Sinaloa con sus once ríos es una de las entidades favorecidas en cuanto a recursos hídricos se refiere; sin embargo, año tras año sus habitantes (sobre todo los agricultores) se preocupan por el inicio y las características de la temporada de lluvias, inquietud que ha llegado a niveles de angustia en años considerados como secos. Este año 2023 va que vuela para que sea considerado como un año seco si no se incrementan las precipitaciones durante los próximos tres meses que quedan para cerrar el año.
Hace unos días la Comisión Nacional del Agua (Conagua) reportó que las presas del estado contenían un promedio de 29 por ciento de almacenamiento de agua, cuando hace un año, en estas mismas fechas, las presas estaban con un promedio del 71 por ciento de su capacidad. ¿A qué se debe?
Las causas de los fenómenos de la variabilidad de las lluvias en la región son muy complejas, pero están relacionados con la variación de los mecanismos productores de lluvias que originan los tipos diferentes de precipitación: precipitación por convección; precipitación orográfica; lluvias ciclónicas; precipitación frontal. La alteración en el patrón regional de los vientos y de su contenido de humedad, el calentamiento o enfriamiento de las aguas oceánicas vecinas un poco por encima o por debajo de los valores considerados como “normales”, la frecuencia e incidencia de las perturbaciones ciclónicas, la presencia de frentes fríos durante la temporada invernal, son factores que indudablemente causan alternancia de años secos y lluviosos. De los fenómenos productores de lluvia en el verano, los ciclones tropicales o huracanes ocupan un lugar muy importante en el aporte de humedad, contribuyendo sustancialmente con la nubosidad que generan en el incremento de la precipitación total de la región. Los huracanes, además, producen las lluvias más intensas que se dan en la Tierra. Un huracán promedio precipita entre diez a veinte billones de toneladas de agua cada día.
Probablemente una de las causas importantes del bajo almacenamiento de agua en las presas de Sinaloa, se relacione con el poco aporte de las perturbaciones ciclónicas debido al comportamiento de sus trayectorias (figura). Aunque el número de estos eventos y fenómenos asociados ha estado bajo, pero dentro de la “normalidad”, la mayoría de ellos una vez originados cerca del Istmo de Tehuantepec, se desplazaron hacia el oeste franco, lejos de tierra, hacia el océano abierto; solo la tormenta tropical Eugene y el huracán Hilary alcanzaron latitudes más norteñas, pero ninguno se adentró por el Golfo de California. Las perturbaciones ciclónicas, cuando se desplazan hacia el norte del área generatriz, aunque no entren al golfo y se muevan por afuera de la península, parte de su enorme nubosidad y humedad que contienen se desprenden hacia las áreas continentales (latitudes sinaloenses), aumentando las probabilidades de precipitación en la región... pero en esta temporada, los ciclones, tormentas, y depresiones tropicales, prácticamente no han llegado a nuestras latitudes.
Si bien es cierto que la presencia de un huracán en el océano adyacente provoca incertidumbre y temor en la población, también es cierto que su aporte de agua y humedad es vital para el llenado de presas, recuperación de acuíferos, y aumento de la productividad biológica de las aguas costeras.
Debemos de estar preparados para lidiar con estos peligrosos pero indispensables fenómenos meteorológicos.