Estudiantes del Tec de Culiacán se miden en el cuadrilátero en la 10 edición de las robobatallas
CULIACÁN._ El olor a soldadura y humo invadió el ambiente, venía desde los pits. Metal, llantas, y circuitos invadieron las mesas de los equipos que participaron en la edición de décimo aniversario de las batallas de robots organizadas por el Instituto Tecnológico de Culiacán, la cual se denominó “Leyendas”.
Las robobatallas, como son popularmente conocidas, aglomeraron no solamente a estudiantes del Tecnológico, sino también a niñas y niños de primaria que ocuparon las primeras filas frente al cuadrilátero; y además asistieron algunos estudiantes del Centro de Bachillerato Tecnológico, Industrial y de Servicios No. 224.
Aunque algunos pudieran pensar que los robots son juguetes, las robobatallas no son cosa de juego. Todo se vale con tal de permanecer en el ring, excepto utilizar armas que lancen fuego, ácido o proyectiles libres; pero de ahí en fuera, se trata de dejarlo todo en la lona, es declarado ganador el robot que no quede inmóvil, que no haya caído del área de batalla.
Poco a poco se fueron perfilando los robots dominantes: Cajita Feliz, Chambeador, Trakatrón, Darhbot, Chapotrón; pero al final solo se midieron dos.
Chambeador no era nuevo en el cuadrilátero, parte de él y el equipo de estudiantes de la ingeniería en mecatrónica participaron en la edición 2022 de las robobatallas. Ese año resultaron campeones con Crazy Bull, quien le heredó parte de su maquinaria.
Cajita Feliz tampoco era ningún novato; en ediciones anteriores llegó hasta las rondas finales. La estrategia de tanque para resisitir golpes y empujones, le valieron para llegar invicto hasta la final; y su carita se ganó el corazón de las niñas y los niños quienes corearon su nombre al unísono.
Ambos robots empezaron fuerte, pero la pelea se atoró. Tuvieron que separarlos, y la preferencia era evidente: el público pedía aceite de Chambeador y que Cajita Feliz se alzara ganador; pero el destino tenía otro final.
Algunos decían que las baterías se acabarían para los contrincantes, pero ninguno cedía. La pelea no avanzaba, ambos robots resistían las embestidas del rival.
Luego de varios minutos Chambeador se perfiló y no paró sus ataques a Cajita Feliz, causándole tal daño que dejó de moverse, lo que llevó a los jueces a deliverar quién era el ganador del encuentro.
Chambeador se declaró bicampeón de las robobatallas, con piezas nuevas y otra denominación, pero el alma de Crazy Bull lo acompañó en todo el torneo.
Las robobatallas es una de las dinámicas que el Tecnológico de Culiacán implementó hace 10 años para demostrar en exposición las capacidades de sus estudiantes. Esta convivencia ha generado que algunos niños y niñas que acudieron como espectadores en ediciones anteriores, ahora sean alumnos del Tec en la ingeniería de mecatrónica.
José Ángel Alcaraz Vega, jefe del departamento de metal mecánica y encargado de las licenciaturas de Ingeniería Mecánica e Ingeniería Mecatrónica, recordó que las robobatallas iniciaron hace una década como un sueño de un grupo de alumnos y maestros para hacerlo en el marco de la feria de ingenierías donde exponen diferentes tipos de proyectos tecnológicos.
“Decíamos ‘bueno, ¿por qué no podemos hacer algo más interactivo? Algo que llame un poquito más la atención hacia afuera. Y de ahí salió la idea, y empezamos a generar las robobatallas”, expresó.
Durante estos años, el profesor José Ángel fue testigo de cómo niños que acudieron a ver las robobatallas, ahora son estudiantes en el Tec de Culiacán, inspirados por les tocó vivir cuando estaban por concluir la educación primaria.
“Y ellos decían ‘profe, es que a mí me llamó mucho la atención mecatrónica porque estaba en la robobatalla y yo quise estar allá en el Tec de Culiacán’”, recordó.
Esta edición de las robobatallas fue denominada “Leyendas” en homenaje a la década en el que alumnado del Instituto Tecnológico de Culiacán ha participado en los encuentros de combate con los robots que fabrican ellos mismos utilizando el conocimiento adquirido en diferentes materias cursadas.
“No es que sean 10 robobatallas porque cuando iniciamos hacíamos una robobatalla por año, después empezamos a hacer dos robobatallas por año y así se han ido sumando”.
Alejandro, Luis, Jahir y David son el equipo de ingenieros en formación que se coronaron nuevamente campeones de las robobatallas; en la edición de mayo de este año ganaron con Crazy Bull, y ahora Chambeador los hizo recibir el segundo trofeo.
Los estudiantes de Ingeniería Mecatrónica de quinto y séptimo semestre utilizaron parte del robot con el que participaron anteriormente, pero lo mejoraron para contender en “Leyendas”, y no descartaron participar para conseguir una tercera corona, reciclando material de Chambeador.
El robot fue hecho para pelear en las robobatallas, no como proyecto para ninguna materia, explicó Alejandro quien participó anteriormente con el equipo que operó Crazy Bull.
“Fue con parte de nuestros patrocinadores también y de nuestro tutor, que por parte mía es mi papá que es un tutor ingeniero en eléctrica que ahorita está trabajando en energías renovables”, explicó.
Las principales armas de Chambeador son el empuje y el levantamiento de dos cuchillas que tiene en la parte frontal del robot. El frente del aparato se asimila a una rampa, lo que facilitaría levantar a los oponentes para dejarlos llantas arriba, derribarlos del ring, o estrellarlos en las paredes del mismo.