Hay vidas que terminan pronto; semejan erráticos cometas que atraviesan velozmente el firmamento y se esconden en la inmensidad del cielo. No obstante, a pesar de su corto perímetro y efímero tránsito, dejan tras de sí una fructífera estela de obras, ensueños, amor y bendiciones.
Tal es el caso de Franz Schubert, quien nació en Viena el 31 de enero de 1797 y falleció el 19 de noviembre de 1828, a sus escasos 31 años, por lo que su carrera como compositor abarcó solamente 15 años, pero es considerado uno de los fundadores de la música romántica.
No destacó como director o afamado intérprete en algún instrumento (aunque tocaba varios de ellos), pues consideró que su único propósito en el mundo era componer. En lo que sí incursionó con éxito fue en las “Schubertiadas” o convivios que organizaba para tocar sus más novedosas composiciones.
La OSSLA, bajo la conducción del director huésped, Jacob Tapia, interpretará este jueves, a las 19:30 horas, en el Teatro Pablo de Villavicencio, la Sinfonía número 5 de Schubert, compuesta en 1816 reflejando un marcado influjo mozartiano. La entrada es libre, pero se adquiere el boleto en la taquilla de manera gratuita.
El programa inicia con otra obra, Pulcinella, de Igor Stravinsky, quien se basó en la música de Giovanni Battista Pergolesi, Domenico Gallo y otros autores barrocos. La compuso a petición de Sergei Diághilev, aunque en un principio se mostró reticente a hacerlo. Lógicamente, le imprimió su sello personal.
Pulcinella es una obra de ballet que triunfó en la Commedia dell´Arte italiana, pero Stravinsky extrajó solamente algunas partes para componer la suite. Narra los simpáticos enredos de tres damas enamoradas de Pulcinella, quien prefiere a Pimpinella y deja el campo libre a los otros pretendientes.
¿Disfruto a Schubert y Stravinsky?
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