Retos para los derechos humanos en 2025

09/01/2025 04:02
    Crisis migratoria, violencia, crisis de desapariciones, el disfuncional sistema de justicia y la crisis ambiental global son cinco de los retos para los derechos humanos en 2025.

    Comienza un nuevo un año y con él se avizoran retos inmensos para los derechos humanos en México.

    En primer lugar, a partir del 20 de enero, el regreso al poder en los Estados Unidos de una opción política abiertamente racista y xenófoba genera un escenario de pronóstico reservado. En derechos humanos, no es exagerado advertir sobre la crisis migratoria que una política de deportación masiva puede generar, respecto de personas que ya hoy enfrentan situaciones críticas a su paso por México, donde quedan a merced de salvajes poderes legales e ilegales.

    En segundo lugar, la violencia sigue lastimado día a día a las familias y comunidades en México, con regiones controladas por la macrocriminalidad en estados como Chiapas, Sinaloa, Michoacán, Guerrero o Guanajuato, donde la línea que debe separar a las autoridades de las organizaciones criminales se ha vuelto inexistente o borrosa. Son más de 80 asesinatos los que se registran diariamente en el País, sin que la campante militarización muestre los prometidos resultados. La prisa en difundir una narrativa de avance en esta asignatura, cuando la realidad desmiente día a día el optimismo, conduce más a la normalización de la violencia que a su reversión y deja a su suerte a miles de víctimas poco visibilizadas y menos atendidas.

    Reconocer esta realidad nos conduce a recordar, en tercer lugar, ese enorme y doloroso reto que es la persistente crisis de desapariciones. Hay que insistir en ello frente a las pretensiones de negar esta realidad, y para no dejar solas a quienes buscan a sus seres queridos. Su reclamo es vigente y actual, pues cada día hay nuevas y nuevos desaparecidos en el País. Las políticas en la materia siguen siendo insuficientes, ya que a nivel federal se optó por proseguir en la inercia de dejar de reconocer la crisis, abandonar los esfuerzos extraordinarios de identificación humana, debilitar a las instancias de atención victimal y condescender la negligencia de las fiscalías. Es en el ámbito estatal donde sobreviven, amenazados, los principales esfuerzos por encarar el rezago forense.

    En cuarto lugar, no puede escapar que este año será crucial para el disfuncional sistema de justicia mexicano. Aprobada la reforma judicial, en el marco de una serie de modificaciones que terminaron por erosionar el diseño democrático constitucional que se dibujaba al menos normativamente en la Constitución, está previsto que la primera elección judicial se realice este 2025. Lo que hasta ahora ha trascendido sobre el proceso no permite ningún optimismo: listas de personas aspirantes donde la idoneidad no es lo común, comités de selección con sesgo partidista, medidas -como la proyección de un número pequeño de casillas- que restringirán la participación y/o propiciarán el acarreo partidista por el inherente carácter oneroso de una jornada como la prevista, boletas que por su complejidad inducirán a la confusión. Entre tanto, las fiscalías continúan en la inercia de su mediocridad, al amparo de reformas que suplen su deficiencia como la regresiva prisión preventiva oficiosa.

    Finalmente, en quinto lugar, destaca el enorme reto que representa la crisis ambiental global. El calentamiento climático pone en riesgo la vida en nuestra “Casa Común” y por su propia naturaleza demanda soluciones también globales, que lamentablemente chocan con la cerrazón en que lógicamente desemboca el auge de gobiernos soberanistas y nativistas por todo el mundo.

    El panorama no es por tanto halagüeño. Por eso, dado que el año inicia entre nubarrones, se impone dirigir la mirada hacia quienes en este entorno adverso anuncian con sus resistencias y dignas luchas horizontes en los que la dignidad de todos y todas se vuelva efectiva costumbre. Las madres buscadoras, las comunidades indígenas, las y los jornaleros de San Quintín en huelga, el periodismo de investigación, las personas defensoras del territorio, las personas que desde las prisiones siguen luchando por su libertad como Keren en Tlaxcala, las mujeres jóvenes que se organizan, las personas que colaboran discretamente en las casas y albergues para migrantes, la creatividad volcada en las expresiones artísticas y quienes en todo el mundo construyen comunidad en colectivo nos muestran que la esperanza no está perdida. La resiliencia personal y la resiliencia democrática no sólo son posibles en este convulso 2025: son más que nunca necesarias.