La encrucijada naranja

Ernesto Núñez Albarrán
    Mientras más presionen a Movimiento Ciudadano para unirse al frente opositor y a la cargada con Xóchitl, más razones le dan para alejarse de ellos.

    Se ha instalado una percepción en el sector antilopezobradorista de la opinión pública: la idea de que Movimiento Ciudadano debería, sí o sí, unirse al PRI-PAN-PRD y respaldar la candidatura de Xóchitl Gálvez a la Presidencia de la República, en 2024.

    El PRI, con quien MC no quiere ir “ni a la esquina”, utiliza sus tiempos en radio y televisión para difundir spots en los que supuestos ciudadanos de a pie afirman que la única opción de ese partido es ayudar a construir un frente que acabe con la llamada “cuarta transformación”.

    En una suigéneris estrategia de enamoramiento, los dirigentes del PRI, PAN y PRD “cortejan” a los líderes de MC acorralándolos en una disyuntiva: o se suman a su frente, o estarán traicionando a la democracia como simples marionetas de Morena.

    Lo cierto es que el partido de Dante Delgado ya lo tiene decidido y, salvo las discrepancias de Enrique Alfaro y Clemente Castañeda (Gobernador y Senador de Jalisco, respectivamente), el veredicto parece estar planchado con la estructura partidista: MC irá solo en 2024, apostará por una candidatura propia y no anticipará sus procesos internos, como lo hacen Morena y el Frente Amplio por México.

    Las razones de Dante Delgado son compartidas por otros dirigentes de peso en MC, como el Gobernador de Nuevo León, Samuel García; el Alcalde de Monterrey, Luis Donaldo Colosio Riojas; el coordinador de diputados federales, Jorge Álvarez Maynez, y por otras figuras emecistas como Patricia Mercado, Amalia García, Ivonne Ortega y Salomón Chertorivski.

    El viernes pasado, el Consejo Nacional de MC conoció los resultados de un estudio de opinión y un amplio análisis de los costos y beneficios de sumarse a la alianza promovida por Alejandro Moreno, Marko Cortés, Jesús Zambrano y quien los reunió en 2021 en la coalición Va por México: Claudio X. González y su grupo de empresarios, ex dirigentes partidistas e intelectuales que hoy militan en Unidos México, Marea Rosa, Frente Cívico Nacional y otras organizaciones “ciudadanas”.

    Entre mayo y junio, los emecistas levantaron una batería de encuestas en las que confirmaron que el PRI y el PAN son los partidos más rechazados por la ciudadanía, y que una alianza entre ellos y con ellos no contribuye a mejorar su imagen, sino que potencia sus malos atributos.

    Cuando se preguntó a más de mil ciudadanos de 13 entidades con qué palabra se relaciona a esos partidos, la “corrupción” sobresale como principal etiqueta.

    Frente a eso, no hay probable candidata o candidato que salve la mala fama de esos partidos.

    “Xóchitl Gálvez no va a limpiar la imagen del PRIAN, el PRIAN va a terminar manchando la imagen de Xóchitl Gálvez”, concluyeron los dirigentes del partido naranja.

    Cifras electorales

    Otras evidencias analizadas por la dirigencia del partido naranja están en los resultados electorales de 2018 y 2021.

    En 2018, cuando MC compitió aliado con PAN y PRD, Ricardo Anaya terminó en un lejano segundo lugar, con casi 18 millones de votos menos de los obtenidos por Andrés Manuel López Obrador.

    De los 12.6 millones de votos obtenidos por Anaya, 9.9 millones entraron vía PAN, 1.6 millones vía PRD y apenas un millón vía MC.

    Con todo y el niño Yuawi, y su pegajoso estribillo, el partido naranja obtuvo apenas el 1.7 por ciento de la votación en las presidenciales; es decir, su marca quedó completamente desdibujada al mezclarse con los logos del PAN y el PRD.

    En la elección del Senado de la República, MC obtuvo 2.6 millones de votos, equivalentes al 4.6 por ciento, e hizo ganar a la coalición en Nuevo León y Jalisco.

    Y en la de diputados federales ocurrió algo similar: MC obtuvo 2.4 millones de votos, equivalentes al 4.4 por ciento, y aportó a la coalición los distritos de Jalisco.

    Es decir, fueron las elecciones legislativas las que permitieron a MC potenciar su votación y conservar su registro como partido político nacional.

    En 2021, compitiendo sin alianza, Movimiento Ciudadano obtuvo 3.4 millones de votos a nivel nacional en las elecciones de diputados federales. Pasó a ser un partido de 7 por ciento y la cuarta fuerza política nacional, por arriba del PVEM (5.4 por ciento), el PRD (3.6 por ciento) y el PT (3.2 por ciento).

    Esos números indican que a MC le va mejor solo que diluyendo su fuerza en la alianza opositora.

    Sin embargo, no hay que olvidar que, después de las elecciones de 2021, en las que ganaron Nuevo León y estuvieron cerca de llevarse Campeche, sus incursiones electorales de 2022 fueron desastrosas: MC obtuvo el 6.9 por ciento en Aguascalientes, 4.3 por ciento en Durango, 3 por ciento en Hidalgo, 3.2 por ciento en Oaxaca, 12.9 por ciento en Quintana Roo y 3.2 por ciento en Tamaulipas.

    Quizás por eso, MC decidió no competir en 2023 en las elecciones del Estado de México y Coahuila.

    Un grave error, pues probarse en las urnas, en elecciones polarizadas entre el bloque de Morena y el frente PRI-PAN-PRD, hubiera arrojado más evidencia sobre su peso real en el actual sistema de partidos.

    Pero Dante Delgado no quiso, y hoy se aferra a un dato igualmente contundente: a nivel de gubernaturas, MC es hoy la tercera fuerza política del País, pues gobierna dos de los estados más poblados: Jalisco y Nuevo León.

    Es decir, MC gobierna a 14.1 millones de habitantes; mientras el PRI ya sólo gobernará a 4.9 millones en Coahuila y Durango.

    Su marca vale más que la del PRI, y piensa echarla a andar sola en 2024.

    A punto de que inicie formalmente el proceso electoral, en el partido naranja dicen apostar a un proyecto de largo plazo, y no al cortoplacismo del frente opositor.

    Su idea, según sus dirigentes, es construir una opción política que sobreviva al 2024, y que no sucumba tratando de limpiar el desprestigio de los actuales PRI, PAN y PRD.

    Y eso pasa por no sumarse a la cargada con Xóchitl.

    Una apuesta arriesgada, pero que conlleva un fin que, de ser cierto, sería plausible: darle a la democracia mexicana una opción política para el futuro, más allá del juego polarizante entre la 4T y sus detractores.

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    @chamanesco

    Animal Político / @Pajaropolitico