Cada diciembre, y a veces desde finales de noviembre, las autoridades de la Universidad Autónoma de Sinaloa repiten un mismo cantar: no hay para el aguinaldo. A veces, como en este 2024, ese canto se extiende al mes de enero porque tampoco hay para las primeras quincenas.
El canto no se notaba antes porque el pacto político que existía entre el hombre que gobierna la UAS desde hace tiempo y el Gobernador en turno hacía que de inmediato el Gobierno del Estado activara las gestiones para que la Universidad cubriera sus obligaciones laborales con sus colaboradores, desde Rectoría le profesaban su amor al Tercer Piso, los millones fluían, la dispersión se realizaba y todos contentos.
Pero en esta ocasión fue diferente, de todos es sabido que Rocha Moya y Cuén Ojeda rompieron el pacto político-electoral que signaron en 2021 y aunque los millones volvieron a fluir para no afectar el derecho de la comunidad universitaria, en esta ocasión los trapitos salen a la luz.
Lo más relevante de ese rompimiento es que amenaza, por primera vez desde que existe, el dominio y uso faccioso del Partido Sinaloense sobre la estructura y recursos de la máxima casa de estudios y el segundo presupuesto institucional más grande de Sinaloa. De ese tamaño es el botín que Cuén y sus clanes controlan y que no soltarán nunca de manera voluntaria. Pero Rocha Moya, también ex Rector, ha decidido que su mayor legado será liberar a la UAS de su cacique y ha puesto su empeño en ello.
Con la evidencia de decenas de miles de facturas a las que nunca habíamos tenido acceso, en Noroeste ya hemos documentado cómo las autoridades de la UAS realizaron compras irregulares y a sobreprecio por más de 634 millones a diversas redes de proveedores vinculadas a funcionarios de la misma institución y la familia de Cuén Ojeda entre 2022 y 2023. Por algunos de esos casos el Rector Madueña y sus funcionarios, entre ellos el hijo del ex Rector, Melesio Cuén Díaz, fueron separados del cargo y ahora enfrentan procesos judiciales por delitos de corrupción ante la Fiscalía del estado.
Pero hoy quiero referirme al otro mecanismo de cooptación del pasismo sobre la estructura universitaria: la nómina. Esa que nunca alcanza para pagarla. Y aunque Cuén tenga un podcast que se llama Cuentas Claras, a la UAS las cuentas no le salen. Me explico:
Lo primero que habría que señalar es que la UAS presupuesta una cosa y ejerce otra. Por ejemplo: de 2020 a 2022 presupuestó que recibiría 6.7 mil, 6.9 mil y 7.1 mil millones de pesos respectivamente, para un total de 20.8 mil millones; pero recibió, en esos tres años, 22.3 mil millones, es decir, 1.5 mil millones de pesos más.
En el gasto no le va muy diferente, para 2022, último año del que hay información financiera completa disponible, la UAS presupuestó que gastaría 7.1 mil millones y gastó 8.3 mil millones, más de mil millones de pesos adicionales que representan el 16 por ciento del total en tan solo un año.
El rubro más importante y grande de ese gasto es el concepto de Servicios Personales, que se compone de la nómina del personal activo, la del personal jubilado y otras prestaciones e ingresos de trabajadores administrativos y académicos. Ese concepto ha crecido de manera extraordinaria en la última década, pues en 2014 ascendía a 4 mil 746 millones 623 mil 839 pesos gastados, según sus propios estados financieros, y para 2022 subió a 6 mil 622 millones 267 mil 976 pesos, lo que representa un incremento de 40 por ciento.
Cuén Ojeda, que insiste en que ya no tiene nada que ver con la UAS pero responde por ella, dijo que “el problema” era la jubilación dinámica que representa más de 2 mil millones de pesos.
No es así: el problema es que la nómina no ha dejado de crecer en la última década. De enero de 2022 a octubre de 2023 la UAS agregó 2 mil 697 nuevos registros a su nómina activa. Ese crecimiento se concentra en una excesiva contratación de personal de confianza en todas las áreas y niveles. Tan solo en los últimos dos años, el personal de confianza creció en 39 por ciento y su nómina en 49 por ciento, que representan cerca de 85 millones de pesos mensuales.
En datos duros, de enero de 2022 a octubre de 2023, la UAS sumó más de mil trabajadores de confianza con un salario promedio de casi 24 mil pesos mensuales. Y si está pensando mal se lo confirmo: al menos el 73 por ciento del personal de confianza está afiliado al PAS.
Otro mentira que las autoridades actuales de la UAS repiten es que el crecimiento del gasto se debe a la necesidad de la cobertura universal, pero sus propios datos las desmienten pues la matrícula se ha mantenido más o menos constante.
En 2014 inscribió a 143 mil 513 alumnos y en 2022 a 160 mil 022 estudiantes de todos los niveles, para un incremento de apenas 11 por ciento. Y en 2023 inscribió todavía menos, 158 mil 015. En resumen, el promedio de la matrícula para el periodo 2014-2023 en la UAS es de 158 mil 277 estudiantes por año.
Para 2023 la UAS presupuesto 7.3 mil millones de pesos de egresos y exactamente la misma cantidad de ingresos, pero ya vimos que no les alcanzó.
Falta ver cómo cerraron el año, pero mientras la nómina de la UAS siga creciendo con criterios facciosos y los funcionarios que la administran (es un decir) puedan incumplir el presupuesto que se les aprueba año con año sin ninguna consecuencia legal, no habrá dinero público que alcance.