Existen distintos nombres para el azúcar, no obstante, a final de cuentas el azúcar es un carbohidrato. Además de endulzar nuestras bebidas y alimentos, los carbohidratos son unos de los químicos más importantes del planeta, siendo la fuente principal de energía para todos los seres vivos de la tierra. Desafortunadamente, también son la fuente principal de obesidad en los humanos.
Los carbohidratos son el producto de la fotosíntesis de la mayoría de las plantas. Básicamente, las plantas utilizan los fotones del sol para dividir el agua. El hidrógeno de esa agua es mezclado con dióxido carbono (lo que respiran las plantas) para formar glucosa (un carbohidrato). En otras palabras, las plantas capturan la energía solar y la almacenan en forma de energía química.
Además de la glucosa, las plantas también almacenan energía en forma de fructosa, la cual posee exactamente la misma fórmula que la glucosa, solo que ordenada (molecularmente) de distinta manera. A pesar de tener la misma fórmula, y de que tienen la misma energía, la fructosa es mucho más dulce.
La sucrosa (azúcar) que nosotros consumimos es compuesto formado por la unión de una molécula de glucosa con una molécula de fructosa.
Los carbohidratos son deliciosos dado que nuestro cerebro está configurado para darnos placer cuando los consumimos. Los carbohidratos son la fuente más abundante de energía, es por eso que nuestro cerebro evolucionó para suplicarnos que consumamos carbohidratos. Sin embargo, esto era necesario hace 200,000 años, cuando la humanidad vivía en el Pleistoceno y éramos recolectores a merced de la naturaleza. Hoy en día, la mayoría de la gente no tiene la preocupación de obtener alimento, y el ser humano moderno solo requiere de aproximadamente de 25-40 gramos de azúcar. Un refresco de cola de 330ml contiene 35gr, es decir, una dosis diaria.
México es el país que más consume productos de cola (bebida carbonatada), contribuyendo a nuestro honroso 1er lugar en obesidad. Algunos buscan mitigar la gordura con Cola Light, Cola Zero, o Cola “sin azúcar”, sin embargo, a final de cuentas son bebidas con endulzantes artificiales, los cuales no contienen energía o calorías.
Estos azúcares artificiales no pueden ser metabolizadas por nuestro sistema digestivo y básicamente se deslizan por el intestino sin ser absorbidas. Existen distintos tipos de azúcar artificial, como la sacarina (descubierta accidentalmente mientras alguien trabajaba con derivados de alquitrán de hulla, un potente carcinogénico), el aspartame (otro descubrimiento accidental, un científico lamió sus dedos para hojear un cuaderno mientras trabajaba con un medicamento para las úlceras) y la sucralosa (una mezcla de sucrosa con cloro, descubierta en investigaciones con insecticidas).
Actualmente, el aspartame es el endulzante artificial más popular, y con ayuda de los medios, se ha creado el mito de que es la opción saludable y el sustituto perfecto para el azúcar. El aspartame es responsable del 75 por ciento de las reacciones adversas por aditivos de alimentos, desde dolores de cabeza y migrañas, hasta convulsiones y muerte. También se ha descubierto que en algunos casos ocasiona depresión, obesidad, diabetes y deterioro mental. El aspartame está compuesto por ácido aspártico, fenilalanina y metanol, los cuales ocasionan daño neuronal.
Aunque el aspartame es probablemente el más nocivo, el resto de los azúcares artificiales tampoco cantan mal las rancheras y están asociados al desarrollo de diabetes, enfermedades cardiacas, infartos, y la alteración de la microbiota intestinal.
Todos los endulzantes artificiales son compuestos químicos, aberraciones creadas por el ser humano con el propósito de hacernos creer que son más saludables. Empero, consumir estos compuestos representa un serio riesgo a la salud, por lo que sale más caro el caldo que las albóndigas.