Todo se puede ocultar detrás de una jirafa
El hipopótamo en el lodo de la corrupción

OBSERVATORIO
10/01/2025 04:02
    En el juego de dónde quedó la bolita que está de moda en la capital de Sinaloa, cualquier cosa puede suceder. El más alto de los animales terrestres se esfuma entre las manos de los prestidigitadores de la opacidad, con un simple chasquido de dedos los enormes paquidermos se transforman en mansos gansos, y lo más sorprendentes es que los funcionarios del Zoológico se hacen patos al momento de responder por estos hechos del realismo mágico a la culichi. Y la capa del mago de la impunidad siempre tapándolos a todos.

    Porque aquí los perpetradores de corrupción aprendieron a hacer actos de ilusionismo que ni siquiera logra Jorge Blass, considerado el mejor mago de escena del mundo, el paradero de la jirafa y posiblemente también de un hipopótamo, que desaparecieron del Zoológico de Culiacán, es mucho más que un tema para la guasa o la risa al tratarse de la comisión de posibles delitos en materia de leyes de protección animal o tráfico ilegal de vida silvestre. Podría justificarse que en medio del salvajismo que propaga el narcotráfico en Sinaloa poco o nada importe el destino de las bestias, pero con ello volveríamos a reflejarnos como la aceptación de la jungla en que coexistimos.

    En el juego de dónde quedó la bolita que está de moda en la capital de Sinaloa, cualquier cosa puede suceder. El más alto de los animales terrestres se esfuma entre las manos de los prestidigitadores de la opacidad, con un simple chasquido de dedos los enormes paquidermos se transforman en mansos gansos, y lo más sorprendentes es que los funcionarios del Zoológico se hacen patos al momento de responder por estos hechos del realismo mágico a la culichi. Y la capa del mago de la impunidad siempre tapándolos a todos.

    Por eso el martes, cuando el diputado de Movimiento Ciudadano, Sergio Torres Félix, subió a la tribuna del Congreso del Estado para hacer eco de la inquietud en la conversación pública por la desaparición de una o dos jirafas, detectada en diciembre y justificada por las autoridades en que el ejemplar faunístico murió desde el 15 de septiembre, derivó en la burla de algunos legisladores que no es otra cosa que la mofa de sí mismos. Las carcajadas que expelieron nuestros divertidos levantadedos adquirieron el efecto búmeran contra el parlamentarismo rupestre que es incapaz de entender la trascendencia vital del ecosistema humano-animal.

    Torres Félix rascó en la congoja mitad meme y mitad indignación colectiva que adquirió fuerza en lo estatal, nacional e internacional a través de medios y las plataformas digitales. Dijo que existe evidencia de que el 21 de octubre el mamífero artiodáctilo aún permanecía en su hábitat simulado en el Parque Constitución, lo cual pone en duda la explicación de la muerte de la que nadie sabía porque ninguna instancia oficial lo informó a tiempo. Y así aquello que parecía un distractor que le restara atención al actual bucle de narcoviolencia transitó a la necesidad de la investigación a fondo sobre la posible comisión o encubrimiento de ilícitos.

    Si la o las jirafas dejaron de existir por causas naturales, de cualquier forma la Norma Oficial Mexicana 033-SAG/ZOO-2014 determina los protocolos a seguir para asistir en la muerte a animales domésticos y silvestres reduciéndoles el dolor, sufrimiento, ansiedad y estrés. Y en caso de existir el tráfico de esta especie, La Ley General de Vida Silvestre define pena corporal para culpables de actos que impliquen destrucción, daño o perturbación, en perjuicio de los intereses de este patrimonio nacional. Por donde le busquen existen zonas oscuras a las que les urge la luz de la verdad.

    Si la jirafa murió, ¿a qué institución se le dio parte, cómo se comprueba tal modo de pérdida y dónde están los restos que sirvan de respaldo a dicha información? ¿Cuáles fueron las causas de la muerte y, en caso de probarse enfermedad, qué área y con qué medicamentos los atendió el campo de la veterinaria? ¿Qué fue lo que motivó a mantener en secreto la información durante casi tres meses, hasta que los visitantes del Zoológico notaron la ausencia? ¿A qué se debió el cambio de director de este centro de exposición de vida animal y la ruptura de la nueva administración con la Asociación de Zoológicos y Acuarios de la República Mexicana? ¿Pueden la jirafa y el hipopótamo tapar tan inmensas sentinas de probable corrupción?

    Las respuestas importan frente a la suspicacia pública que no da crédito ante el increíble montaje de prestidigitación con una jirafa y quizá también con el hipopótamo, sospecha que alienta la posibilidad de tejemanejes cometidos no por magos sino por merolicos del engaño en lo hondo de las cloacas de corrupción. Y sí, que al menos este episodio de magia chafa sea útil para que, como lo exige Sergio Torres, el Gobierno les ponga mayor atención a los ejemplares de la jungla cautivos en zoológicos, en extravagantes ranchos de narcos o como mascotas en las casas.

    Y no justificar la corrupción que envuelve al expediente de los animales desvanecidos a la vista de todos con el inaceptable chantaje moral de que duelen más los casos de centenas de personas desaparecidas en la presente narcoguerra. Si a esas vamos, entonces tiene mayor motivo la fiera que dispone de la vida humana por instinto de sobrevivencia, que derecho el homo sapiens a trivializar desde su posibilidad de raciocinio la situación de especies exóticas que por desgracia son aprisionadas para exhibición o vendidas al mejor postor a coleccionistas particulares.

    Reverso

    Hacen falta más lupas y gafas,

    Para desenredar esta cuestión,

    De hipopótamos y jirafas,

    Que desapareció la corrupción.

    Y la Profepa también

    La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente se hace de la vista gorda en Sinaloa en lo referente al misterio de la jirafa y el hipopótamo que desde Culiacán adquieren fama mundial por la forma en que fueron abducidos quien sabe por quién o por qué, lo cual certifica que una dependencia que nos cuesta tanto dinero a los contribuyentes sea otro elefante blanco, a propósito de animales del circo, domesticado por personajes o mafias cuyas fortunas o influencias doman al dócil león que es la Ley. ¿Entonces a cuál institución pedirle que haga valer la normatividad en la materia cuando la instancia encargada de hacerlo también se torna invisible en la jungla de las complicidades?