Retrato
de familia

    Con Los recuerdos del porvenir, Elena Garro publicó su primera novela, la cual obtuvo el Premio Xavier Villaurrutia en 1963. Pero, podríamos preguntarnos, ¿tendrá recuerdos el porvenir?, a lo cual responderíamos que sí, como nosotros tenemos memoria del pasado. Otra cuestión sería el porvenir o trascendencia que daremos a esos recuerdos.

    Ayer, en el Centro Centenario Sinaloa de las Artes, la escritora y poeta Rosy Paláu presentó su libro Recuerdos que ya no existen, donde habla de un pasado que se fue, pero que subsiste, emerge y recobra vida en los recuerdos.

    En efecto, a través de 11 plásticos relatos, la autora revela un nostálgico pasado del Culiacán que se ha ido, y desvela las tórridas emociones que deambulan por los más íntimos vericuetos de su corazón.

    No se debe olvidar que el verbo recordar proviene del latín y significa volver a pasar por el corazón (re-cordis). Por tanto, los recuerdos no son una materia virginal o impoluta, sino que están teñidos en la tintorería del corazón. Por eso, Rosy expresó: “yo los viví, los escuché, los percibí; los personajes cobran vida y yo soy esos personajes que yo viví”.

    Una canción de los años 60 se tituló: Los recuerdos están hechos de esto, y decía en una de sus estrofas: “No olvides un pequeño rayito de luna, envuélvelo ligeramente en un sueño. Tus labios y los míos para sorber el vino, los recuerdos están hechos de esto”.

    Además del rico y espléndido contenido del libro, lo que más me deslumbró fue el retrato de familia que rubricó el evento: Rosy, la autora del libro; Marisol, su hija, como una de las comentadoras; y, su esposo, Miguel Ángel Ojeda, contribuyó con la pintura de la portada, de ese Culiacán que se fue.

    ¿Revivo mis recuerdos?