Estimados lectores, estoy de vuelta en este espacio de intercambio y reflexión luego de un año concentrado a una estancia posdoctoral en el Laboratorio de Urbanismo de la Universidad Modelo en la ciudad de Mérida, Yucatán. La estancia continúa por un segundo año donde participo en un proyecto de investigación que promueve la descarbonización del sector transporte en la península de Yucatán mediante propuestas que incluyen la implementación de vehículos eléctricos en el transporte público. Otra línea de acción de este proyecto es la elaboración de tres Planes Integrales de Movilidad Urbana Sustentable para tres municipios yucatecos (Valladolid, Umán y Progreso).
Hay mucho por compartir de lo que esta región del país está viviendo en materia de innovación urbana, particularmente en el ámbito de la movilidad sustentable. Mérida está experimentando cambios importantes, algunos significan ya beneficios tangibles para su población, sobre todo la más vulnerable, otros podrían impactar negativamente en un futuro inmediato. Por ello quiero escribir sobre los destellos y penumbras de la ciudad de Mérida.
Indudablemente, la modernización del transporte público en Mérida es un gran acierto para la ciudad. Tengo poco más de un año que resido en esta ciudad y he sido testigo de una verdadera transformación en materia de transporte público. Personalmente utilicé y sufrí las condiciones de los tradicionales y viejos autobuses. Son ruidosos, tardados y por demás incómodos.
En poco más de un año, la ciudad se ha visto asistida por once nuevas rutas del sistema de transporte público Va-y-Ven que incluye más de 250 modernas unidades -cifra en incremento cada mes-, accesibles para personas en sillas de rueda, con asientos para personas en condición de vulnerabilidad, rack para bicicletas y a bordo cuenta con aire acondicionado, wifi y conexiones USB. El pago se hace previo con una tarjeta y como parte del servicio se tiene toda la información disponible sobre las rutas en una sencilla aplicación donde se informa incluso la hora exacta de llegada del siguiente autobús.
Además de estos innovadores vehículos, recientemente comenzaron a operar las primeras rutas del ietram cuyo sistema es único en Latinoamérica, con una flotilla completa de autobuses cien por ciento eléctricos que circulan silenciosos y elegantes por carriles exclusivos que conectan al centro de la ciudad con las estaciones del Tren Maya y algunos municipios conurbados.
Otro apreciado servicio del sistema Va-y-Ven son las trece rutas nocturnas que circulan durante toda la noche mediante cómodas camionetas Vans con rack para bicicletas que pueden parar en cualquier punto de sus rutas para seguridad de los usuarios y principalmente de las usuarias. Este servicio ha facilitado las condiciones para esa invisible actividad nocturna que en toda ciudad existe.
La tarifa por viaje en este sistema es de 12 pesos, donde un transbordo inmediato cuesta la mitad y un tercer transbordo es gratuito. Esto ayuda a resolver una gran combinación de traslados incluso a municipios conurbados a la ciudad. Además, el sistema tiene tarifa social de 5 pesos para los estudiantes (todo el año, incluso en vacaciones) y los adultos mayores y acceso sin costo a personas con alguna discapacidad. También cabe mencionar la ruta Aeropuerto Centro con tarifa de 45 pesos para todo viajero y 12 pesos para los trabajadores aeroportuarios que en muchas ciudades sufren esta carencia de servicio.
Como podrán apreciar, la transformación es más que un destello y está significando una verdadera revolución de la movilidad urbana en Mérida, aunque eso sí, requiere de un esfuerzo mayor para complementar el beneficio. Las veces que he utilizado el sistema Va-y-ven, paso del destello a la penumbra. Una vez que desciendo del autobús me encuentro con una ciudad hostil para caminar. Los automovilistas cada día se empoderan más del espacio vial y ponen en riesgo constante a la gente de a pie. En esta ciudad hay cientos de pasos peatonales a nivel de banqueta que son solo oportunidades que les racionan a los peatones para cruzar las calles. Los automovilistas siempre se detienen si ven que alguien cruzará la calle por uno de estos cruces. Estas oportunidades nulifican el derecho que por Ley tiene el peatón de cruzar las calles por otra parte, incluso aunque exista un paso de cebra pintado. Esto hace la vida complicada para miles de mujeres, infantes, personas mayores y para la población en general que requieren realizar estos cruces -y con ello arriesgar su propia vida- diariamente.
Por otro lado, las bicicletas son un medio de transporte muy popular en la ciudad de Mérida. Aprecio la gran diversidad de uso que aplican, tanto en los motivos (trabajo, ejercicio, compras, escolares, paseo, etc.) como el tipo de usuario (jóvenes, mujeres, niños y personas mayores, entre otras). Afortunadamente, ni el calor ni las constantes e impredecibles lluvias han sido pretexto para frenar a miles de ciclistas que circulan todos los días del año en una ciudad cuya orografía plana facilita estos desplazamientos. Al respecto, el año pasado el gobierno municipal arrancó el proyecto de bici pública Mérida en Bici que poco a poco va ganando adeptos en un pequeño sector de la ciudad que corresponde a la primera etapa del proyecto. Este noble medio de transporte también está amenazado por la mayor penumbra que Mérida actualmente sufre: El incremento de automóviles en la ciudad. Este tema, da para una segunda parte de esta historia, ya que tiene que ver con otras transformaciones urbanas que realmente ponen en riesgo la calidad de vida, a corto plazo, de las meridanas y los meridanos.
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