En algunas personas es una tristeza profunda y persistente o pérdida de interés por lo que antes disfrutaban, pero en algunas más se ve como felicidad: sonríen, tienen momentos de euforia y socializan, como si no hubiera una tormenta en su interior, pero padecen depresión.
Este trastorno mental, del cual la Organización Mundial de la Salud estima que lo padecen más de 320 millones de personas en el mundo, es calificado como el enemigo silencioso de la salud mental.
Es una enfermedad común y grave, que interfiere con la vida cotidiana, la capacidad para trabajar, dormir, estudiar y disfrutar la vida. Quienes la enfrentan suelen presentar agotamiento, cambios en el apetito, alteraciones del sueño, baja concentración, indecisión, inquietud, sentimiento de inutilidad o culpa, baja autoestima, falta de esperanza y pensamientos de autolesión o suicidas.
Sin embargo, hay casos que no muestran patrones depresivos visibles, en los que suele pasar desapercibida, y es lo que se conoce como “depresión sonriente”. Quienes la experimentan continúan con su rutina, saludan, van a trabajar y, en apariencia, se divierten.
Hace una semana se conmemoró el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, establecido para sensibilizar y prevenir sobre esta enfermedad. De acuerdo a la OMS, 75 por ciento de quienes la padecen en países de ingresos bajos y medios no recibe tratamiento por falta de recursos y de proveedores de atención, además de la estigmatización asociada a los trastornos mentales.
“No hay necesidad de sufrir en silencio y no hay vergüenza en pedir ayuda”, dijo la actriz de Hollywood Catherine Zeta-Jones en 2011, cuando fue diagnosticada con depresión y trastorno bipolar.
La enfermedad no es un signo de debilidad y cada vez es más común ¡y necesario! que las personas hablen de lo que sienten, sin temor a juicios o al qué dirán. El año pasado, en la Línea de Seguridad o Chat de Confianza, 55 5533 5533, del Consejo Ciudadano de la Ciudad de México ayudamos —gratis, 24/7 y en todo el país— a más de 4 mil 200 personas: 70 por ciento mujeres y 73 por ciento jóvenes de entre 12 y 30 años.
Una de las cantantes más conocidas del pop, Lady Gaga, admitió que llegó a padecer depresión y ansiedad. “Odiaba ser famosa, odiaba ser una estrella; me sentía exhausta y agotada”, declaró hace dos años, en medio de la pandemia.
Este padecimiento es resultado de factores sociales, psicológicos y biológicos, y puede profundizarse entre quienes han pasado por circunstancias adversas, como desempleo, duelo o eventos traumáticos.
El apoyo del entorno afectivo y familiar es vital, para hacerles ver que no están solas y acercarles a la ayuda especializada, porque la depresión puede estar detrás de una sonrisa.
En algunas personas es una tristeza profunda y persistente o pérdida de interés por lo que antes disfrutaban, pero en algunas más se ve como felicidad: sonríen, tienen momentos de euforia y socializan, como si no hubiera una tormenta en su interior, pero padecen depresión.
Este trastorno mental, del cual la Organización Mundial de la Salud estima que lo padecen más de 320 millones de personas en el mundo, es calificado como el enemigo silencioso de la salud mental.
Es una enfermedad común y grave, que interfiere con la vida cotidiana, la capacidad para trabajar, dormir, estudiar y disfrutar la vida. Quienes la enfrentan suelen presentar agotamiento, cambios en el apetito, alteraciones del sueño, baja concentración, indecisión, inquietud, sentimiento de inutilidad o culpa, baja autoestima, falta de esperanza y pensamientos de autolesión o suicidas.
Sin embargo, hay casos que no muestran patrones depresivos visibles, en los que suele pasar desapercibida, y es lo que se conoce como “depresión sonriente”. Quienes la experimentan continúan con su rutina, saludan, van a trabajar y, en apariencia, se divierten.
Hace una semana se conmemoró el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, establecido para sensibilizar y prevenir sobre esta enfermedad. De acuerdo a la OMS, 75 por ciento de quienes la padecen en países de ingresos bajos y medios no recibe tratamiento por falta de recursos y de proveedores de atención, además de la estigmatización asociada a los trastornos mentales.
“No hay necesidad de sufrir en silencio y no hay vergüenza en pedir ayuda”, dijo la actriz de Hollywood Catherine Zeta-Jones en 2011, cuando fue diagnosticada con depresión y trastorno bipolar.
La enfermedad no es un signo de debilidad y cada vez es más común ¡y necesario! que las personas hablen de lo que sienten, sin temor a juicios o al qué dirán. El año pasado, en la Línea de Seguridad o Chat de Confianza, 55 5533 5533, del Consejo Ciudadano de la Ciudad de México ayudamos —gratis, 24/7 y en todo el país— a más de 4 mil 200 personas: 70 por ciento mujeres y 73 por ciento jóvenes de entre 12 y 30 años.
Una de las cantantes más conocidas del pop, Lady Gaga, admitió que llegó a padecer depresión y ansiedad. “Odiaba ser famosa, odiaba ser una estrella; me sentía exhausta y agotada”, declaró hace dos años, en medio de la pandemia.
Este padecimiento es resultado de factores sociales, psicológicos y biológicos, y puede profundizarse entre quienes han pasado por circunstancias adversas, como desempleo, duelo o eventos traumáticos.
El apoyo del entorno afectivo y familiar es vital, para hacerles ver que no están solas y acercarles a la ayuda especializada, porque la depresión puede estar detrás de una sonrisa.