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Historia

Desde hace 4 años, Zaida alimenta a los gatos que viven en el Panteón Civil de Culiacán

Debido a su amor por los gatos, la señora Zaida empezó esta labor de alimentarlos y hace lo que puede pese a sus condiciones, porque no tiene recursos para esterilizarlos

Llega apresurada, de la bolsa que trae colgando empieza a saca unas latas de alimento y como si fuera “El flautista de Hamelin”, los gatos, en lugar de ratones, comienzan a seguirle y salir por todos lados.

Los hay de todos los colores y tamaños, unos más abusados se avientan encima de otro, buscando tomar el mejor pedazo de alimento que Zaida les sirve de manera rápida y sin mucha equidad. Aquí alcanza a comer el más vivo.

Zaida se agacha e intenta asegurar que todos puedan probar un bocado, y también les pone algo de croquetas, hoy no era día de visita, pero desde hace como una semana se fue de viaje, y no había podido ir a ver a los gatos que alimenta en el Panteón Civil de Culiacán.

“Este gatito güero vivía en una casa que está al final de la barda del panteón; las personas se fueron y lo abandonaron, él se vino y como allá lo alimentaba yo, como otros que están allá, me vine siguiendo al gatito y pues encontré a los demás”, relata.

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La señora Zaida dice que su preocupación es que las hembras se están reproduciendo y cada día son más y más los gatos que están viviendo en el panteón.

“Y eso ha hecho que prolifere la familia aquí y es algo que se tiene que controlar y corren muchos peligros, pero son una maravilla de criaturas”, dice.

Cuenta que desde hace unos cuatro años que empezó a cuidar y alimentar a los gatos que viven en ese lugar y que trata de venir diariamente a verlos y alimentarlos.

En días pasados salió de la ciudad, y estuvo con el pendiente de que no había ido a darles de comer a los gatos y eso la mantenía preocupada.

“Casi me daban ganas de venirme cuando regresé, sí, sí, claro me preocupo por ellos, pero los señores que trabajan aquí les dan algo de vez en cuando”, comenta.

Dice que aunque diariamente los ve y les da comida, no les ha puesto un nombre, porque siente que se encariñaría más con ellos.

“Yo no puedo cuidarlos a un cien por ciento, los alimento y trato de que sobrevivan, si hay uno enfermo trato de ayudarlo, lo ideal sería castrarlos, pero se requiere recursos que yo no tengo en este momento”, indica.

Mientras sigue dándoles comida y saludando a uno que otro, cuenta que ellos ya saben que es ella quien los alimenta todos los días, por lo que en cuanto llega al panteón empiezan a seguirla.

“Sí, ya saben ellos que soy yo, la que los alimenta todos los días”, comenta.

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Zaida dice que no nada más son los gatos que visita en el panteón, sino que en su casa tiene al menos una decena, que han sido rescatados de distintas partes.

“Tengo 10 en casa, cinco son de aquí que me he llevado, y tres son de allá de enfrente por la otra calle hay otra familia de gatitos, y casi todos los que tengo son los que he rescatado de aquí de alrededor.

“Hay bebés, de todos, lo malo es que aquí corren muchos riesgos, muchos riesgos, tanto físicos como de salud, pero se hace lo que se puede”, comenta.

Zaida sale del lugar apresuradamente, encargando que le pongan agua, que ella ya se tiene que ir a trabajar, y le faltó ponerles que beber.