el fentanilo, entre ellos Don Roque, de 56 años de edad, tuvo una sobredosis y permaneció en coma varios días, con ayuda de respiración mecánica. Sobrevivió, no ha tenido recaídas y sigue en el programa de reinserción social que ofrece el anexo.

Las personas que acuden a rehabilitación por consumo problemático pueden acceder a dos programas: uno llamado Casa de Medio Camino, en el que pueden trabajar en empresas de la sindicatura Eldorado, en Culiacán, donde está ubicada Comunidad Sinaí, pero al terminar la jornada laboral regresan al anexo. Este es orientado a aquellos pacientes que no han completado su tratamiento.

Cuando regresan del trabajo tienen consulta con el terapeuta, consultores virtuales.

El otro programa se llama Tercera Fase, en la que los pacientes egresados regresan a la clínica cada 15 días los domingos, realizan un servicio social al interior del centro a dar un mensaje, ayudando, y a consulta con el psicólogo.

También muestra una cartilla en la que comprueban a las sesiones de AA que han acudido, y a misa en templos de cualquier religión que elijan.

Sin embargo, ninguno de los dos programas son obligatorios después de los seis meses de tratamiento para rehabilitación.

“Ahí ni siquiera la familia incide o impone, ahí si tiene que ser totalmente del paciente proseguir con el tratamiento y que escoja una de las dos formas de reinserción”.

Aunque en 2020 los pacientes atendidos en Comunidad Sinaí por consumo de fentanilo no eran residentes en el estado, para el 2023 la tendencia empezó a cambiar y llegaron al centro de rehabilitación pacientes originarios de Sinaloa.

Las cifras bajas de muertes por sobredosis de fentanilo, así como su consumo, se deben a que el crimen organizado ha prohibido en la entidad su venta o distribución a la población local, opinó Urrecha López.

“Los grupos que manejan esta distribución no está como permitido que se haga distribución aquí entre los consumidores porque saben los efectos fuertes y la falta de conocimientos para saber las dosis, para saber la elaboración y para saber los efectos”.

“Y también la difusión del miedo de la fuerza que tiene la droga, hay como un cierto temor a las personas que la quieren probar, que la pueden probar, porque todas las experiencias han sido demasiado malas”.

Estos datos los obtuvo por medio de los comentarios e información que le dan los pacientes que llegan al centro.

Explicó que esta sustancia es principalmente utilizada por los más jóvenes, entre los 17 y 25 años de edad, las personas de edades superiores a ella se inclinan más por las metanfetaminas.

Aunque en los últimos tres años han incrementado las muertes por fentanilo, según la base de datos elaborada por Noroeste a partir de actas de defunción, los centros de rehabilitación no tienen un censo que indique cuántas personas llegan por el uso de esta sustancia; lo que han detectado es que combinan sustancias como cortar la cocaína con M30.

Existen tres tipos de centros de rehabilitación para el tratamiento de adicciones en Sinaloa: uno de ellos es de ayuda mutua, es decir, dirigido por personas que ya superaron el consumo problemático de drogas y quienes guían a otras personas para que salgan de la adicción, esto con base en su propia experiencia y con las técnicas que aplicaron en ellos.

Otro tipo es el mixto. Aquellos que además de la ayuda mutua, cuentan con personal médico especializado para atender algunos aspectos clínicos de los pacientes, pueden ser psicólogos o doctores.

El tercer tipo es el profesional, verdaderos centros médicos para que los pacientes cuenten con la asistencia de diversos especialistas en el tratamiento de su adicción.

Todos los centros de rehabilitación son regulados por la NOM-028; sin embargo, existe la intención del Gobierno Federal de que todos los centros sean mixtos o profesionales, y erradicar aquellos de ayuda mutua, por ello fue que les retiraron el apoyo económico que anteriormente recibían.

A nivel estatal se cuentan 259 centros censados por las autoridades, pero registrados solamente 127, esto significa que hay otras casas de internamiento que ofrecen el servicio de tratamiento de las adicciones y que no están en los listados del gobierno. Además está la posibilidad que haya más operando, pero que aún no sean detectados por las autoridades.

La Comisión Estatal de Protección Contra Riesgos Sanitarios de Sinaloa, Coepriss, es la encargada de realizar las inspecciones a los centros de rehabilitación para otorgarles el registro, el cual pueden perder por anomalías detectadas, es por ello que puede haber una diferencia marcada entre los anexos censados y los registrados.

Pese a existir la campaña “Si te drogas, te dañas”, el Gobierno Federal no tiene ningún protocolo ni capacitación para los centros de rehabilitación, afirmó Urrecha López.

“Sí está muy bien la propaganda, sí están bonitos los comerciales, pero ya a la hora de aplicación pues no saben qué hacer, ¿por qué? Porque al final de cuentas el asunto de las adicciones no es un tema que lo estudies o algo de investigación”, criticó.

“Lo tienes que vivir con los muchachos para poder que sepas a base de experiencias cómo se lleva a cabo un proceso de adicción”.

Comentó que la Federación no se ha acercado a centros de rehabilitación para pedir ayuda sobre estrategias, asesorías o que estos compartan sus experiencias en el tratamiento de personas con adicciones.

El consumo de fentanilo es un problema que ven creciente en Sinaloa pero Ceptca señala no haber detectado un sector de la población que esté principalmente afectada por ello.

No obstante, más del 80 por ciento de los pacientes que llegan a centros de rehabilitación es por consumo de metanfetaminas, lo que los convierte en potenciales consumidores de fentanilo porque al no consumir entran en un síndrome de supresión en el que manifiestan dolores osteomusculares.

“Es ahí donde tiene cabida el uso del fentanilo, porque les va a quitar el dolor, les va a quitar ese síndrome de deprivación, pero van a quedar enganchados para seguir consumiendo el fentanilo”, explicó la médica Martha Alicia Torres Reyes, titular de Ceptca.

Centros de rehabilitación clandestinos

No obstante el consumo creciente, hechos recientes demuestran que existen centros de rehabilitación clandestinos que son usados por el crimen organizado para explotar personas.

Apenas en el mes de julio, fueron rescatadas 57 personas que estaban privadas de su libertad en dos centros de rehabilitación; 18 en uno de la comunidad de Chinitos y 39 más en otro ubicado en el puerto de La Reforma, municipio de Angostura.

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Las personas estaban ahí internadas presuntamente en contra de su voluntad y eran obligadas a trabajar en campos agrícolas y camaroneros.

Días después, la Cofepris admitió que ambos centros estaban operando clandestinamente. Fueron detenidas, además, tres personas.

Aunado a ello, en Sinaloa solamente existen centros de rehabilitación privados y no del Estado, los cuales llegan a costar entre cuatro mil y cinco mil pesos mensuales el tratamiento, solo el 50 por ciento de los pacientes cubre las cuotas, pero todos son atendidos, según datos de la Asociación de Centros de Rehabilitación.

La Secretaría de Salud estatal usa también estos centros para enviar pacientes, pero cuando esto ocurre, la dependencia se hace cargo de los gastos para que la familia no tenga que pagar.

El que no haya anexos públicos y solo particulares, puede influir en que no todas las personas con consumo problemático de drogas puedan acceder a un tratamiento, aunque no todos los pacientes paguen las cuotas requeridas.

En algunos casos, se les puede ver a los pacientes vendiendo pan dulce, comida o manualidades en las calles para recaudar fondos para estos centros lo que evidencia la ineficacia de la política pública federal y estatal en este sentido.