Serapio al desnudo: fracasos y reflectores
Dar la nota sin importar las consecuencias
A Serapio Vargas Ramírez se le puede clasificar como una de esas aberraciones que suelen derivar del voto popular, sin que tenga la culpa la democracia sino los partidos que serían capaces hasta de sacar de su santuario en La Campana al viejo elefante “Big boy” para postularlo a cargos de elección popular, con las obligadas disculpas al paquidermo por compararlo con el político. El Diputado que dedica el esfuerzo legislativo, por el cual le pagamos los sinaloenses, en plantear el funcionamiento de la playa nudista de Altata personifica la decepción ciudadana que causan aquellos que por algún accidente del sufragio adquirieron la representación social.
Esto no es elegía moralista sino el lamento por la pérdida del parlamentario que teniendo frente a sí la obligación de procurar el bien colectivo y el catálogo de necesidades de la comunidad, opta por el ridículo grandilocuente que le da poderosos reflectores así sea en detrimento de la credibilidad. Es la vieja maldición del escaño convirtiendo en presa a quien elucubra tonterías y resulta incapaz de estructurar una sola iniciativa en retribución a la gente que aporta el emolumento a pesar de ser consciente de que echa el dinero al cesto bote de la basura.
Se trata de deconstruir al émulo provincial del rey desnudo que se arrodilla ante las alegorías artísticas de “La Locha” en Culiacán y de los “Monos bichis” en Mazatlán para ofrendarles la iniciativa del “fuera ropa” sin caer en cuenta que él viste los andrajos propios de los procaces, esos que no necesitan despojarse de vestimentas para que la gente perciba sus malandanzas. Pero sí, la ocurrencia del “Bichi beach” le viene a Serapio como pañal al rabo que muestra con un solo desvarío la inmensa obscenidad del bandolerismo político.
La desnudez que promueve Vargas Ramírez es una invitación a desarropar dicha intención hasta poner al descubierto las miserias de quien buscó por todos los medios acceder al servicio público y una vez que llega se exhibe desprovisto del traje de la sensatez. Ya teníamos bastante con Jesús Manuel Valenzuela (el ex Alcalde de Angostura que ridiculizó el puesto, el que brilló por las “cheneladas” y brincó de partido en partido igual que el bufón cambia de personalidad), como para soportar a otro hazmerreír remasterizado y copeteado.
En la política sinaloense Serapio Vargas ha ido de fracaso en fracaso en esa encomiable aptitud para armar fiascos que le han redituado buenos manejos mediáticos. En 2017 creó el Partido Independiente de Sinaloa sólo para apropiarse del financiamiento público y al final, sin ganar votos, quedó debiéndole al Instituto Electoral del Estado de Sinaloa 1.5 millones de pesos que el órgano comicial tuvo que cobrarle embargándole aires acondicionados, sillas y enfriadores de agua de las oficinas partidistas.
Está acostumbrado a utilizar los medios de comunicación para fines de lucimiento personal, que es la ambrosía de los que tienen pocas ideas para destacar. El perfil de Serapio es el que inviabiliza la propuesta del campo nudista. Más allá de pudores, costumbres, moralismos y persignadas volvemos a caer en el ardid de Vargas para ganar espacios gratis en las tribunas periodísticas. Es una máquina de situaciones demenciales que lo proyectan a ocho columnas.
Cómo olvidar aquella burla cuando divulgó ser víctima de privación ilegal de la libertad al asumirse como el defensor de Luis Pérez Hernández, el ex Director de Gobierno que, en noviembre de 2015 durante el sexenio de Mario López Valdez, fue detenido por la Policía Federal en el aeropuerto de Culiacán y arraigado en la Ciudad de México por el presunto delito de lavado de dinero.
Así es Serapio. La nota, aunque le resulte negativa, lo ha llevado a los titulares de periódicos y noticieros. En julio de 2012 la organización Artículo 19, que defiende la libertad de expresión, emitió una alerta contra el hoy diputado morenista, por amenazar a la reportera Cecilia Cota, trabajadora de El Diario de Sinaloa. “Tengo ubicada a tu familia y soy capaz de muchas cosas”, le dijo Serapio Vargas.
Ha participado en quemar pangas al pretender que se le destaque como líder pesquero, tomar casetas de peaje al apropiarse de movimientos agrícolas que legítimamente pelean por mejores precios para las cosechas, y movilizar contingentes revoltosos al Congreso del Estado para paralizar la función de la asamblea popular, como lo hizo precisamente el 24 de julio de 2012. Fue capaz de pintarse de guinda para seducir a Morena y claro que accedería a desnudarse para estar en el foco de la atención pública.
Entonces la ocurrencia de hacer una mala copia de Zipolite en Altata hay que tomarla de quien viene. Y de cómo nace: sin los estudios legales, sanitarios, psicológicos, económicos y de todo tipo que deben sustentar una propuesta de este tipo puesto que, en caso de concretarse dicha ingeniosidad, Serapio Vargas no se hará cargo de las consecuencias de explotar el nudismo en una zona donde la anárquica acción de la delincuencia no respeta leyes, libertades ni reglas; se cree dueña de todo y gobierna de facto. El Diputado nunca responderá por el nuevo desvarío porque nunca ha asumido las culpas que le tocan.
En la política de burdel,
El Serapio la quiere cuichi,
Robarle el trono al Chenel,
Con andar en la calle bichi.
A diferencia de muchos sinaloenses que agarran cura en las redes sociales con la “ideota” de establecer una playa nudista en Navolato, el Gobernador Rubén Rocha Moya determinó no divertirse con el dislate del ocioso Diputado Serapio Vargas Ramírez y aclaró que al principio creyó que se trataba de broma y en lo personal, dijo, “quizá soy muy conservador”, pero no le gustaría que eso se concretara. Respuesta dura, encuerada, ni siquiera cubierta por un bikini de hilo dental.