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    Las pasadas elecciones fueron muy importantes y arrojan muchas lecciones, pero no se pueden utilizar para decidir que ‘es ya muy claro que hay un práctico empate en las preferencias del año próximo’.

    Un día después de las elecciones en Coahuila y Estado de México, incluso en la noche del mismo 4 de junio, empezó el post debate sobre los resultados de esa fecha.

    Si se hizo política con las encuestas previas a los comicios, inmediatamente se empezó a hacer lo mismo con los números que arrojó la contienda, tanto por los dirigentes partidarios como por los comentaristas y cibernautas en las redes.

    Una de las escenas que podemos sacar del post debate es ver la enorme, y a la vez cómica, capacidad que tienen los políticos mexicanos para ver victoria en la derrota. Óigase bien: no extraen lecciones de la derrota, sino “victoria” de la derrota. Pero, más sorprendente aún, es ver cómo numerosos comentaristas hacen malabares todavía más barrocos -¿o debería decir, bizarros?

    Alito Moreno, Marko Cortés y Jesús Zambrano, líderes de la coalición opositora, hablan de su rotunda victoria en Coahuila, y en efecto, así fue; pero en el Estado de México hablan de que fueron una “potente” y “digna competencia”, y que obtuvieron una votación que desmintió las “encuestas compradas” de Morena. Esa fue su “victoria”. No, pues sí.

    Por otra parte, una legión de articulistas y comentaristas en la radio y televisión, han expuesto la deslumbrante tesis, inicialmente presentada en la plataforma “Código Magenta”, de que, en realidad, lo que demostraron las recientes elecciones es que Morena retrocede porque, juntando los porcentajes de Coahuila y Estado de México, la ventaja del partido oficialista se reduce a tan sólo 1.5 por ciento; es decir, nos dicen, a estas alturas, el oficialismo y la oposición están prácticamente empatados a nivel nacional, y proyectan, para 2024, esta imagen electoral.

    Tal interpretación la han querido imponer en el post debate. Sólo si leemos estática y mecánicamente la política y sus resultados lectorales podemos proponer una tesis como la anterior.

    Sus promotores razonan: “está clara la disminución de las preferencias de Morena, debido al mal gobierno de López Obrador, al grado de que ya hay prácticamente un empate técnico para 2024. Si Morena va solo el próximo año, como en Coahuila, está claro que pierden”.

    También dicen: “Delfina Gómez ganó porque hubo una baja asistencia electoral, si hubiese habido más participación gana la coalición. Si Del Mazo hubiese apoyado a Alejandra del Moral habría ganado la coalición. Si la campaña hubiese durado dos semanas más Alejandra habría remontado y ganado, la tendencia así lo demostraba”. Y, bueno, así por el estilo.

    Obviamente no se dan cuenta, cuando dicen que Del Mazo no apoyó a su candidata- de otra manera dicho: el gobierno estatal no utilizó su maquinaria- están dando a entender que Moreira sí utilizó la suya y eso hizo ganar a su candidato, claro, más la división de Morena y sus aliados.

    Y es cierto, las maquinarias gubernamentales federal o estatales cuentan mucho en los procesos electorales mexicanos -AMLO utilizó la suya al igual que varios gobernadores morenistas-, pero, entonces, aceptando esta realidad, quiere decir que, si Morena ganó en el Estado de México sin un aparato de gobierno estatal propio, en el 2024, ya teniéndolo en sus manos va a triturar a sus oponentes.

    Otra tesis mecánica de académicos y periodistas frustrados con AMLO y la 4T era de que los resultados electorales de 2021 contrarios a Morena en los municipios del estado de México conurbados a la capital del país - expuesta ampliamente en la revista Nexos y por su director Héctor Aguilar Camín- se volverían a demostrar este año, sobre todo con una copiosa participación de las clases medias, y eso, inevitablemente, llevaría al triunfo a la coalición trinitaria.

    Las pasadas elecciones fueron muy importantes y arrojan muchas lecciones, pero no se pueden utilizar para decidir que “es ya muy claro que hay un práctico empate en las preferencias del año próximo”. El argumento principal para rechazar tal afirmación es que, para empezar, ni los comicios intermedios para elegir legisladores federales, ni las elecciones estatales para elegir gobernadores, llevan tantos ciudadanos a las urnas como las presidenciales. Ni tampoco habíamos visto unas elecciones en México donde el presidente se inmiscuyera tanto en ellas ni que influyera tanto- aunque no esté en las boletas- en la decisión de millones de votantes. Si Morena es favorito para 2024 lo es gracias a que una mayoría de mexicanos son, dicen sus críticos, fanáticos, ignorantes, flojos y demás- apoyan a un “mesiánico desquiciado”, pero aún así, la tendencia marca un empate.

    Pues sí, este tipo de análisis va a ayudar mucho para que la digna, íntegra, inteligente e impoluta oposición gane todo en 2024.

    Posdata

    Vino la selección mexicana de futbol a Mazatlán y el Kraken se vio majestuoso, alegre, pletórico, demostrando que en el puerto hay una afición muy entusiasta y generosa. El juego fue gris, el Tri se vio muy conservador y cauto. Aún así, los aficionados aplaudieron el magro triunfo.

    Los dueños del Mazatlán, F.C., deben escuchar bien e invertir mejor en el club, porque, por más noble que sea una afición, si no hay triunfos se cansa y se va. Los espectadores del deporte en Mazatlán son de los mejores de México, pero necesitan darle mejor espectáculo. Como queremos que los Cañoneros se arraiguen en estas tierras le pedimos a sus dueños, entre otras cosas, que incorporen a más jugadores sinaloenses. Talento sobra. Dense una vueltecita por sus campos llaneros, sobre todo en poblaciones pequeñas. Si no, pregunten a Tigres, Rayados o Chivas.