Las preguntas de la filosofía

    rfonseca@noroeste.com / rodifo54@hotmail.com
    La filosofía no nació para hacernos prósperos, ricos en bienes materiales y fortuna económica, sino para enseñarnos a pensar, ayudarnos a plantear las preguntas torales de la existencia y tomar las mejores decisiones. Sus preguntas son fundamentales; no se detiene en cuestiones banales e insulsas, sino en las más trascendentales: ¿Por qué nací? ¿Tiene sentido mi vida? ¿Por qué hay algo en lugar de nada? ¿Existe Dios? ¿Qué es el alma? ¿Dónde se encuentra?

    La utilidad de la filosofía es un cuestionamiento siempre actual, pues se busca un fin práctico. Sin embargo, no siempre se encuentra su utilidad, ya que la orientación materialista obceca la razón y no permite discernir con precisión.

    Es cierto que la filosofía no es el vehículo ideal para obtener bienes y dinero, aunque sí se le pueda encontrar esa vertiente economicista. Recordemos la anécdota de Tales de Mileto, quien, en el Siglo 7 antes de nuestra era, previó que la cosecha de aceitunas sería próspera y arrendó todos los molinos de las ciudades de Mileto y Quios, con lo que consiguió los mejores precios al carecer de competencia.

    No obstante, la filosofía no nació para hacernos prósperos, ricos en bienes materiales y fortuna económica, sino para enseñarnos a pensar, ayudarnos a plantear las preguntas torales de la existencia y tomar las mejores decisiones. Sus preguntas son fundamentales; no se detiene en cuestiones banales e insulsas, sino en las más trascendentales: ¿Por qué nací? ¿Tiene sentido mi vida? ¿Por qué hay algo en lugar de nada? ¿Existe Dios? ¿Qué es el alma? ¿Dónde se encuentra?

    Quien vive sin filosofía se pierde en los cenagosos pantanos de los quehaceres cotidianos. En su libro, “El silbido del arquero”, la escritora Irene Vallejo cuestionó: “¿Por qué a unos las dificultades los arrastran a obstinarse mientras que a otros los conducen al abandono? ¿Por qué el amor entre dos efímeros humanos nunca surge con idéntica intensidad? ¿Por qué uno percibe más claramente su profundo anhelo, mientras que el otro flaquea en los desfallecimientos y las intermitencias de su propio corazón? Extraña paradoja de los mortales: el amor es una experiencia común pero rara vez simultánea, jamás reposa equilibrado en el fiel de la balanza”.

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