El temerario regreso del ‘Diablo’ Higuera
Salto político, de la gloria a la decadencia

OBSERVATORIO

    Tal vez Alejandro Higuera Osuna desconoce el consejo de Joaquín Sabina con la admonición de que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver, porque no son los tiempos aquellos en los que el “Diablo azul” logró ser Alcalde de Mazatlán durante tres períodos y al buscar un cuarto mandato municipal podría despertar a muchos demonios de todos los colores que le pongan fin al edén político que ya tuvo. Además, en su actual partido Movimiento Regeneración Nacional hay tantos pretendientes al cargo que uno más significa montón.

    O en todo caso escuchar el llamado que formuló en La Semanera de ayer el Gobernador Rubén Rocha Moya al recomendar a políticos que llevan algún tiempo desempeñando cargos de elección popular para que permitan que los ocupen otras personas, así como el exhorto a los recién convertidos al morenismo a que sean prudentes y esperen el turno para evitar rivalidades con sus compañeros. Hasta con las eventuales aspiraciones de sus hijos arrasó el Mandatario estatal al sacarles el compromiso de que no disputarán alguna posición de las que estarán en juego en las votaciones del próximo 2 de junio.

    Allí tiene Alejandro Higuera lecciones donde abrevar partiendo del hecho de que en cuanto levantó la mano para la Alcaldía los adversarios le comenzaron a preparar el fuego amigo y los cañonazos beligerantes por parte de la Oposición subrayando, por ejemplo, el permiso que en 2012 le otorgó Higuera a la empresa Nafta Lubricantes para que instalara una gasolinera en la esquina que conforman la Avenida Cruz Lizárraga y la calle Rafael Domínguez en la Colonia Palos Prietos, obra que tuvo que ser suspendida por orden judicial en protección de los vecinos de la zona que se sintieron bajo riesgo.

    Esto costó a las finanzas públicas mazatlecas el pago de 142 millones de pesos a Nafta, firma propiedad del Grupo Arellano Hermanos que recibió en dación bienes públicos como el estacionamiento municipal, dos talleres ubicados en el Parque Bonfil y un terreno rústico ubicado en la carretera Habal-Cerritos. Al cerrarse la negociación se abrió la correspondiente carpeta de investigación por la Fiscalía para determinar al responsable de tal daño al erario municipal.

    El dossier Nafta se propagó durante cuatro gobiernos municipales: el del panista Carlos Felton González, el priista Fernando Pucheta Sánchez, el del sustituto de éste, Joel Bouciéguez Lizárraga, hasta que en el mandato del morenista Luis Guillermo Benítez Torres se logró y saldó el convenio de liquidación a cargo de mazatlecos que con el dinero cedido al Grupo Arhe hubieran logrado financiar siete obras como la rehabilitación de la Avenida Gabriel Leyva que se realizó en 2021 con la inversión de 20 millones de pesos.

    Este es el rescoldo principal que puede hacer arder el averno que le fue apagado a Alejandro Higuera cuando el Ayuntamiento de Mazatlán expuso ante la Fiscalía los delitos cometidos, involucrando solamente a funcionarios de segundo nivel y excluyendo al ex Alcalde que en ese tiempo ya despachaba en la Secretaría Particular del Gobernador Rocha. Cualquiera de los contrincantes de Morena o del PRI que les sople a dichas ascuas lograrían reactivar la lumbre para que llegue a los aparejos al ahora “Diablo guinda”.

    Era de suponerse que Higuera dejó el reciente 29 de agosto la Secretaría Particular del Gobierno del Estado porque en él perdura la nostalgia del cargo que de tantas veces que desempeñó se le volvió adicción. Y sí, el “autodestape” dominguero para convertirse en otra de las “corcholatas” del Gobernador Rubén Rocha para la Presidencia Municipal de Mazatlán no sorprendió aunque generó nerviosismo en los demás pretensos.

    Así las cosas, llama la atención que a pesar de poseer un viejo colmillo político, Alejandro Higuera aparezca engrosando la lista de Morena de precandidatos al Gobierno de Mazatlán en la cual están apuntados el ex Alcalde Fernando Pucheta Sánchez; el actual Presidente Municipal, Édgar González Zataráin; la Secretaria de Turismo, Estrella Palacios Domínguez; y más recientemente la Diputada Celia Jáuregui Ibarra, que aparece en la prospección morenista al renunciar al partido Movimiento Ciudadano para adherirse a la campaña presidencial de Claudia Sheinbaum.

    Pero nunca dejan de ser los políticos de cualquier signo doctrinario la rara avis que se aferra al nido a pesar de ya no estar en posibilidad de empollamiento. Del ejercicio de la función pública otorgado vía elección popular transitan a la permanente melancolía por los fueros y privilegios del poder, buscando el retorno así estén conscientes de que resurgirán también viejos agravios a la sociedad, no saldados del todo ante la justicia.

    A esa especie política que debiera estar en fase de extinción pertenece Alejandro Higuera porque tras haber saboreado durante 12 años las mieles del poder, de 1999 a 2001, de 2005 a 2007 y de 2011 a 2013, se envició tanto que busca repetir aunque le resulte amargo, envenenado, el último sorbo.

    Reverso

    Se te avisa en buen plan,

    “Diablo” testarudo y astuto,

    Que ya no está Mazatlán,

    Para aguantarte otro susto.

    Pulcritud sospechosa

    El escándalo nacional que ayer le tocó protagonizar a Sinaloa tiene que ver con la impecable redacción y los buenos términos plasmados en las supuestas mantas colocadas por un presunto eslabón del Cártel de Sinaloa que se deslinda de la producción de fentanilo y prohíbe la venta, fabricación, transporte o cualquier tipo de negocio que involucre a dicha droga. O el narcotráfico pulió su redacción y estilo o bien alguien lo está suplantando para dispersar mensajes que quieren borrar la realidad mediante la estrategia epistolar de magnífica ortografía, sintaxis e inmejorable amabilidad.