Las columnas anteriores conducen hacia el concepto más amplio del desarrollo socio-económico, que comprometen al sector gubernamental, al empresarial y a la sociedad en general. El primero, que tiene que ser eficiente, sujeto al Estado de Derecho y consciente de la protección de los derechos humanos; el sector empresarial no debe perder de vista que su función y objetivo final no es obtener utilidades a costa de lo que sea, sino que estas deben ser consecuencia de la productividad, de la innovación, de su capacidad de generar empleos, pagar buenos salarios y producir bienes y servicios accesibles a la sociedad y con esto también se atiende a los derechos humanos; a lo que habría que agregar un factor de urgente atención que es el cuidado de la naturaleza por parte del Gobierno, empresas y ciudadanos, que deben responsabilizarse por igual de detener el deterioro del medio ambiente.
Sucede que a todo lo anterior se refieren las casi olvidadas encíclicas Rerum Novarum del Papa Juan XXIII y la Quadragésimo Annum, que exponen la obligación social de la empresa y del Gobierno. De la empresa cuya obligación es producir bienes y servicios, crear empleos y pagar salarios adecuados, atendiendo al principio de solidaridad y como consecuencia de ello obtener utilidades suficientes para crecer y subsistir. Del Gobierno, cuya función es crear un ambiente de convivencia y seguridad y otorgar servicios públicos de manera eficiente, gracias a los impuestos y derechos que reciba de las empresas y de la sociedad en general, atendiendo a su vez al principio de subsidiaridad.
A esto se refiere el relator especial sobre la pobreza extrema y derechos humanos de la ONU, Oliver De Schutter (Periódico Noroeste del 3 de julio) que aboga por una economía más enfocada a los derechos humanos que a las utilidades en las empresas o al crecimiento del producto interno bruto por los gobiernos, pues este enfoque, como elementos primarios en la micro y macro economías, no ha logrado eliminar la pobreza extremas y ha conducido a un gravísimo deterioro del medio ambiente y de los derechos humanos.
En este tema sí que debiera buscarse la soberanía nacional, creando una economía equilibrada entre ingresos públicos y gasto público, entre empleos, salarios, utilidades y pago de impuestos suficientes, pues una economía en la que el Gobierno gasta más que lo que ingresa, trae como consecuencia un déficit público que debe cubrirse con deuda y esa deuda provoca dependencia, generalmente del extranjero y eso sí es pérdida de soberanía.
Pero igualmente una economía empresarial ineficiente o que busca únicamente la obtención de utilidades a costa de bajos salarios, de la excesiva explotación de los recursos naturales, de la falta de cuidado del medio ambiente, y de no buscar la productividad y competitividad, es suicida.
Tanto Gobierno como empresas y ciudadanos deben comprometerse en buscar constantemente un equilibrio en sus responsabilidades y funciones, puesto que el objetivo final de todos es el desarrollo social, es el combate a la pobreza, el respeto al estado de derecho, el respeto de los derechos humanos, la seguridad, la educación, la salud, el empleo y una vida y una vejez dignas para todos.
Es obligación de las empresas ser cada vez más productivas, más innovadoras y más competitivas y es obligación del Gobierno ser más eficiente y honesto en los servicios públicos que debe proporcionar; es obligación de ambos cumplir las leyes que los rigen y cuidar el medio ambiente y prever los riesgos que pudieran sufrir, sean financieros, de pandemias, internacionales, crisis políticas o desastres naturales.
No es posible que los diferentes sectores sociales y políticos estén siempre en conflicto; el desarrollo integral sólo se alcanzará con la mutua colaboración y el respeto y el cumplimiento de la ley. Lo anterior también implica que las partes no se aprovechen de las debilidades del otro. Tampoco se trata de perderse en discusiones eternas entre conservadores, liberales, neoliberales, comunismo, capitalismo, socialismo y tantas otras opiniones sobre quiénes son los responsables de lograr el desarrollo, pues lo que han logrado es neutralizarse unos a otros diluyendo o eliminando los avances, minimizando o deteriorando el desarrollo.
Se trata pues de que todos cumplamos con nuestras obligaciones, ejerzamos nuestros derechos en sana convivencia y colaboración, para realmente salvar a la humanidad y al planeta en el que vivimos.
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