Al día siguiente de que removieran a Héctor Melesio Cuén de la Secretaría de Salud, cientos de trabajadores de la Universidad replicaron en sus redes sociales una imagen de respaldo al líder moral del Partido Sinaloense.
Desde que terminó la campaña a la Gubernatura, en junio del año pasado, la Universidad se encontraba en calma, alejada de la política, y su personal abocado casi por completo en actividades académicas.
Pero ante el posible rompimiento del acuerdo que permitió al PAS incrementar su capital político, la UAS vuelve a estar en el centro de la disputa por el poder. ¿Qué va a pasar con la Universidad ahora que la alianza con el Gobierno del Estado se encuentra en su punto más frágil?
El cese ocurrió luego de que el entonces Secretario de Salud se negara a obedecer al Gobernador. Cuén rechazó el emplazamiento que se había dado a todos los funcionarios, y decidió sostener la disputa legal con Tere Guerra, sabiendo de antemano que eso significaba su remoción.
La destitución de Cuén como servidor público ha puesto en pausa una cuestionada alianza que surgió con el propósito de asegurar el triunfo de Morena en Sinaloa.
Nunca se llegó a entender por completo las razones de ese pacto. Para la mayoría de los analistas fue una alianza innecesaria, en la que el Partido Sinaloense ganaba mucho más de lo que realmente aportaba en estructura, votos y legitimidad para un movimiento que anunciaba una supuesta regeneración de la vida pública.
Se dice que el PAS proporcionó 80 mil de los 624 mil votos que obtuvo el Gobernador en las pasadas elecciones. A cambio, se le concedieron ocho diputaciones, cinco alcaldías y una Secretaría de Gobierno para el líder del partido.
Pero Cuén jamás tuvo la intención de actuar como funcionario subordinado, y eso lo debieron haber previsto. Pensaron que colocarlo en un cargo menor a sus expectativas apagaría el protagonismo que había mostrado durante la campaña. Se equivocaron.
Al no ver materializado su anhelo de cogobernar Sinaloa, la estrategia de Cuén fue mostrarse independiente. Utilizó al máximo la estructura que le montó el estado para crearse una imagen de funcionario autónomo que toma decisiones por su cuenta.
En los escasos seis meses que se mantuvo en funciones, se presentó como mediador durante el conflicto del Cabildo en Mazatlán, también se permitió contrariar la postura oficial con respecto a la última etapa del confinamiento por la pandemia, y ya casi al final de su encomienda, se atrevió a respaldar a Jesús Estrada Ferreiro en el juicio político que le armaron Feliciano Castro y Rocha en el Congreso del Estado.
Mientras, en la UAS se respiraban aires renovados. Fuera de las presiones políticas que habían asfixiado a la institución por al menos tres administraciones consecutivas, la Universidad comenzó a priorizar sus necesidades académicas.
Y es que en esos mismos meses, en los que Cuén se mantuvo ocupado encontrando su lugar en el nuevo gobierno, en la Universidad se repartieron titularidades, se lanzaron convocatorias para publicar libros, se reanudó el programa de becas para los docentes, se extendió la movilidad académica, y lo más trascendente, se liberaron 215 nuevas plazas de tiempo completo para jóvenes doctores, que se tenían retenidas. Todo en el marco de un mayor control del gasto operativo.
En este tiempo la universidad también volvió a colocarse en el centro de la vida cultural del estado. La feria del libro y el festival universitario de la cultura armaron de gente las plazas y los recintos para sacudir una sociedad aletargada por la pandemia.
Qué importante hubiera sido coronar esta etapa con un foro de discusión para una nueva reforma a la Ley Orgánica de la UAS. Era el momento más oportuno. El cacique estaba distraído. Ahora su sombra vuelve a oscurecer el panorama.
No habían transcurrido ni 24 horas de su remoción, cuando el aparato se movilizó. De repente el personal de la UAS: maestros, directores y empleados de confianza, comenzaron a publicar en sus redes sociales consignas en apoyo a Héctor Melesio Cuén.
Son muy fuertes las lealtades políticas al interior de la Universidad. Prácticamente toda esta generación de trabajadores activos le debe su puesto y el cargo itinerante que ocupan, al funcionamiento del Partido Sinaloense. Siendo así, ¿por qué no iban a respaldar a su caudillo? ¿quién lo va a impedir?
Se ve difícil que la autoridad estatal intervenga. Morena en Sinaloa todavía percibe útil una alianza con el PAS, sobre todo en el Congreso. Ya es mucho el desgobierno en las principales ciudades de la entidad, como para crear nuevos frentes de conflicto en el legislativo.
Pero de aquí en adelante la meta para el Maestro Cuén es muy clara: el Senado y luego la Gubernatura. De ser posible lo hará con el respaldo de Mario Delgado y de Morena. En cualquier caso, ya sea solo, o cobijado por la cuarta transformación, la UAS ya mostró que está con él para lo que se requiera.
Lejano se ve todavía el horizonte para que esos 215 nuevos profesores de tiempo completo se conviertan en la nueva camada que libere a la UAS. La seguridad laboral ya la tienen, juventud y astucia también. Solo les falta el ánimo y un empujoncito. Que no les gane la avaricia.
Mientras tanto, vale preguntarse, estar atentos y participativos de lo que pase con la Universidad de aquí al 2024.