Leña al fuego: bloquea UAS a Auditoría. ¡Por favor, transparenten la Universidad!
A un acto legal de indispensable rendición de cuentas se le intentó dar, ayer, el sesgo de violencia política contra la Universidad Autónoma de Sinaloa al intervenir la Fiscalía General del Estado para implementar la orden judicial tendiente a que el centro educativo proporcione la información de oficio sobre el manejo de recursos públicos, la cual se niega a entregar con el argumento de que le violentan la autonomía universitaria. A raíz de ello una voz institucional azuzó a la movilización porque en la UAS se estaba reeditando, dijo, la ocupación militar que ocurrió en recintos de la UNAM como parte del movimiento estudiantil de 1968.
Esos extremos, peligrosos para la sociedad sinaloense y celada alevosa para la misma Universidad, determinan la urgencia de moderar la acción irreflexiva y dejar que la justicia trace las sendas de la mesura. Al Rector Jesús Madueña Molina, representante legítimo de la UAS, no a terceros, le compete insistir en el diálogo y la negociación y evitar la altisonancia de personajes que sin ningún nivel de autoridad llaman a colapsarlo todo. Bajo ninguna circunstancia debe dominar en la escena el exhorto al salvajismo, menos en el campus pródigo de las ideas que apuntalan los puentes de la civilidad.
“El día de hoy 17 de julio del 2023, se va a repetir la escena de octubre de 1968 cuando las fuerzas armadas entraron al campus de la Universidad Nacional Autónoma de México, y hoy en Sinaloa la fuerza pública va a entrar a la máxima casa de estudios”, dijo el desgañitado locutor sin medir la dimensión de la instigación y las posibles consecuencias si el llamado tuviera eco en la comunidad universitaria. Cómo hizo falta, aquí sí, la actitud del Rector con altura de miras institucional y a favor de la transparencia.
Actúan mal los funcionarios de la UAS que atrancan las puertas de acceso a la información ya que, al contrario, deben abrir de par en par los espacios rosalinos para que el refrescante aire de la rendición de cuentas mitigue la asfixia interna de la que se quejan aquellos que irán a los juzgados en los próximos días a responder por los presuntos delitos de abuso de autoridad y desempeño irregular de la función pública. Dejen que la gente sepa cómo se utilizan recursos públicos en el alma máter que es de ellos, de los sinaloenses, antes que de cualquier grupo o personaje.
La estrategia de no abrirles las puertas del campo universitario Buelna a los elementos de la Fiscalía General del Estado “porque el velador que trae las llaves no está” y dejarles la opción de “si quieren entrar usen sus atribuciones y háganlo con la orden de cateo” recibió afortunadamente la respuesta prudente de la autoridad ejecutora que optó por retirarse debido a lo caldeado de los ánimos. Es la táctica similar utilizada para bloquear los procedimientos de la Comisión Estatal de Acceso a la Información Pública que ha requerido, multado y apercibido a la UAS por no atender solicitudes de transparencia, con la respuesta ya normalizada en la institución de “va contra la autonomía”.
Digan lo que digan los asesores del Rector, lo están llevando a él y algunos de sus funcionarios al laberinto en el cual se pierden las razones y son blandidas las irreflexiones al ras del autoritarismo. “En la UAS la ley soy yo”, “al diablo con las instituciones” y “aplíquese la ley sólo a los bueyes del compadre” son las únicas salidas que le trazan al gobierno universitario y, quiérase o no, Madueña Molina será el gran sacrificado si la consigna se mantiene en que nadie ni nada altere el statu quo rosalino. El Rector que ha logrado fortalecer la vida académica como ningún otro lo ha hecho, no tiene por qué caer en el ardid del autosacrificio para que terceros implicados salgan incólumes.
Lo de ayer fue otro acto temerario de obstrucción a la justicia y la Universidad aportó las pruebas del desacato a través de la transmisión en vivo que primero mostró el “no pasarán” y enseguida trasmutó al “tienen libre el acceso, pero no hay llaves para abrirles”. Al final la intervención de la Fiscalía que la UAS acusó como grotesca a grito abierto, acabó siendo sin nadita de sensatez la simiesca traba a la transparencia que no pasó a mayores porque la FGE optó por retirar a sus elementos como ejercicio de prudencia frente a aquello que incitaba a la versión moderna de la masacre de Tlatelolco del 68 que, si nadie la desea nadie la estimule.
Permita, Rector, que se fortalezca la transparencia como en cualquier lugar que utiliza el dinero que el pueblo paga con bastantes sacrificios. Usted no tiene por qué ser tapadera de cloacas ajenas. Que las amplias ventanas de la cosa pública, toda sin excepciones, se abran y entre la suficiente luz para las cuentas claras, ese resplandor de confianza que es el único que puede desterrar en la Universidad la penumbra donde la corrupción se da a placer de los pillos y el enojo de los ciudadanos.
La transparencia en el ejercicio de recursos públicos no se implora, se exige; tampoco está sujeta a que unos quieran y otros no, sino que es en obediencia de un cúmulo de leyes, procedimientos y organizaciones creadas para amarrarles las manos a los pillos que se retacan los bolsillos de dinero mientras causan la inopia de instituciones fundamentales para los ciudadanos. Pero si acaso fuera necesario suplicar, ¡por favor, ya permitan que la UAS sea transparente!
¿Qué mano la hamaca mece,
Donde en la plácida impunidad,
Cree el truhán que más merece,
Del dinero de la Universidad?
Y sí. En caso de que la Fiscal Sara Bruna Quiñónez Estrada no hubiera ordenado abortar la diligencia de cateo para obtener mediante orden judicial la información pública que la UAS se resiste a dar, otra historia se contaría hoy. Es que a veces la dura lex se ve obligada a aflojar un poquito para no darle pauta a narrativas tremendistas. ¿Quién ganó entonces? ¿Los que se le atravesaron a la transparencia o los que lograron otra agravante para el juicio de abuso de autoridad contra el Rector Madueña y el abogado general de la Universidad, Robespierre Lizárraga?