El pasado 14 de febrero platicaba con un grupo de alumnas que tengo en la Universidad. La charla giraba en torno a la ruptura de una de ellas con su novio ese mismo día. La razón fue que no recibió regalo alguno ese Día de San Valentín, y que, ante esa situación, prefería estar soltera. Pero agregó la frase: “no es un hombre que resuelve”.
Si usted, estimado lector, hace uso de redes sociales virtuales, sabrá que, en la cultura popular, y sobre todo entre la “chaviza”, se ha popularizado la frase “hombres que resuelven”. Esto a partir de un post que una cibernauta publicó en su red social, diciendo: “Enamórense de un hombre que tenga metas altas, que sea pulcro, huela rico, trabajador y sobre todo que RESUELVA”. El post se volvió viral y alcanzó millones de reacciones en todo el mundo.
Entiendo aquí que, al demandar un hombre que “resuelva”, se refieren a que desean una pareja que las ayude en todo momento, tanto económica, como emocionalmente; que esté atento siempre a sus emociones y necesidades. En caso de no ocurrir así, la mujer tendrá una mayor tendencia a permanecer soltera, o bien, a buscar otro hombre que cumpla con esas expectativas.
Es curioso que la expresión se haya popularizado entre las mujeres y no entre hombres. Sería raro escuchar a un hombre decir que, busca “una mujer que resuelva”.
Pues bien, de acuerdo a distintas teorías de emparejamiento selectivo, explicadas desde las ciencias sociales, tenemos que, en sociedades tradicionales, y con amplias brechas salariales entre hombre y mujer -como en México- existe una presión social para que el hombre sea el de mayor estatus socioeconómico; es decir, que sea el proveedor, el que tiene mayores ingresos, y que tenga mayor grado educativo. Es él quien debe “resolver”.
Aunque en la actualidad las asimetrías salariales en razón de género son cada vez menores, las mujeres aún buscan a un hombre con mayor nivel socioeconómico, o al menos de igualdad. Por su parte los varones, buscan mujeres de menor escolaridad e ingresos económicos. Y eso ocurre, al parecer, en todas las sociedades del mundo.
Por ejemplo, en un estudio hecho en el Continente Asiático (Kawaguchi y Lee, 2012), se encontró que las mujeres en Korea, Japón y Taiwán con grado universitario, tienen entre 50 y 200 por ciento de probabilidad de permanecer solteras, comparadas con mujeres de menor escolaridad. Descubrieron que las mujeres profesionistas aceptan varones de menor escolaridad o nivel socioeconómico (marrying down), sólo en caso de que éste sustituya la falta de ingresos, con otras cualidades de tipo tradicional, como participar activamente en las tareas del hogar y cuidado de los hijos, de otra manera prefieren permanecer solteras.
En una investigación reciente, que yo mismo realicé en Mazatlán, me di a la tarea de hacer algunas preguntas tomando en cuenta elementos tanto objetivos como subjetivos, se le pidió a cada miembro distintas parejas, que enumeraran por orden de importancia, los elementos que más influyeron en su elección de pareja. Encontré que, los varones buscan principalmente, la belleza física en sus parejas femeninas.
En cambio, para la mayoría de las mujeres entrevistadas, ellas demandan en un hombre, una combinación de varios elementos: en primer lugar, capital económico (estabilidad financiera, mejor calidad de vida, status social) y en segundo, buscan capital cultural (que sea inteligente, amable, culto, respetuoso, fiel, moderno). Ligeramente dan una mayor importancia a lo económico, y al final, dan importancia al atractivo físico (alto, guapo, masa corporal, etc.).
En conclusión, para una mujer, no es suficiente que usted sea guapo, también tiene que “resolver”. Es decir, tiene que tener suficientes recursos económicos, ser inteligente, culto, ser atento siempre a sus necesidades, tener ojos solamente para ella, entre muchísimos requisitos más. Aun así, no quedará claro qué significa resolver.
Es cuanto...
