Es ampliamente conocido que el estudio de la filosofía no goza de gran popularidad. La investigación científica y tecnológica ha deslindado considerablemente el interés por los estudios humanísticos.
A la filosofía no se le ve ninguna utilidad práctica y monetaria. Cuando un hijo les dice a sus padres que quiere estudiar filosofía inmediatamente le contestan: “¿Y de qué vas a vivir? Tu futuro inmediato será, a lo mucho, contentarte con ser profesor de filosofía”.
La filosofía está más allá de un mero interés monetario y mercadológico. Es cierto que en este mundo consumista no se conceden iguales oportunidades a los estudios humanísticos, pero la pregunta fundamental no es ¿de qué vas a vivir?, aunque claramente se entiende que es crucial; sino los cuestionamientos existenciales de ¿por qué o para qué vas a vivir?, y la respuesta a estos interrogantes los aborda y abunda la filosofía.
Uno de los primeros filósofos occidentales fue Tales de Mileto, incluido en el grupo de los siete sabios de Grecia. Se cuenta que en una ocasión iba tan ensimismado en sus pensamientos y mirando al cielo, que no vio lo que tenía debajo de sus pies, por lo que cayó en un hoyo y una mujer se burló públicamente de él.
Sin embargo, también existe otra narración que nos comenta que Tales de Mileto fue quien predijo el eclipse de sol, ocurrido en el año 585 a. C., para que constatemos que los filósofos no están reñidos con la ciencia ni el desarrollo tecnológico.
Incluso, Aristóteles señaló que Tales pronosticó una cosecha abundante de aceitunas y alquiló previamente todas las prensas para hacer aceite, de manera que después las subalquiló a un precio muy superior para demostrar que el filósofo también podría enriquecerse si lo deseara.
¿Valoro la filosofía?
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