Vulnerabilidad Urbana

    A medida que crecen las ciudades, en lugar de ser más seguras suelen incrementar los riesgos para su población. Culiacán vive continuamente esta realidad y en época de lluvias pareciera dejar más clara la creciente vulnerabilidad urbana que sufrimos.

    He escrito varias veces sobre las muertes, lesiones y pérdidas materiales a consecuencia de un modelo de movilidad casi dependiente del automóvil que se resiste a cambiar por alternativas más justas y equitativas de movilidad como puede ser un buen sistema de transporte público integral o la promoción de alternativas de movilidad limpias y saludables como la bicicleta o el simple hecho de caminar con seguridad. Las pérdidas materiales en este rubro son cuantiosas, Ricardo del Rincón, titular del Secretariado Ejecutivo del Sistema Estatal de Seguridad Pública reveló recientemente que al 14 de julio de 2022 Culiacán había registrado mil 639 siniestros viales. Si consideramos un promedio de costo de cada evento de 25 mil pesos (según la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros) tenemos que Culiacán había perdido más de 40 millones de pesos en medio año por hechos viales.

    Otra vulnerabilidad que crece continuamente en la ciudad es la que se relaciona con las inundaciones e impactos que esta sufre por las precipitaciones pluviales. Cada año sentimos más rigor del clima y los eventos meteorológicos. Un factor indudable es el cambio climático, aunque a esto debemos sumarle otro factor que implica la cada vez más agresiva forma de intervenir el territorio urbano y su entorno inmediato.

    El primer factor es tangible, el clima está cambiando. El Dr. Bladimir Salomón Montijo, responsable de la estación climatológica de la Facultad de Biología, me compartió algunas cifras del importante trabajo de monitoreo que hacen de manera ininterrumpida desde hace 26 años en su institución: En lo que va de este año, afirma Bladimir que en Culiacán han llovido 656.5 mm -muy cerca ya del promedio anual de lluvia que son 680 mm- y apenas estamos en el octavo mes, falta septiembre y octubre que generalmente aportan bastante lluvia a la región. Solo en agosto habían llovido 423.5 mm -incluyendo la precipitación del pasado viernes-. Esta cifra es casi el doble del promedio habitual de 218 mm. Con estos registros, seguro tendremos una cifra de lluvia anual muy por arriba del promedio habitual ya que falta la temporada fuerte de ciclones y huracanes.

    El segundo factor es la forma en que a través de la urbanización transformamos el territorio natural. La imparable extensión de la ciudad acompañada de una constante deforestación de bosques ha incrementado la erosión del suelo e impactado en el funcionamiento del territorio concentrando cada vez con mayor intensidad los riesgos en puntos ya por todos identificados en la ciudad. Las calles se convierten en violentos arroyos que arrastran todo lo que se existe en su camino, incluyendo vehículos estacionados. Los socavones que ahora surgen como novedad en la ciudad son resultado del ablandamiento del suelo y su constante transformación para adaptarse a los cambios naturales del territorio. No hemos aprendido la lección. Seguimos subestimando a la naturaleza que no se cansará de pasarnos factura. Más que desarrollo urbano tenemos que hablar de ordenamiento territorial, aunque hasta ahora pareciese imponerse más un “desordenamiento” territorial.

    Estamos lejos del buen entendimiento y conocimiento del territorio. No hemos sabido respetarlo como merece ni hemos valorado todas las bondades que nos ofrece día con día. Seguimos pensando que tenemos el derecho de modificarlo y transformarlo para nuestro beneficio, aunque termina significando lo contrario. Cuando escribo esto comienza a llover en la ciudad de nuevo y no puedo dejar de pensar en las desigualdades e injusticias urbanas que esto significa. La lluvia para mucha gente es alegría y para otra es dolor.

    La ciudad del futuro, la mejor para vivir será aquella que logre integrarse lo más posible a las condiciones naturales del territorio. Esto implica para el caso de Culiacán, recuperar la naturaleza de sus arroyos, renaturalizar el suelo mediante un intenso proceso de reforestación e implementar una normatividad que prioricen la permeabilidad del suelo para incrementar exponencialmente las zonas verdes de la ciudad. Así de simple y compleja es la solución. ¿Cuándo lo entenderemos?

    Sigamos conversando: jccarras@hotmail.com

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