Desde la sociedad civil llevamos ya varios años buscando que el Senado de la República reforme la LGPGIR (Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos), en materia de plásticos de un solo uso. Hasta este momento, los avances son nulos. Cerca de 30 estados del país y algunos municipios (como Querétaro, Mazatlán, Toluca, Pátzcuaro, entre otros) sí han avanzado en la aprobación e implementación de prohibiciones y otro tipo de regulaciones de los productos plásticos, pero en la Cámara Alta las y los senadores se han resistido a dar a este tema la prioridad que merece.
Diversas investigaciones en México y en otros países dan cuenta de la presencia de residuos plásticos prácticamente en todos los ecosistemas del planeta, en nuestros alimentos e incluso en nuestros cuerpos. Se han encontrado microplásticos en el hielo y las aguas del Ártico, en el agua de lluvia, en las costas de las áreas naturales protegidas mexicanas, en peces y mariscos que consumimos las personas, hasta en placentas humanas, por mencionar algunos ejemplos. Estos datos dan cuenta de la gran extensión de la contaminación plástica en el planeta y de los impactos que tiene en otras especies y en la salud de las personas.
No obstante, las y los senadores, aunque reconocen formalmente la necesidad de hacer algo, en la práctica este reconocimiento y aparente preocupación no se traduce en acciones concretas que pongan un fin a este problema ambiental desde su raíz. Al mismo tiempo, la presión de la industria del plástico permanece en todos los ámbitos, resistiéndose a cualquier cambio que implique la pérdida de su negocio, estas empresas desean seguir vendiendo plástico, sin importar los costos ambientales y para la salud.
Ya bien entrado el actual periodo de sesiones en el Senado (con las vacaciones de Semana Santa a punto de iniciar), desde la Alianza México sin Plástico, esperamos que las y los senadores no dejen pasar otra oportunidad para legislar en la materia. Pero para legislar bien. El nuevo dictamen que prepare la Comisión de Medio Ambiente, con el Senador Raúl Bolaños como su presidente, debe demostrar que las y los legisladores no sólo reconocen la importancia de frenar la contaminación por plásticos, sino que escuchan las voces de la sociedad civil y de los expertos (as) que desde hace años hemos propuesto alternativas para alcanzar una solución y que hasta ahora no han sido escuchadas.
La Comisión tiene ya en sus manos nuestras propuestas, sin las cuales difícilmente se podrá alcanzar una solución de raíz, de fondo. Estas propuestas son:
– Incluir en la LGPGIR la Responsabilidad Extendida del Productor (REP), la cual implica que las empresas que producen, comercializan, importan plásticos se hagan responsables de los residuos que sus productos generan, ya que son éstas quienes los ponen en el mercado. Basta ver los resultados de la Auditoría de marca de 2020 de Break Free From Plastics donde se identifica a grandes empresas como Coca-Cola, Pepsico, Nestlé, entre otras, como las principales generadoras de contaminación plástica. Asimismo, la REP implica que estas empresas innoven en sus modelos de distribución de productos, para ofrecer a los y las consumidoras opciones libres de plásticos y otros materiales de un solo uso. Estas empresas deben tener claro qué queremos el producto, no el empaque ni el envase. Necesitamos responsabilidades claras para el sector privado, por eso la responsabilidad debe ser extendida.
– Que se respeten las prohibiciones y regulaciones aprobadas en estados y municipios. Si bien estas medidas pueden ser perfectibles en variados aspectos, son aún grandes avances para cambiar nuestros hábitos de consumo, para dejar atrás la cultura de lo desechable, y avanzar hacia la disminución en la generación de residuos. Por tanto, cualquier dictamen que se haga debe partir de estos avances y no ponerlos en riesgo.
– La no incineración de residuos. Los legisladores han aprobado en los últimos meses iniciativas que impulsan la incineración y el co-procesamiento de residuos, pero esto no es ni será nunca la solución. La incineración de basura genera amplios impactos ambientales (como el agravamiento de la contaminación del aire), sociales y para la salud, además de que no es compatible con la economía circular. Antes de quemar basura, un modelo de gestión de residuos circular privilegia la prevención y la minimización, el mejor residuo es el que no se genera.
– La economía circular no es sinónimo de reciclaje. La economía circular va mucho más allá e implica el re-diseño de los productos para evitar que se conviertan en residuos, para que podamos reutilizarlos.
Senadoras y senadores de la Comisión de Medio Ambiente, Senador Raúl Bolaños-Cacho, estas propuestas deben incluirse en el dictamen que se elabore para modificar la LGPGIR, de lo contrario solo se estarán haciendo reformas cosméticas que perpetuarán el status quo y seguirán poniendo los intereses particulares por encima del bien común y del planeta.
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La autora es especialista en Consumo responsable y cambio climático