Estrada, el eterno político ambulante
De Morena al PT, pasos de arribismo
Dales candidaturas a cuervos y hasta te sacarán del partido es la frase que le queda bien al dirigente estatal petista, Leobardo Alcántara Martínez, pues por cederle a Jesús Estrada Ferreiro la postulación a Senador recibe a cambio la maniobra de parte del ex Alcalde de Culiacán que lo deja fuera de la boleta electoral y tal vez hasta sin representatividad en el PT. Y sí, aquí encaja a la perfección la sabiduría popular que determina que no tiene la culpa el indio sino quien lo hace compadre.
Esto no puede ir más allá de un capítulo entretenedor de la historia política que está por escribirse, mitad ternura y mitad animadversión, porque el personaje es incapaz de sostener sus propias emociones, no se diga de cautivar a masas que ya aprendieron a leerle la jugarreta sentimental. El único buen deseo es que al final de cuentas prevalezca el ser humano por encima de la parodia que escenifica.
Es que todo indica que el Partido de Trabajo procede a darse cuenta del alacrán que se echó al hombro y ahora no halla la forma de quitárselo de encima. Mejor dicho, Estrada Ferreiro está despertando más escorpiones de los que las siglas de la estrellita amarilla pueden matar, pues se convirtió en el enemigo en casa, potencial traidor a la Cuarta Transformación en Sinaloa y lleva tatuada la confrontación con el Gobernador Rubén Rocha Moya.
Genio y figura hasta la sepultura, Estrada Ferreiro le es fiel a la vocación oportunista que en 2016 logró que Andrés Manuel López Obrador lo pusiera al frente de Morena en Sinaloa, desplazando a Jaime Palacio Barreda que durante décadas fue el auténtico líder de la izquierda sinaloense al fundar en la entidad los partidos Mexicano de los Trabajadores, Mexicano Socialista, de la Revolución Democrática y finalmente Movimiento Regeneración Nacional.
Una vez a cargo de Morena se apropió en 2018 de la candidatura a la Presidencia Municipal de Culiacán ganando la elección con el voto de AMLO que remolcó varias victorias electorales. A partir de allí el abogado oriundo de Culiacancito cayó en baches de soberbia y autoritarismo que hicieron posible que el Presidente de México lo encasillara dentro de sus cercanos que traicionaron los postulados ejes de la 4T que mandatan a no robar, no mentir y no traicionar, avalando el Mandatario federal la correspondiente acusación y destitución por probable desempeño irregular de la función pública.
Enseguida Estrada dejó las filas de Morena y buscó abrigo en el PT planteándose ante el dirigente nacional de este partido, Alberto Anaya, como un fenómeno electoral muy querido por la gente que sin duda garantiza el triunfo en la elección del 2 de junio. Al ver abiertas las puertas petistas urdió igual plan que usó para tomar el control de Morena: hablarle al oído a las cúpulas denostando al líder local, que es Leobardo Alcántara, con tal de despojarlo del mando.
En eso está ahora. Al nominar el PT a Estrada como candidato a Senador, primero en fórmula con Alcántara, y finalmente acompañado por Yolanda de la Cruz, le otorgó una bandera política y la llave de acceso para que entre con todo, que es lo mismo que nada, al menos generándole ruido interno a las siglas urgidas de sobrevivir con votos que al menos le sostengan el registro nacional como partido.
El político que carga con dos vinculaciones a procesos judiciales por presuntos desempeño irregular de la función pública en que incurrió siendo Alcalde de Culiacán recibió del PT una balsa de salvación similar a las que usan los niños para flotar en albercas, tan frágil que sin duda se le desinflará el 2 de junio. Quizás al día siguiente amanezca buscando otras madrigueras diciéndose esta vez víctima del partido que lo halló huérfano y vagabundo y lo asiló para los fines que a cada uno convienen.
Estrada Ferreiro ya es una caricatura del poder público y en un mes será protagonista de otra historia triste donde desde la marginalidad electoral se le asestará un duro golpe de realismo con el marro de los votos. Y los culiacanenses volverán a compadecerse de él sin que el hecho de que los conmueva signifique que quieran tenerlo como gobernante. Volverá a su naturaleza de nómada político tocando puertas en chiquilladas partidistas que siempre necesitan de mártires para levantarse el rating.
Y por si acaso tuviera alguna utilidad esta tragicomedia sería la del espejo en que puedan verse los personajes y partidos que no resisten media hora sosteniendo sus principios y convicciones con las mismas manos que extienden durante meses implorando el voto. El hecho de acceder al poder no da para la arrogancia sino al contrario obliga al servidor público a descender sumiso al nivel en que se hallan los ciudadanos.
¿Y el Partido del Trabajo,
Qué otra cosa esperaba,
Si Estrada ya le mostraba,
Pericia en el golpe bajo?
Una maniobra de harakiri electoral sería para los partidos y políticos que patrocinan la toma de casetas de cobro en las carreteras y de edificios de gobierno en Culiacán, si la ciudadanía se da cuenta que detrás del movimiento que realizan algunos productores de maíz está la mano negra de apetitos de poder. Por supuesto que la población en edad de votar le cobraría muy caro a la Oposición el atrevimiento de desquiciarles vialidades y tiempos a culiacanenses que de por sí a diario transitan por una ciudad que urbanísticamente ya es un desastre. Juntar protesta con un proceso comicial es lo más perverso que se les pudiera ocurrir.
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