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Por fin se ha aprobado que en la Ciudad de México los rastros clandestinos sean castigados como un delito, imponiendo penas de cárcel de 2 a 4 años de prisión a quien opere, administre y/o opere un espacio de este tipo.
Esta aprobación por parte del Congreso de la Ciudad de México, sin duda, es un hito en el Movimiento de los Derechos de los Animales, para la protección y bienestar animal del país, pero llegar a él, fue un camino lleno de debates donde las voluntades políticas tuvieron que enfrentarse a la idea de que los animales son seres sensibles y tenemos obligaciones hacia ellos, algo que hasta ahora es poco reconocido en las leyes del mundo, y menos si se trata de animales utilizados para el consumo humano.
El debate de nuestros deberes hacia los otros animales no es algo nuevo, ha habido posturas a favor desde la Grecia clásica. Existen argumentos de diferentes áreas como Filosofía, Bioética, Política y Derecho que sustentan la mayoría de las teorías a favor de los animales, la mayoría tienen en común el argumento de que la pertenencia a otra especie no es una razón válida para no ser considerados por la moral y el derecho, como bien lo decía Martha Nussbaum, filósofa estadounidense comprometida con la justicia social: “No existe motivo válido alguno por el que los mecanismos de justicia básica, derecho y legislación existentes no puedan hacerse extensivos a todos los animales. En el bienestar animal y su protección no debe haber distinciones de especie”.
El incorporar en el derecho positivo las disposiciones necesarias para proteger, respetar, promover y garantizar el bienestar de los animales no humanos se trata de una cuestión de justicia y es que no podemos seguir ignorando la urgente necesidad de reconocer la sintiencia de los animales y la responsabilidad que tenemos de proteger su bienestar.
Nuestra obligación hacia los animales no humanos no solo consiste en no dañarlos sino permitir el desarrollo de sus capacidades, haciendo caso a la evidencia científica existente, que habla de que todos los animales son sintientes, se dan cuenta de su entorno, sus relaciones, sensaciones (incluyendo el dolor, hambre, calor o frío) y las emociones relacionadas con estas sensaciones (miedo, ansiedad, sufrimiento, placer).
Es un hecho que las acciones y omisiones humanas afectan el bienestar de los animales, como lo hemos visto a los largo de 15 años de trabajo de investigación realizado en Igualdad Animal, donde hemos documentado granjas, rastros, piscifactorías, mercados, etc., y en todos ellos sin excepción se mata a los animales sin respetar las normas y con extrema crueldad, provocándoles un sufrimiento innecesario.
Los animales están aquí con nosotros y tenemos la responsabilidad de generar las condiciones para respetar su vida y su bienestar, el reconocer su sintiencia debe alinearse con el principio de daño que determina nuestro deber directo a no perjudicar a ningún individuo cuyos intereses a no sufrir y vivir su vida puedan verse afectados.
En Igualdad Animal seguiremos trabajando para hacer esto posible, dando seguimiento a la iniciativa que hemos presentado para el reconocimiento constitucional de la sintiencia de los animales en México, y otras más que puedes conocer y leer en nuestra web Leyes para los Animales.
El considerar como un delito la operación de rastros clandestinos es un progreso en favor de los animales de suma importancia, sentará las bases y será ejemplo para todo el país, pues, es un hecho que muchos animales cuentan con protección legal, como aquellos con los que habitamos y hemos creado un vínculo, pero, es momento de dar el siguiente paso y ampliar nuestro marco de indignación hacia cualquier injusticia sin importar la especie.