Libertad de prensa: miedo en cada sílaba
Implementar ya protección a periodistas
A 12 días de que se cumplan cinco años de que privaron de la vida al periodista Javier Valdez Cárdenas, crimen contra la libertad de expresión todavía sin castigo para los autores intelectuales, y en conmemoración hoy del Día Internacional de la Libertad de Prensa, las únicas emociones posibles son la frustración e incertidumbre por la actividad de los comunicadores en situación de alto riesgo. Nada qué festejar, excepto que los gobernantes e instituciones ofrecieran las bases sólidas para que ningún reportero sea víctima de intolerancias y un sistema de protección que se anticipe a las agresiones.
El recuerdo de los compañeros caídos en el cumplimiento del deber y la percepción de que los sobrevivientes hacemos periodismo con el miedo implícito en cada letra o palabra de las noticias, es lo que prevalece en la actual situación de indefensión. La sombra de las amenazas, intransigencias y delincuencia crecida con la impunidad acompañan al gremio cuya custodia debería ser la Constitución, leyes derivadas y el importante respaldo social.
Pero no. La soledad del periodismo de la que habló mucho Javier Valdez se acrecienta por la desesperación ciudadana de creer en utopías que sin estar sustentadas en la realidad al menos sí nutren la esperanza con espejismos. Los datos difundidos en las redes sociales significan el tronco hueco que flota en el caudaloso río de la desilusión al que se suben las audiencias aun conscientes de la fragilidad de la balsa. Mientras, la mano firme del periodismo que ha contribuido a los grandes cambios sociales resulta rechazada por las ruidosas y canallas campañas que la desprestigian.
Reinan el rumor, la inventiva, la especulación y la calumnia por encima del periodismo profesional y responsable. Para efectos prácticos, la política nacional reconoce al youtuber, influencer, showman y tiktoker como interlocutores confiables y desdeña la contribución histórica de medios y trabajadores de éstos en la consolidación de democracia, libertades y lucha cívica. Poco importa que la audiencia a raudales conlleve el riesgo del engaño si se trata de difuminar a la prensa en su función de crear mejor opinión pública.
El periodismo de fondo es concebido por la transformada mentalidad del poder como el opio de masas cuyo destino es permanecer en realidades superficiales y frívolas. Los auténticos hacedores de noticias deben ser denostados como primer daño de otra consecuencia mayor: el silenciamiento. A ellos ninguna defensa, nada de protección, cero de las condiciones que la Carta Magna provee y el Estado, por su parte, incitando a la acometida irracional.
En Sinaloa, por ejemplo, después de cuatro foros y un Parlamento Abierto no existen poder o toma de conciencia capaz de sacar adelante la Ley de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas de Sinaloa cuya iniciativa le fue entregada al Congreso del Estado en junio de 2019, ratificada en noviembre de 2021 y con la palabra dada por todas las fracciones parlamentarias, en febrero de 2022, de darle el debido trámite legislativo en el actual período ordinario de sesiones.
Es por eso que un lustro después no descansa en paz la ilusión de Javier Valdez por trabajadores de prensa con todas las integridades a salvo. La justicia a medias que favorece a quienes lo mandaron asesinar, y el periodismo de investigación calculado tecla a tecla para no morir en el intento, le tatúan la lobreguez de la desconfianza al oficio de informar y de allí deriva la apostasía de cruzarse de brazos ante víctimas y comunidades que necesitan de la denuncia como condición indispensable para curar sus agravios.
Hoy es un buen contexto para reponerle al periodismo la relevancia de la profundidad de la noticia y el factor orientador de ésta hasta colocarlo en posición superior a la de los “cuentos chinos” que entre más entretienen más enredan a la gente. Volver a la esencia del reporteo que Gabriel García Márquez consideró el mejor oficio del mundo, aquel que nació antes del Internet y de sus tentáculos.
No pasemos por alto que el periodismo mantiene la natural intrepidez después de que 33 colegas han sido asesinados en México del primero de diciembre de 2018 a la fecha, según el informe “Negación” de la organización internacional Artículo 19 que defiende la libertad de expresión. El que persevera por contrarrestar los manejos de farándula en temas de interés social que le socavan a la información competitiva la atención pública y la importancia estratégica para la toma de decisiones y soluciones correctas.
Nomás no olvidemos.
En tu día Libertad de Prensa,
Debiera ser la celebración,
Que te salden la deuda inmensa,
Con la libertad de Expresión.
A raíz de que el profesor Arturo Nevárez, de la Facultad de Psicología de la UAS, diera el jueves un dato erróneo sobre el número de feminicidios ocurridos en Sinaloa en 2022, reportando 43 casos cuando oficialmente se han registrado 6, el Gobernador Rubén Rocha cayó en su primera reclamación directa y en público a medios de comunicación que publicaron tal nota, ocasionando que saliera al descubierto la falta de información o el manoseo estadístico por parte de las dependencias del Gobierno del Estado. Con todo y que le asiste el derecho de réplica, el Mandatario estatal debe ser más ecuánime y echar mano de la recomendación de Voltaire de “podré no estar de acuerdo en lo que dices, pero defenderé tu derecho a decirlo”. No es para tanto, ya que el que dio la nota y quienes la replicaron hicieron las aclaraciones pertinentes. Siendo humanos, a los periodistas como a los políticos a veces se nos van las cabras al monte. Bueno, esto al menos sirvió para que Rocha Moya reiterara estar abierto a la crítica por la posibilidad de rectificar que le ofrece.