¿Mazatlán sin banda o sin gobierno?

    El Alcalde de Morena, con sus actos coartaba los derechos de los trabajadores, de los desprotegidos, de los pobres que son, con orgullo de ellos, la base electoral del movimiento de la Cuarta Transformación. Ante el caos provocado y las reacciones en los medios de comunicación más importantes del país, el Gobernador tuvo que salir a enmendarle la plana, dando el apoyo a los músicos.

    Increíble y sin precedentes fue el conflicto entre autoridades y músicos que terminó en una batalla campal en Mazatlán. Instrumentos tirados por la calle, músicos y policías golpeados, patrullas vandalizadas y un caos provocado por la falta de sensatez, diálogo democrático y cultura cívica del respeto en cada una de las partes en conflicto. Todo esto, frente a nuestros invitados, los turistas que presenciaron lo que pasa cuando el gobierno municipal impone, torpemente, una determinación injusta, en el peor momento para hacerlo; un día antes del periodo vacacional de mayor afluencia.

    Cuando dos posturas se encuentran radicalizadas, será sumamente difícil llevarlas a una mesa de negociación. Y en el caso del conflicto mazatleco entre músicos y hoteleros, cada uno defendía argumentos válidos y legítimos para imponer sobre el otro. Pero, cuando los intereses particulares entran en conflicto, ahí deben estar las instituciones y los gobiernos para mediarlos, resolverlos y no hacerlos más grandes.

    El Alcalde de Mazatlán, Édgar González gobernó un pequeño municipio al sur de Sinaloa que no tiene la complejidad social, económica y política de uno de los puertos más importantes de México y una de las economías regionales más fuertes en el norte del país. La falta de oficio político generó un conflicto que tocó los botones rojos de la gobernabilidad democrática en Sinaloa.

    Todo lo hizo al revés, primero trató de imponer por la fuerza una serie de acuerdos pactados con solo una parte de los actores en conflicto, que eran a todas luces perjudiciales para la mayoría de los músicos. “Solo 40 permisos a agrupaciones musicales, en puntos determinados de la ciudad y con un horario restrictivo no mayor a las 19:00 horas”. El acuerdo, dejaba fuera al menos a 600 músicos que, en vísperas de las vacaciones, no se quedarían de manos cruzadas para buscar el sustento de sus familias.

    Por otro lado, los empresarios hoteleros y algunos restauranteros que, con justa razón, pero no con las palabras más respetuosas y conciliadoras, piden la regulación del “ruido”, para evitar “acorrientar” el puerto de Mazatlán y no molestar a los turistas norteamericanos, que deben, según ellos, ser el centro de atención porque la derrama económica del turista extranjero es mucho mayor que la del mexicano y evidentemente se gana más en dólares que en pesos.

    La torpe decisión del Alcalde que despacha en Mazatlán, provocó una serie de reacciones que pusieron en alerta máxima a los expertos en gobernabilidad democrática del gobierno estatal y federal. En horas, el conflicto escaló de manera inusual, miles y miles de mexicanos comenzaron a seguir las transmisiones en vivo por diversos medios de comunicación que daban cuenta de que algo en las calles del puerto se estaba saliendo de control al ritmo de una vistosa e inusual protesta musical.

    En pleno proceso electoral, la crítica de la gran masa social se cargaba en favor de los músicos y arremetía con severidad contra el gobierno y los empresarios que tuvieron una pésima construcción de narrativa y nula contención de daños. El Alcalde de Morena, con sus actos coartaba los derechos de los trabajadores, de los desprotegidos, de los pobres que son, con orgullo de ellos, la base electoral del movimiento de la Cuarta Transformación. Ante el caos provocado y las reacciones en los medios de comunicación más importantes del país, el Gobernador tuvo que salir a enmendarle la plana, dando el apoyo a los músicos.

    Ni los panistas más recalcitrantes -que han gobernado el municipio- se habían atrevido a tanto. Por eso, cuando le preguntaron a un líder de Morena en Sinaloa por qué Juan de Dios Gámez Mendívil y Gerardo Vargas Landeros sí buscarían la relección en sus municipios, era porque tenían plena seguridad de triunfo. Pero en Mazatlán, por este y otro tipo de cosas que apenas ellos saben, tenían claro que al que pusieron en la silla, el espacio le quedó grande, tan grande que tuvo que recular ante su dicho, y permitir que las bandas y conjuntos sigan tocando con restricciones mínimas. Decisión que no dejó satisfechos a los empresarios. Luego le seguimos...

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    jesusrojasriver@gmail.com