Culiacanenses cumplen con la promesa de comprar tamales el Día de la Candelaria
CULIACÁN._ Los puestos de venta de tamales del Centro de la ciudad registran largas filas este domingo, hechas por personas que buscan comprar tamales para celebrar el Día de la Candelaria.
En el Mercado Garmendia, a media mañana ya se estaban terminando los tamales en los diferentes establecimientos ante la alta demanda.
José Ramón, un joven que trabaja en uno de los puestos de tamales, señaló que para venta libre de este 2 de febrero se realizaron cerca de 500 de diferentes sabores, como elote, puerco, picadillo y rellenos de queso crema; y a tres horas de comenzar a vender ya escaseaban.
“Se está vendiendo bien, pero la gente ya encarga sobre pedido y ahí se venden más”, manifestó.
Debido al auge de la comunicación mediante aplicaciones de mensajería instantánea, los establecimientos ya toman pedidos para la preparación de tamales para este 2 de febrero, apuntó el joven.
Entre los tamales que más son solicitados están los de puerco y los rellenos de queso crema, pues ya se han posicionado como los tradicionales en Culiacán.
La Candelaria es una fiesta religiosa de la Iglesia Católica que se celebra 40 días después de Navidad, y en apego a la tradición judía de presentar a los recién nacidos 40 días después de nacidos, conmemora la presentación de Jesús en el templo de Jerusalén.
En la tradición judía, las madres tenían que esperar 40 días después del parto para purificarse y, hasta entonces, no podían presentar al bebé ante las autoridades religiosas.
En México, el Día de la Candelaria se celebra no únicamente con intenciones religiosas, sino también con manifestaciones culturales, y por ello se realizan meriendas cuyo platillo principal son los tamales.
En el País, esta fecha también está ligada a la celebración del Día de los Reyes Magos: cuando se parte una rosca en la que al interior hay muñecos que representan al Niño Dios, si aparece uno de estos, la persona que comió la rebanada deberá aportar los tamales el 2 de febrero en una reunión a la que asistan las mismas personas con las que se compartió la rosca.
