Recuperar Altata como espacio de paz
Volver a sitios turísticos, obra colectiva
Como opción única que de momento impone la situación de violencia en la franja de Sinaloa que abarca de Culiacán a Escuinapa, resulta meritoria la iniciativa ciudadana que propone integrar la caravana de visitantes a la bahía de Altata, la cual sería custodiada por militares y policías con el objetivo de rescatar la actividad económica del más importante destino turístico de la zona centro de Sinaloa. Sin embargo, tomando en cuenta que no es tan recreativo el hecho de pasear llevando al miedo como acompañante, deberíamos acelerar el restablecimiento de la paz duradera que permita la movilidad tranquila hacia todos los destinos de descanso y diversión.
Altata no tiene por qué ser el paraíso de convivencia legítima arrebatado a los habitantes de los municipios de Culiacán y Navolato. Ni tampoco a los caminos que llevan hacia allá se les debe impregnar del temor y la sospecha antes de conseguir que el Gobierno nos regrese esas rutas con la certidumbre de que iremos seguros. Sí debemos, en todo caso, estamparle los pasos de la civilidad a ese caminar blindado sugerido para el 9 y 10 de septiembre.
Sí podemos siempre y cuando se trate de una acción coyuntural a la cual no nos acostumbremos. La romería de culiacanenses hacia Altata remarcaría sobre todo el ansia colectiva por hacer vida normal después de dos meses de restricciones que se cumplen el sábado, privándonos de los espacios de sesteo y convivencia. Subrayaría también la aspiración consensuada de volver a Mazatlán, Concordia, El Rosario, El Quelite, Imala, Barras de Piaxtla, Celestino Gasca y otros lugares sin que ello ponga en riesgo la vida de las familias.
La acción cívica liderada por el chef y activista Miguel Taniyama, Javier Llausas como director de Construyendo Espacios para la Paz, y dirigentes restauranteros de Altata, le da motivo a la insinuación de implementarla en el resto de los municipios de economías y esperanzas golpeadas por la ola de inseguridad. Hacer también que a la industria sin chimeneas le lleguen viajeros de Durango, Nayarit y Jalisco y demás estados sabiendo que sus itinerarios y vidas están salvaguardados.
Si se quiere se puede, no obstante que el éxodo lúdico requiera ahora del blindaje de la fuerza pública federal, estatal y municipal. Los buenos resultados del operativo de seguridad para los tres días del período Halloween-Dia de Muertos demuestran que es factible la generación de ambientes de tranquilidad en torno a lugares y fechas que por tradición están en los periplos de los sinaloenses con gastronomía, cultura, mariscos, tambora, sol y arena, así como naturaleza y arqueología agregadas.
La Secretaría de Desarrollo Económico del Gobierno del Estado debe observar y aprender del ejercicio social en pro del restablecimiento de los sectores turismo y servicios, con la probabilidad de llevar el modelo a otras zonas de Sinaloa. Si la gente se anima a tomar el control de los lugares y actividades que le son intrínsecos, y las autoridades le echan más ganas a la legalidad y el orden, pronto en el territorio de los once ríos soplarán de nuevo aires de esperanza y confianza.
Necesitamos los sinaloenses retomar las oportunidades solaces que sean como el oasis le es al desierto, a pesar del contexto de una guerra que no es de nosotros ni entre nosotros, los pacíficos. En espera de que la tranquilidad regrese ya sea por el dominio de la Ley sobre de los beligerantes, o treguas acordadas entre los segmentos del narcotráfico en pugna, nada ni nadie debiera alargar más la espera por destrabar el ejercicio de derechos y libertades.
A nada contribuye que continuemos azorados, sometidos a cuanto toque de queda obliga la zozobra, anulándonos como sinaloenses que en toda circunstancia adversa hemos salido adelante, crecidos en la adversidad. La actitud germinal de los pacíficos cuenta mucho en la hazaña de volver a disponer de las calles, los quehaceres particulares o colectivos, los momentos de regodeo y la seguridad de que todos regresaremos bien después de salir de casa.
Recuperemos las puestas del sol de Mazatlán, el ruido de los chirrines en sintonía con el pregón de las vendimias en Altata, las aguas termales de Imala, la arbitraria gastronomía de El Quelite retando el paladar de visitantes nacionales y extranjeros, los tamales barbones de Escuinapa, el retablo de Nuestra Señora del Rosario y el Museo de Lola Beltrán, los vestigios del esplendor minero de Concordia y las democráticas arenas y olas de Celestino Gasca en Elota. Recobremos a Sinaloa entero como patrimonio de los pacíficos.
Es decir, al ir el próximo fin de semana a la reconquista de Altata como edén también de la gente de bien, tracemos las líneas libres y seguras por las que habremos de regresar a cualquier lugar turístico de Sinaloa. Vamos, pues, llevando como equipaje la certeza de que un día nada obstruirá a los espíritus aventureros.
En tierras sinaloenses bellas,
Desde Altata a Escuinapa,
Marquemos las pacíficas huellas,
Que le borren la sangre al mapa.
Las voluntades pacificadores agrupadas en la organización Culiacán Valiente, o aliadas de este movimiento, no quitan el dedo del renglón en lo concerniente a la exigencia de incremento sustancial del presupuesto destinado a atender las urgencias de reconstrucción del tejido social, construcción de paz, prevención del delito e implementación de una agenda pacificadora con acciones específicas generadas en mesas de trabajo entre la sociedad y la autoridad. Hoy a las 10 horas se pronunciarán de manera pacífica en el Congreso del Estado, en la víspera de que el Gobernador Rubén Roya Moya le presente al Legislativo el proyecto de Ley de ingresos y Presupuesto de Egresos para 2025.
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