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La brevedad y fugacidad de la vida es una verdad indubitable. En determinadas etapas se vislumbra con mayor claridad, pero es evidente que ninguno nacimos para semilla. Desde la antigüedad, Hipócrates expresó: “El arte es largo, pero la vida es breve”.
Con esta frase, el afamado médico indicó que se requiere mucho empeño y tesón para dominar lo que debemos aprender en conocimiento, destrezas y habilidades, pero es tremendamente corto el espacio de vida con que contamos para lograrlo.
El filósofo Arturo Schopenhauer resumió así la experiencia de la brevedad de la vida: “Visto con la perspectiva de la juventud, la vida es un futuro largo e infinito; con la de la vejez, es un pasado muy breve...Se debe ser viejo para reconocer lo breve que es la vida”.
El tema de la vida breve ha sido tocado, también, por la literatura y la música. El novelista Juan Carlos Onetti escribió una obra titulada “La vida breve”, donde inauguró un territorio mítico, Santa María, que sirvió de base como saga en otras novelas. El protagonista, Brausen, quien vivía con su esposa mutilada tras una operación, escuchó a través de la pared un diálogo entre un hombre y una mujer, por lo que comenzó a imaginar posibles historias de amor en las que el protagonista era totalmente ficticio, pero redundaba en él.
De igual forma, Manuel de Falla compuso la ópera “La vida breve”, en dos actos, donde se escenificó la corta vida de la gitana Salud, a quien su novio, Paco, un joven de clase alta, traicionó y se casó con una dama rica, llamada Carmela. Al reclamarle Salud a Paco su torcido proceder, el corazón le falló y se derrumbó muerta a sus pies.
¿Soy consciente de la brevedad de mi vida?