En defensa de la tambora sinaloense
Bajarles el ruido a campañas políticas

OBSERVATORIO
    Mazatlán nos acaba de dar otra enseñanza de cómo resolver las diferencias con estilo pachanguero, llevando la disconformidad a los estrados carnavaleros donde el tribunal popular resuelve lo correcto, así como decide a quién lanza o salva de la pira en la quema del mal humor. Bien el Alcalde Édgar González Zataráin que da la cara y sale a la calle a buscar la conciliación. Muy acertado Neto Coppel al contribuir desde su perspectiva de empresario e influencer a serenar las aguas bravas del diferendo.

    Deberían imitar los candidatos y partidos políticos que hoy entran a la cuenta regresiva que el 2 de junio los hará ganar o perder los cargos de elección popular por los que pelean, la bonita manera de arreglar el conflicto entre empresarios hoteleros y músicos de bandas de Mazatlán que al ritmo de la tambora sinaloense lograron un acuerdo para llevar la fiesta en paz y dejando contentas a enormes audiencias que debatieron en redes sociales sobre el silencio para el descanso o el ruido para bailar y pistear.

    Lo de silenciar la música de tambora es una digresión terrible para quienes desde el vientre materno fuimos tranquilizados por las notas de El niño perdido o zangoloteados al ritmo de El sinaloense. A los que siempre nos dijeron que es necesario que suene la tambora para cantarle un corrido a Mazatlán. Todos somos de El Recodo cuando la carne asada y la cerveza nos reúne con don Cruz Lizárraga, sin siquiera haberlo conocido.

    Imposible Mazatlán sin el peregrinaje con la banda en OIas Altas. Sería como Buenos Aires sin el tango, o La Habana sin el mambo. Sí urge regular para delimitar horarios y zonas, vieja omisión de gobiernos municipales que le temieron a la discordancia y decidieron jugársela con el libertinaje. La solución está en la búsqueda de consensos intermedios: igual de razón les asiste a Ernesto Coppel Kelly y los empresarios turísticos que exigen orden, como a las masas e instituciones que se alzaron en defensa de la tambora como patrimonio cultural.

    Pero el eterno griterío de los políticos, hoy por ambiciones de poder y mañana por cualquier otra cosa, sí debe cesar porque aporta confrontación y dispersión de voluntades al ofrecer el canto de sirenas para someter a los ciudadanos. Ruido en las esquinas con bocinas que expelen las voces desentonadas de codicias políticas; ruido en la escena pública de propaganda que muestra falsas salidas de emergencia; ruido en medios electrónicos que embauca, miente, traiciona. Ruido que enajena a los mismos candidatos que se piensan mesiánicos e intocables.

    Durante tres meses el pregón demagogo de tiempos mejores, reincidente sobre todo en quienes no ven posibilidades de que el voto sea a su favor, taladrará los oídos tratando de entrar al libre albedrío, punzante y envenenado. Después vendrá la batalla poselectoral y enseguida la acción opositora para echarle a perder los triunfos comiciales a quienes los obtengan. ¿Y ese sonsonete empedernido no podemos enmudecerlo?

    Mazatlán nos acaba de dar otra enseñanza de cómo resolver las diferencias con estilo pachanguero, llevando la disconformidad a los estrados carnavaleros donde el tribunal popular resuelve lo correcto, así como decide a quién lanza o salva de la pira en la quema del mal humor. Bien el Alcalde Édgar González Zataráin que da la cara y sale a la calle a buscar la conciliación. Muy acertado Neto Coppel al contribuir desde su perspectiva de empresario e influencer a serenar las aguas bravas del diferendo.

    Es decir, de los tamborazos a los que acuden pretensos desesperados porque las encuestas no les ayudan, a la unión de instrumentos y filarmónicos que integró una banda monumental para protestar por el malecón mazatleco, existe la única diferencia de la estridencia incivilizada de los aspirante a la Presidencia de México, posiciones en el Senado, Cámara de Diputados, Congreso del Estado y gobiernos municipales, contra el alegre y pacífico bullicio que hace danzar cadenciosamente a las olas del mar.

    Finalmente todo acabó como si se tratara de un show armado para que el mundo supiera que Mazatlán tiene el gran atractivo de la tambora sinaloense, a disposición del más osado de los sentidos lúdicos tanto del pobre que viene aquí a sentirse millonario o el turista internacional que quiere probar los placeres fusionados de maricos, cerveza, playa y banda en esa mixtura exquisita que no hallará en otras latitudes.

    Y sí. A no ser por la intervención policiaca que contribuyó a alterar los ánimos, hasta son disfrutables las batallas del trombón, el clarinete y la trompeta contra los tímpanos y los decibeles. Quizá sólo se trate de la redundancia del estrépito por el proselitismo que ya estaba, ensordecedor y delirante, sin que haya ser humano que soporte las dos cosas al mismo tiempo, una que arrulla al espíritu y la otra que lo desquicia. De allí surge el otro pacto, todavía no firmado, donde a la gente le vendría mucho mejor que callaran las campañas electorales fundadas más en marrullerías que en las ideas.

    Por ello hasta llegamos a pensar que la fuerza pública que intentó frenar la protesta de los músicos, a lo mejor nada más quería bailar, no pelear.

    Reverso

    De esta disputa sonora,

    Resultó una acción sibarítica:

    Que suene fuerte la tambora,

    Y cese el ruido de la política.

    Líos en días de jauja

    Después del pronunciamiento que el Gobernador Rubén Rocha Moya hizo en su cuenta de X el 28 de marzo, comenzaron a acomodarse las calabazas en la carreta del conflicto entre los jeques hoteleros de gran turismo y las bandas de tambora frente al periodo de jauja en la industria mazatleca sin chimeneas que veloz transita de la Semana Santa al eclipse total del sol, Semana de la Moto y Semana de la Troca. “No comparto la idea de prohibir a los músicos de Mazatlán desarrollar su trabajo, digno y honrado; con él llevan el sustento diario a sus familias. Considero necesario que se ponderen y equilibren los legítimos derechos de ambas partes a ejercer su actividad, por medio del diálogo y la disposición al acuerdo recíproco”, dijo y logró atemperar los ánimos e intereses.

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