El nuevo Sistema de Transporte Público en Culiacán. ¿Ahora sí?

    Las obras anunciadas para Culiacán dejan claro que se sigue confundiendo gravemente dos términos: movilidad y tráfico vial. Mientras no se piense en la gente que camina, la que se mueve en bicicleta, los niños, las personas mayores, las mujeres; no se está pensando en movilidad, solo se intenta resolver problemas de tráfico vial.

    Otra vez sale el transporte público a escena. Materializar un sistema integral de transporte público en Culiacán no es una novedad. Ha sido una multipostergada inversión para la ciudad que siempre termina cediendo los recursos a obras para los automóviles.

    Desde que el Implan comenzó a operar en Culiacán, en 2005, se puso en la mesa esta urgente necesidad. Era sencilla la propuesta, pero complejo el proceso. Se trataba de convertir el modelo hombre camión (que hasta ahora permanece) a un modelo empresarial de rutas integradas.

    Trataré de aclarar esto último. Actualmente todas las rutas de transporte público en Culiacán tienen diferente número de unidades donde una sola persona es dueña de uno o más camiones y se dedica a mantener en el mejor estado posible esa unidad, a contratar operadores y a cubrir un itinerario de recorrido. Varios dueños de unidades forman una ruta y ellos se ponen de acuerdo para distribuir los horarios y tratar de dar el mejor servicio posible. En este esquema incluso ya se genera una competencia entre propietarios de una misma ruta o entre rutas diferentes. Aquí también aflora la demanda contra el servicio. Muchas rutas no operan en horarios nocturnos porque no es costeable, sobre todo si esto implica riesgos a choferes o usuarios.

    Este esquema termina generando un modelo que intenta ofrecer un buen servicio a las personas, aunque termina siendo insuficiente para sus necesidades y hace que continuamente añoren no depender de él. El sistema empresarial hace a todos los propietarios socios de una ruta y se enfocan más a ofrecer un servicio que solo a mantener su unidad.

    Fue durante el gobierno de Jesús Aguilar Padilla que se propuso un nuevo sistema de transporte público para Culiacán. A nivel nacional la capital sinaloense parecía ser una de las primeras que lograría esta transformación. La ciudad de León había dado el primer paso con su sistema Optibús, luego la ciudad de México con el Metrobús y Guadalajara con el Macrobús. Todas ellas inspiradas en los eficientes sistemas de transporte de la ciudad de Curitiba, Brasil y el entonces naciente Transmilenio en Bogotá, Colombia.

    A partir de entonces, muchas ciudades medias pusieron el foco en la inminente necesidad de transformar el sistema de transporte público para que éste fuera más incluyente, funcional, accesible y, sobre todo, seguro. Culiacán se fue quedando atrás y el proyecto no prosperó, solo hubo un cambio de imagen (Red Plus) y nada más. En el gobierno de Quirino Ordaz no sólo no cambió, sino que se adquirieron más unidades del mismo tipo que ya son obsoletas por ser tan excluyentes.

    Una unidad de transporte público se considera inclusiva cuando cualquier persona puede acceder a ella sin problema. Una de las principales barreras de los autobuses es cuando para acceder se requiere subir varios escalones. Las nuevas unidades de piso bajo están prácticamente a la altura de las banquetas y eso facilita la entrada de personas mayores, con bastones, sillas de ruedas, carriolas, patinetas e incluso bicicletas. Este tipo de autobuses aun no existen en Culiacán.

    Otro factor adicional que ya debiésemos considerar para que el transporte sea completamente inclusivo son los trayectos peatonales previos al abordaje. Generalmente es una limitante para el uso del transporte público. Siempre debemos tomar en cuenta que el transporte público sigue siendo el principal medio de transporte de la población en la mayoría de las ciudades mexicanas.

    Recientemente, Jesús Estrada Ferreiro refrescó el tema. Aunque no es competencia del Municipio, lo promovió como algo que le hacía falta a Culiacán. Se refirió al sistema llamándolo Metrobús (como se llama el sistema de la Ciudad de México) con la intención de ponerlo en la mesa como urgente necesidad. La idea estaba, el proyecto no.

    Recientemente, el Gobernador Rubén Rocha Moya anunció un paquete de proyectos de los cuales destaco la intención de transformar el sistema de transporte en Culiacán, que le siguen llamando Metrobús. Espero que pronto veamos algo más que el trazo de dos rutas y ya se pueda hablar de nuevos vehículos que ofrezcan seguridad y eficiencia.

    En otras ocasiones he mencionado el sistema Vayven de la ciudad de Mérida. En dos años la capital yucateca inauguró decenas de rutas por toda la ciudad (incluso a poblados cercanos) con nuevas unidades, de las más modernas y eficientes en Latinoamérica. Este nuevo sistema de transporte incluye vehículos totalmente eléctricos como el Ietram y una importante flotilla de unidades híbridas. Todos ellos equipados con accesibilidad universal (sillas de ruedas, carriolas, bicicletas), aire acondicionado, wifi, asientos preferenciales, pago con tarjeta, etcétera. Una clave importante en Mérida fue que la inversión puso el foco en las nuevas unidades, antes que invertir en puentes, dobles pisos, túneles o incluso libramientos viales. Simplemente se priorizó en el principal medio de transporte de los meridanos.

    El resto de las obras anunciadas para Culiacán deja claro que se sigue confundiendo gravemente dos términos: movilidad y tráfico vial. Mientras no se piense en la gente que camina, la que se mueve en bicicleta, los niños, las personas mayores, las mujeres; no se está pensando en movilidad, solo se intenta resolver problemas de tráfico vial.

    “Estos proyectos de movilidad urbana resolverán problemas de tráfico en las cinco principales ciudades”, dijo el Gobernador.

    No debo ser el único convencido de que esto no sucederá así, por lo menos, mientras se siga intentado resolver el problema a quienes no tienen la mínima intención de disminuir sus viajes en automóvil.

    Para las ciudades del futuro, las ciclovías, las áreas peatonales, y un buen sistema de transporte público, favorecerán a más gente y principalmente a la población más excluida. Hacer más calles y puentes equivaldrá a más tráfico y automóviles y beneficiará, temporalmente, a un selecto sector ciudadano que siempre ha tenido privilegios en la ciudad. Es tiempo de cambiar. La fórmula es simple.

    Sigamos conversando: jccarras@hotmail.com