Elementos fenoménicos (ECM neutrales o agradables)
A continuación se detallan una serie de elementos que los investigadores más relevantes han considerado como propios y típicos de una ECM, principalmente cuando es neutral o agradable:
1. Separación de la conciencia de su cuerpo o experiencia extracorporal. El ser extracorporal, que puede estar dotado de algún tipo de cuerpo de forma similar al cuerpo físico o no, es imperceptible, ingrávido y no tiene solidez, pues puede atravesar objetos. El experimentador generalmente aparece en una posición elevada, cerca o en el techo de la habitación, y ve su propio cuerpo inerte y todo lo que sucede a su alrededor. Es usual que se sienta indiferente o desvinculado de este cuerpo físico, como si no fuera suyo. El movimiento puede ser flotante o de vuelo, a veces dirigido de acuerdo a la voluntad o de manera instantánea.
2. Percepción sensorial clara. Las más habituales durante una ECM son la visual y la auditiva. Muy raramente se experimentan olores o sabores. La visión suele ser atenta y diferenciada, sin distorsión, precisa y completa con el color, con un campo de visión completo y capaz de leer. En unos pocos casos la persona siente su conciencia perceptual amplificada al extremo y las sensaciones son más intensas que en el mundo terrenal. También existen testimonios sobre visión esférica, visión total de superficie o de las tres dimensiones simultáneamente, visión del interior de las cosas, imagen espejo o bilocación de conciencia.
3. Sensación de realidad. Los experimentadores tienen la sensación de que lo que están viviendo es plenamente real, no un sueño o una fantasía, incluso más real que la experiencia en la vida terrenal.
4. Agilidad de pensamiento. El experimentador desarrolla su pensamiento de manera fresca y ágil.
5. Sensación de paz y sosiego inefables, de una intensidad nunca experimentada en la vida terrenal. El dolor es inexistente, incluso cuando la persona pudo padecer un intenso sufrimiento justo antes de caer inconsciente.
6. Sentido de alteración del tiempo. La persona siente que todos los tiempos -pasado, presente y futuro- ocurren simultáneamente o que el tiempo transcurrido durante la experiencia no se corresponde con el que transcurre en ese mismo momento en el mundo físico.
7. Viaje a través de un túnel oscuro. Otras veces se describe a este pasaje cerrado como una tubería, tambor o espiral. La dirección del movimiento es casi siempre hacia adelante, en sentido vertical, hacia arriba o hacia abajo, u horizontal, y la persona lo recorre flotando o levitando, generalmente a gran velocidad.
8. Encuentro con una luz brillante y mística. Puede ser blanca, dorada, amarilla, anaranjada y, más raramente, «transparente», roja o azul, no necesariamente limitada a un solo color. Aunque llega a ser tan brillante «como un millón de soles», no deslumbra ni produce ninguna molestia al mirarla. El experimentador percibe que esta luz emana un amor y compasión indescriptibles y que no es una cosa, sino que tiene personalidad, pues puede comunicarse con él. Esta comunicación entre el experimentador y la luz generalmente se da de forma telepática y suele tratar sobre la vida y la muerte, aspectos morales de la vida del experimentador y sobre la posibilidad de morir o de retornar a la vida física.
9. Encuentro con paisajes paradisíacos o «celestiales». Estos lugares pueden contener prados y jardines exuberantes, montañas, arroyos, animales como pájaros, mariposas, vacas, ovejas, caballos y hasta una música armoniosa y sublime. Otras personas describen una ciudad luminosa resplandeciente con plazas, edificios e iglesias. Los colores pueden ser intensos hasta un punto difícil de describir y la persona siente que esta dimensión es su verdadero hogar.
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