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    Da pena ajena la actitud mezquina y politiquera de ciertos medios tradicionales y personeros de la Oposición conservadora, que tratan de sacar ‘raja política’ del desastre y la situación de devastación que sufre hoy Acapulco y pueblos aledaños. El desastre causado por ‘Otis’ nos enseña que la fuerza de la naturaleza es implacable y que ante su paso arrasador no hay previsión que sea suficiente. Los ciudadanos saben que este es un momento de solidaridad, de unidad entre los ciudadanos y su gobierno, para poner de pie a Acapulco, uno de nuestros grandes centros turísticos, en el plazo más breve.

    Con efectos catastróficos el huracán Otis golpeó al puerto de Acapulco, Guerrero, durante la noche del 24 de octubre y madrugada del 25. Otis, que al principio se reportó como tormenta tropical, en unas horas escaló y tocó tierra como huracán categoría 5, algo sin precedentes en ese puerto, alcanzando fuerza inconmensurable y causando destrozos de proporciones inéditas.

    Ha sido muy admirable la solidaridad desplegada en apoyo a nuestros connacionales guerrerenses, cuya población en estos momentos vive condiciones vulnerables. En Acapulco y demás pueblos aledaños del estado de Guerrero se ven escenas que parecen sacadas de un escenario de guerra, de ese nivel ha sido la devastación. Frente a este tipo de catástrofes naturales, es muy loable la solidaridad de nuestro pueblo y su gobierno, que ni tarde ni perezoso ha activado el Plan DNII y comenzado a transportar ayuda para nuestros compatriotas guerrerenses. Debemos subrayar la importancia que entraña la cooperación ciudadana, demuestra la gran cultura de solidaridad que caracteriza a nuestro noble pueblo.

    No podemos dejar de resaltar la calidez mostrada por el pueblo, en cuanta circunstancia se presenta adversa en el ámbito nacional. Es un timbre de orgullo característico de los mexicanos esta cultura de ayuda mutua, sobre todo en casos de desastres naturales. Desde antes de la invasión de los europeos, se sabe que el rey de Texcoco acudió en ayuda de los mexicanos, para edificar diques y así evitar las inundaciones en Tenochtitlan. El gen de la solidaridad lo llevamos en nuestra sangre, desde hace muchos siglos, como algo propio de la idiosincrasia de nuestro pueblo y que se manifiesta en cuanta oportunidad se presenta.

    Así es nuestra gente, ciudadanos que cuentan con valores morales inalterables a través del tiempo. Esa tendencia natural de ayudar al más necesitado es lo que caracteriza a nuestro pueblo, es también lo que lo ha hecho grande a este país y le ha permitido superar los peores desastres, causados cíclicamente por meteoros naturales. El Gobierno también, desde el primer momento, ha estado atendiendo los efectos del huracán Otis, que ha sido uno de los más devastadores que han tocado suelo mexicano. El Presidente Andrés Manuel López Obrador ha activado el Plan DNII para desastres naturales y ordenado a todas las dependencias que se coordinen para despejar carreteras y llevar ayuda inmediata a nuestros hermanos del estado de Guerrero.

    Por eso da pena ajena la actitud mezquina y politiquera de ciertos medios tradicionales y personeros de la Oposición conservadora, que tratan de sacar “raja política” del desastre y la situación de devastación que sufre hoy Acapulco y pueblos aledaños. El desastre causado por “Otis” nos enseña que la fuerza de la naturaleza es implacable y que ante su paso arrasador no hay previsión que sea suficiente. Los ciudadanos saben que este es un momento de solidaridad, de unidad entre los ciudadanos y su gobierno, para poner de pie a Acapulco, uno de nuestros grandes centros turísticos, en el plazo más breve.

    Así, con sentido solidario, actúan siempre nuestros compatriotas. Lo hemos visto en los sismos que han azotado a la Ciudad de México. En el 85 y en 2017 hemos presenciado el volcamiento del pueblo en solidaridad incondicional con los damnificados. Es trascendente cómo se manifiesta la solidaridad del pueblo en cuanta oportunidad se presenta y cómo se une como una sola alma frente a los desastres naturales, los ejemplos a lo largo del tiempo abundan.

    No ocupamos hurgar mucho para probar lo que afirmamos. En esta columna hemos documentado hechos de solidaridad destacada de nuestro pueblo, cada vez que la tragedia nos toca. El huracán Gilberto, el huracán Patricia, las explosiones de San Juanico, el sismo de Oaxaca, las inundaciones en el sureste, etc. Siempre los desastres naturales han ofrecido, como respuesta, registros de solidaridad y heroísmo popular. Nos llena de orgullo corroborar hechos tangibles que muestran lo virtuoso de nuestro pueblo, sobre todo en esos momentos donde más se subraya su grandeza y solidaridad, y que otros países reconocen.

    Como lo hemos venido subrayando, nuestro pueblo es mucha pieza, lo ha dejado demostrado con muchos ejemplos a lo largo de la historia contemporánea. En momentos de catástrofes naturales actúa bajo la premisa solidaria de “uno para todos y todos para uno”.